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Disobedience

Romance. Drama Una mujer que se crió en una familia ortodoxa judía regresa a su hogar con motivo de la muerte de su padre, un rabino. La controversia no tardará en aparecer cuando comienza a mostrar interés por una vieja amiga de la infancia. (FILMAFFINITY)
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Críticas 46
Críticas ordenadas por utilidad
25 de mayo de 2018
37 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una vez tuve un amigo dibujante cuyo método de trabajo era imaginar un objeto encima del folio en blanco y reseguir los rasgos con el lápiz. El proceso de creación tenía lugar en su mente, el trabajo manual no era más que facilitar al observador la información necesaria para “hacerse entender”. En otras palabras, al dibujar no estaba creando, sino intentando describir con precisión algo que ya existía. Da la sensación de que esto es lo que hace Sebastán Lelio con su película Disobedience, más parecida al retrato de una serie de sucesos reales que una historia inventada. El director resigue los trazos de unos sucesos casi palpables, con un lápiz de punta fina, sensible, cuidadoso. Se limita a abrir las puertas de su historia y a ofrecernos el mejor enfoque para seguir los acontecimientos. La existencia de los personajes va mucho más allá del encuadre desde el que los vemos. Todo lo que se dicen, todas sus acciones, siguen la lógica de una realidad que poco a poco vamos descubriendo. Aceptamos su carácter y comportamiento con la misma naturalidad que lo aceptaríamos en personas reales.

Lelio describe la cotidianidad de una comunidad judía ortodoxa desde una mirada indudablemente crítica, pero desprovista de maniqueísmo y manipulación. Nada resulta caricaturesco ni exagerado. La posición disconforme del director no impide a la familia (a pesar de su carácter hermético y absolutista) resultar interesante. Es tanta la precisión con que está descrita que observarla no puede más que despertar el interés. Todos los personajes actúan siguiendo ciertos parámetros, ninguno trata de complacer los deseos del director. Además, su interacción con los espacios es del todo natural, en gran parte gracias al especial cuidado que Sarah Finlay y Danny Cohen dedican a la dirección de arte y la fotografía. La planificación, por su parte, está ideada con el grado justo de realismo y manierismo para que la narrativa devenga transparente pero estilizada, contundente y a la vez ligera. A su vez, la banda sonora de Matthew Herbet (quien ya colaborara con el director en Gloria, trabajo galardonado por la academia como mejor película de habla no inglesa) logra hacerse evidente sin resultar invasiva, con deliciosas reminiscencias al magnífico trabajo Incantations de Micke Oldfield.

Presto especial atención a todos estos aspectos técnicos porque es francamente sorprendente la homogeneidad con que trabajan, siempre al unísono, describiendo una realidad que parecen conocer hasta el más pequeño detalle. Algo que sin duda contribuye a que las secuencias relativas a la historia de amor lésbico entre Ronit y Esti (Rachel Weisz y Rachel McAdams) se sucedan con la misma naturalidad que se sucederían las de una historia de amor entre personajes heterosexuales (pues, si bien sobra decir que igual de naturales son ambos tipos de amor, todavía hoy es poco frecuente que el cine, la literatura y el arte en general los trate de igual manera). Pero, curiosamente, esta misma historia (como ya dije, brillantemente planteada) parece pertenecer, a ratos, a una película completamente diferente. Como si el cuidado retrato de todo el escenario familiar judío ortodoxo no hubiera tenido en cuenta su irrupción. Pues, a pesar de que nada de lo que se muestra resulta inverosímil ni forzado, ambos relatos encuentran ciertas dificultades en co-existir... hecho que, por otra parte, no desentona para nada con la experiencia vivida por las dos protagonistas de esta fantástica película.
Martí
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28 de mayo de 2018
29 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las tres últimas películas que he visto dirigidas por el chileno Sebastián Lelio, tienen dos rasgos destacables en común: por una parte contienen una potente interpretación de su actriz protagonista – en este caso, por parte del apasionado dúo de heroínas – pero al mismo tiempo adolecen de un guión farragoso e inconsistente donde las cosas ocurren porque así lo decide el demiúrgico guionista que mueve los liados hilos, desmintiendo la lógica interna de sus personajes así como del devenir de la trama que en apariencia se nos propone. El resultado final acaba estando, por lo tanto, por debajo de las interesantes expectativas iniciales suscitadas, pero disimulado bajo una carpintería brillante, sugerente y ampulosa, buscando una complicidad que se ve abortada con el desenlace arbitrario que nos lleva a presenciar una conclusión que cuestiona y debilita lo que hemos estado visionando hasta ese momento con engrasada fluidez. O casi.

Estamos ante un relato polifónico donde por una parte se nos presenta la cotidianeidad en una comunidad judía ortodoxa radicada en el Reino Unido, así como los efectos devastadores y contrapuestos que dicha claustrofóbica existencia tiene sobre dos mujeres que contravienen la fidelidad a unas normas sexuales milenarias que obligan al sometimiento y a la anulación de la voluntad personal en favor de una acartonada obediencia a los dictados rabínicos más rancios. Esta misma historia la hemos vista enmarcada en otras culturas y geografías, por ello el cambio radica en el delicado mimo por el detalle y la veracidad en la reconstrucción de una sociedad endogámica, por completo contemporánea pero alejada de la realidad más inmediata, ayuna de compasión y de empatía, cegada por el acatamiento de preceptos y leyes que no han sido revisados en milenios.

Lo novedoso viene dado por la mirada bondadosa con que se envuelve el relato, dejando claro quién cuenta con la simpatía y apoyo del guionista y director – sus desdichadas protagonistas femeninas – y quién debe ser denunciado por anticuado y caduco – es decir, el colectivo cavernoso que retrata. Pero es justamente ese planteamiento maniqueo y mañoso, por muy de acuerdo que el espectador pueda estar con el fondo de la cuestión, lo que debilita y domestica la narración, ya que exige al espectador una toma de postura unívoca y sin fisuras hacia las víctimas, no dejándole ninguna libertad a la hora de enjuiciar lo que se está viendo. Es decir, estamos ante una cinta de tesis, donde se pregona la libertad individual el tiempo que se censura la disensión de dicho mandamiento. ¿Contradictorio, no?

Sin embargo, las espléndidas interpretaciones de Rachel Weisz y Rachel McAdams – muy bien arropadas por Alessandro Nivola – nos hace olvidar las deficiencias del planteamiento y nos sumergen en el torbellino propuesto sin apenas resistencia.
antonalva
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29 de octubre de 2018
28 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me ha gustado. Me he llevado una pequeña decepción, esperaba otra cosa. Es un poco aburrida, lenta, no pasa casi nada y lo más importante, no tiene esa carga dramática que se espera de este tipo de películas. Actuaciones buenas del trío protagonista, bien hecha, historia interesante, pero no destaca en nada. No la recomiendo.
fernando mora lópez
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15 de febrero de 2019
17 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo único remotamente interesante de esta película es la historia de amor prohibida entre las protagonista, lo que en sí el pilar de la historia. El problema es que se desarrolla de forma tediosamente lenta que no nos emociona acerca de lo que se viene sino que nos hace preguntarnos si vale la pena seguir viendo…

No digo que los aspectos religiosos/culturales no sean los adecuados, de hecho son realmente interesantes pero encuentro que el relato en sí se mueve a un ritmo extraño que le quita toda la chispa que le agregan ambas mujeres.

Ni siquiera las escenas subidas de tono salvan la película y eso es decir bastante.

¿Tal vez estaba dirigido a un público diferente?
Bazinga
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27 de mayo de 2018
14 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con esta película queda clara la predilección de Sebastián Lelio por los personajes femeninos fuertes, valientes e independientes, que se rebelan ante un destino infeliz que parece marcado. En esta ocasión se sirve de dos de ellos para firmar un melodrama de aire clásico y desarrollo convencional en el marco de una comunidad religiosa cerrada y opresora. Lo hace sin grandes alardes ni ambiciones autorales, sabedor de la riqueza del texto que tiene entre manos, dejando simplemente que éste fluya para desembocar en las aguas de las historias pasionales y los amores imposibles. Se le nota, a la vez, cierta precaución para no herir sensibilidades en un entorno que le es ajeno. Trata con cuidado a sus personajes, y deja en manos de su eficiente trio protagonista el peso del relato.

Estamos ante una película que habla, básicamente, de la valentía. Personificada en la figura de Esti, capaz de dar un giro radical a una vida de la que no es dueña. Es ella quien provoca la llegada de esa luz que ilumina un presente oscuro. Y se erige así en el eje central de la lucha entre el deseo y el deber. Una lucha de la que solo se sale a través de la desobediencia, esa palabra a la que injustamente se suele dotar de connotaciones negativas, y que en realidad es el primer e imprescindible paso para alcanzar la libertad.

Lo mejor: la coherencia entre forma y fondo.

Lo peor: un final algo desconcertante y algún recurso narrativo prescindible.
AMQE
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