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Música en la oscuridad

Drama Un soldado, que se ha quedado ciego a causa de un accidente, encuentra trabajo como pianista en un restaurante, pero no consigue acostumbrarse a que lo vean como un inválido. Una joven obrera se fijará en él y tratará de reconfortarlo. (FILMAFFINITY)
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Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
11 de febrero de 2014
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Qué Bergman tan joven. Tan dulce. No meloso ni empachoso, porque él nunca lo era. Pero sus primeros dramas con aires neorrealistas reflejaban la esperanza del amor y una tímida fe en el futuro. Sus personajes pasaban por vicisitudes y malos tragos, pero no vivían todavía en un perpetuo tormento interior. Digamos que eran mucho más planos y sencillos. Pero el sello del director ya estaba presente. Pinceladas de su escepticismo y sus dudas religiosas y existenciales, de su estilo que bajo la superficie sugiere más profundidad que la aparente, de diálogos acerados y afilados, y escenas que desafiaban el puritanismo (un fugaz y fresco desnudo, mención de un embarazo fuera del matrimonio).
Probablemente uno de los romances cinematográficos más bonitos y tiernos de toda la filmografía del sueco esté aquí.
Un muchacho de buena familia que ha recibido una buena educación se queda ciego tras un accidente. Inteligente y habilidoso, sobre todo para la música, pronto es capaz de valerse, pero el mundo pone muchas trabas a los minusválidos, tanto físicas como sociales. Bajo la tapadera de la "eliminación de las barreras", la integración y las prestaciones, se sigue mirando con condescendencia a los disminuidos, entendida en su sentido negativo de amabilidad forzada y poco benevolente.
Bengt es orgulloso, odia sentirse inútil pero lo que más detesta es inspirar compasión, de manera que se busca trabajo y vivienda propia. Como siempre necesita alguna ayuda, tiene que depender en cierta medida de otros y probará el sabor de los desencantos al toparse con gente con pocos escrúpulos.
Pero hay una amiga, Ingrid, que en los primeros tiempos de su ceguera no sólo no lo trató con esa lástima fría y casi indiferente con la que después lo tratarían. Ingrid lo admiraba, lo idolatraba. Era una jovencita empleada de hogar que se enamoró de él pero se sentía minúscula, no había acabado sus estudios y, creía ella, no había desarrollado ninguna cualidad interesante ni distinguida, era insignificante comparada con un chico cultivado como Bengt. Bergman enseña ese dedo público acusador que censura las situaciones "irregulares". La relación entre un hombre y una mujer de estratos diferentes estaba mal vista. Y más aún la de una persona "normal y sana" con alguien con taras. Mucho pregonar en teoría la tolerancia y la igualdad de los desfavorecidos, pero la práctica dejaba bastante que desear.
Como Ingrid se veía tan poca cosa, se marchó a la ciudad a continuar sus estudios y mejorar su posición, y sus caminos se separaron. Temporalmente al menos. El destino aún tiene cartas que jugar...
Una de las más brillantes interpretaciones de una persona invidente que he visto, en un papel contenido pero matizado y rico. El actor está fantástico. Me costaba recordar que en su vida real no era ciego.
Vivoleyendo
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9 de septiembre de 2009
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al parecer BERGMAN quería que ésta fuera en todo momento una película entretenida. Lo logra. Sin embargo, resulta en cierto modo decepcionante. El comienzo con la repentina ceguera onírica del protagonista -un muy mejorado BIRGER MALMSTEN- y la tierna y dulce historia de amor con la "sirvienta" hacían presagiar mejores desenlaces. El trasero matutino de la joven recuerda al de HARRIET ANDERSSON en UN VERANO CON MÓNICA. Y la SONATA CLARO DE LUNA de BEETHOVEN -que sólo tres años antes fuera utilizada en la espléndida "EL RETRATO DE DORIAN GRAY"- es de una fuerza delicada que conforta.

Mucho más prometía cuando aparece en escena GUNNAR BJÖRNSTRAND, una vez superado el idílico y platónico romance, una vez superada la esperanza del desesperanzado. Cuando ha tenido que dejar la carrera de música por vivir tocando el piano en un restaurante de un sinescrúpulos sacacuartos. Y GUNNAR BJÖRNSTRAND, decía, le decía: "Es mejor que te engañen por malicia que por lástima". Frase que prepara a nuestro protagonista para la rendición, acto seguido, ante el sinescrúpulos sacacuartos que le condena a esclavitud so pena de denuncia injusta por maltrato ... por estafa. Este maltrato al chico-para-todo del restaurante, se convierte en la pelea de la película, una constante en todas las del principio de la carrera del director.

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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
trivijuan
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3 de marzo de 2023
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Delicada esperanza. Obstáculos de aprendizaje acomplejado. Tutelas de amor/odio. Porvenir sin rumbo. Corriente de depresión compasiva. Condescendencia que lastima. Amor de vista larga. Fugas de confort con leyendas de reinicio. Pulso con dicha.

Bergman incorpora recursos que enriquecen. Subjetiva secuencias y traspasa realidades. Se aleja de la teatralidad se sus primeras obras. Juega con desdichas y optimismo. La tierna presencia de Mai Zetterling minimiza tragedias argumentales.

Menos tensa. Más romántica.
La puerta de Tannhäuser
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7 de junio de 2020
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuarta película de Ingmar Bergman. El guión fue escrito por Dogmar Edqvist, basado en su propia novela, y luego reescrito en parte por el propio Bergman.

Bergman fue un director, que a diferencia de, por ejemplo Orson Welles o Buñuel, no consiguió obras maestras con sus primeros trabajos, sino que fue evolucionando en cada trabajo poco a poco hasta llegar a depurar su técnica y su profundidad.

“Música en la oscuridad” pertenece a la llamada época de aprendizaje. Es, sobre todo, un melodrama. En esta época, Bergman dirigía una película por año.

El argumento trata sobre el soldado Bengt Vyldeke, quien, estando en unas maniobras de tiro, trata de salvar a un perrito, con tan mala fortuna que recibe un disparo en la cabeza que le deja ciego. Bergman no se centra en el proceso de recuperación de sus heridas, ni en la posible depresión posterior más allá de unas pesadillas, magistralmente rodadas, por cierto, con infinidad de manos que salen del fango y tratan de abducirlo.

Lo que le interesa es el punto de partida de su ceguera y su desenvolvimiento en el medio. En este sentido, Bergman refleja su ceguera física, pero también interna, emocional, acaso, si cabe más importante. Su rebeldía ante los que le consideran un “minusválido”, su soledad y su propia aceptación será el tema principal del film, sin descartar el conflicto de clase social.

Me ha parecido una película un tanto irregular, sobre todo por los saltos en la narración. El tema de la pareja no está suficientemente bien desarrollado. Su primera novia lo abandona al quedar él ciego, algo por lo que pasa muy de puntillas. Quizá el Bergman de los 50 le habría sacado mucho más punta. Quizá el guión enfatiza demasiado en el melodrama, el montaje es discreto y en el aspecto técnico hay pasajes brillantísimos como la pesadilla en el barro o la secuencia de los niños ciegos en la escuela, con otras poco audaces, como el disparo que le produce la ceguera.

En mi opinión, esta peli es una de las más flojas de su primera etapa en plena posguerra. Sí es cierto que la atmósfera es quizá lo mejor, y por supuesto la dirección de actores, algo que haciendo dos representaciones teatrales al año, tenía que notarse sí o sí. Me sorprende también un plano de un desnudo de espaldas, impensable en el Hollywood clásico, quizá anticipando “Un verano con Mónica”, o una escena en la que se muerde un dedo.

Me gusta mucho los planos en que a Mai Zetterling le iluminan la cara, guapísima. Especialmente hay uno en que abre los ojos de par en par, representando acaso la luz y clarividencia, en contraposición al Birger Malmsten invidente. Denota calidad.

Aunque hay bastantes elementos destacados, el conjunto adolece de solidez. Posiblemente es uno de los Bergman más convencionales de todos de este período de aprendizaje.
Gabriel Ufa
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29 de abril de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película muy convencional de Bergman, de las primeras que hizo, de su primera época.
Melodrama apoyado en algunos tópicos al uso pero que funciona bien, se deja ver y es muy efectivo. Me ha gustado. Me recuerda a una de Franklín que se titulaba "El príncipe de las tinieblas" con Merle Oberón como gran estrella.
Esta es más modesta, pero es muy buena. Se aprecia bien el dolor del personaje, cómo intenta solventar bien sus dificultades. Está muy bien narrado cómo se enamora de quien puede, de la chica de la limpieza y cómo ello le hace feliz pero le duele. Es evidente que ni no fuese ciego no se hubiera casado con ella, e incluso lo verbaliza con su madre en una conversación que ello le chica. Pero al final es ella la que elige, no él. Él hace lo que puede, ofrece lo que tiene, que además no es mucho, y ella lo escoge en vez de a otro chico, compañero de piso que tiene veleidades sindicales y políticas.
Es evidente que lo que propone el protagonista no es un gran plan de vida. No tiene trabajo, sólo quiere dedicarse a afinar pianos y ella está estudiando. Pero el amor es más fuerte que la conveniencia.
Es el primer Bergman, muy convencional, como otros tantos creadores. Para él un período de aprendizaje.
ÁAD
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