Fargo III (Miniserie de TV)

Maravilloso el diálogo inicial que nos traslada a alemania del Este (ya veremos en que para ese flash-backs) entre un preso y su interrogador. Contiene una de las mejores definiciones de lo que son los totalitarismos que he escuchado en mi vida
"¿Estás diciendo que el estado se equivoca? porque el estado no puede equivocarse" Todo ello mientras el interrogado se lo hace encima. Escena digna de Tarantino.

Los dos secuaces del villano principal son ridículos, infumables, nada creíbles.

La estructura narrativa de la serie, al principio, prometía. Pero a partir del cuarto capítulo algo falla: la dirección que debía tomar se trunca y se empieza a centrar demasiado en los personajes femeninos. La coherencia interna empieza a fallar sobre todo por la actitud de los villanos, que parece que tiene un saber hacer implacable y una impunidad infinita por su tremendo ingenio, pero no. No dan miedo, no te lo crees. Varga es sin duda de todos los "malos" de esta serie, el que menos impone. Con sus historias antiguas y sus referencias históricas lo único que hace es aburrir, sin ni siquiera tener esto relación muchas veces con la acción en sí. Es un tirarollos.

Me fascina, eso sí, el intento que se hace en el capítulo en el que Gloria viaja a L.A. por penetrar de lleno en la psicología de este personaje, con la historia tan sencilla como hipnótica del robot WYH.

Los demás personajes son demasiado planos. No existe una evolución clara. Ni siquiera en el personaje de Emmit, que es el que parecía que de verdad iba a cambiar completamente e iba a sucumbir o qué se yo. Pero el rumbo que coge aburre al espectador.

El personaje de Nikki no me lo creo. ¿Una macarrilla de tres al cuarto que tiene unos conocimientos de diplomacia y chantaje como si estuviese en el hampa de los años 20? No.

Los matones de Varga dan entre risa y coraje (me quedo con el psicópata de Lorne Malvo o el indio de la segunda temporada: esos sí). ¿Eres capaz de volcar un autobús de la prisión y no eres capaz de rematar la faena? Menudos negados. Parece que son fríos y calculadores pero obviamente no. Y también parece que hay una necesidad forzadísima de salvar a determinados personajes en un momento y matarlos de la forma más dramática posible: Pura fórmula. No te lo crees.

La atmósfera es de lo mejor de la serie. Se transmite como una tranquilidad inquietante, en un sitio donde casi nunca pasa nada, pero cuando pasa... hay que agarrarse. Y con ese carácter de los de Minnesota, que más bobos no pueden ser. La música, sobre todo el tema principal, está bien, aunque hay algunos temas muy extraños. (La escena de la Appassionata me gusta mucho, el único twist que me convence de la serie, mezclando un poco el sarcasmo; aunque aquí también Varga se tira el rollo).

En fin, me mantuvo en vilo durante unos cuantos capítulos, pero fue decayendo y al final todo se hacía a la vez que previsible, muy aburrido. No ha habido un buen juego de confrontación-resolución, que es lo que se pide en una buena serie. Y no un uso desmedido de cliffhangers que no llevan a ningún sitio. Demasiado hype para lo que ha sido. Si hay una cuarta temporada, espero que la hagan con la misma ilusión y esmero de la primera, que hasta ahora es insuperable.

No sé. Hay mucho de artificio y trampa. De manierismo e impostura, de vaciedad disimulada con barroquismo sanguinolento, parrafadas literarias de alto copete y zafiedades varias.
La fórmula se agota y la historia se repite. En este caso con el añadido equivocado (en mi exangüe opinión) de la cháchara autocomplaciente con muchos guiños a los cerebros privilegiados, y muy pensantes (solo a veces), que vemos estas cosas con fruición inusitada y tan malsana
Me sobra completamente ella: Winstead, imposible e inverosímil personaje. No por su simpática aparición. Sí por su penoso desarrollo. Desde la paliza inopinada recibida no pinta nada. Es absurdo que siga vivita y coleando, es una opción argumental pobre y ridícula, de renacida cutre que se trata de vengar en película infame. El mudo es la broma. Ridículo cuanto menos. Las emboscadas que preparan los dos, especialmente la diva del bridge, son la juerga. El comportamiento, su deriva, del McGregor ricacho también es bisutería barata, suma de desafueros y miserias de guion.
Me cago/carga (en) el tonillo de listillo de toda la martingala, Tarantino-True Detective, el limbo bolera, la bulimia como gruesa imagen del capitalismo compulsivo repulsivo, tragar y devolver en una rueda infinita y desoladora, la Stasi de la RDA y los Stussy de Minnesota. La insistencia satisfecha ad nauseam.
La historia está descompensada o descompuesta, mal escrita y conducida, lamentablemente concluida. Pasan muchos hechos gratuitos y sin sentido. El azar es forzado y habría que podar quintales de tonterías y gracias esnob.
En su haber está la idea general, las reflexiones generosas, Carrie Coon, los buenos medios técnicos, el paréntesis californiano, algún apunte brillante, el primer capítulo, las expectativas iniciales y el terreno ya pisado y, a pesar de todo lo dicho y denostado/comentado, (muy) querido.