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El ciudadano ilustre

Drama. Comedia Daniel Mantovani, escritor argentino galardonado con el Premio Nobel de Literatura, hace cuarenta años abandonó su pueblo y partió hacia Europa, donde triunfó escribiendo sobre su localidad natal, Salas, y sus personajes. En el pico de su carrera, el alcalde de Salas le invita para nombrarle "Ciudadano Ilustre" del mismo, y Montavani, contra todo pronóstico, decide cancelar su apretada agenda y aceptar la invitación. (FILMAFFINITY)
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Críticas 116
Críticas ordenadas por utilidad
14 de septiembre de 2016
127 de 140 usuarios han encontrado esta crítica útil
“El Ciudadano Ilustre” es la cuarta película realizada por la dupla Cohn-Duprat y, como sus anteriores trabajos, es una buena recomendación de cine argentino.

En la cinta, se cuenta la historia del Premio Nobel de Literatura Daniel Mantovani, un escritor nacido en un pequeño pueblo rural de Argentina, llamado Salas, del cual huyó hace más de 40 años para radicarse en Europa, sin haber vuelto jamás a pisar su país natal. Sin embargo, esto cambia cuando, sumergido en una crisis existencial, acepta una invitación desde Salas para ser nombrado “Ciudadano Ilustre”. Su regreso no irá tan bien como lo esperado y la expresión “Nadie es profeta en su tierra” se hará presente.

Como en “El Hombre de Al Lado”, la idea principal de la película es mostrar la incompatibilidad, la repugnancia que resulta del choque entre los opuestos. En la cinta del 2010, a partir de dos vecinos en disputa por una medianera, se trataban las diferencias de clases sociales. En esta oportunidad, vemos el contraste de dos culturas totalmente distintas. El exitoso intelectual del primer mundo se encontrará con un pueblo (exageradamente) del interior, atrasado en el tiempo, cuyos habitantes pasarán de recibirlo como un héroe a considerarlo el enemigo público N°1. Envidia, intolerancia y odio hacia Mantovani y su obra aflorarán, junto con acusaciones de traición e hipocresía, y todo irá en un “in crescendo” de violencia.

Oscar Martínez hace un trabajo formidable, entonando monólogos que son todo un goce y construyendo un personaje poco carismático, ambiguo y lleno de contradicciones. Bien merecida tiene la Copa Volpi recibida en Venecia. El resto del reparto también cumple en los papeles secundarios (un tanto estereotipados), aportando mucho a la ambientación de Salas. Mención aparte para Dady Brieva, cuya interpretación es responsable de los principales gags y resulta muy creíble en el plano psicópata.

La historia se halla dividida en capítulos no de forma gratuita, lo cual se agradece, y el guión, sin tener un nudo o conflicto específico que resolver, aporta una tensión constante que mantiene al espectador expectante a los hechos hasta el final del metraje; que si bien posee momentos en que el ritmo baja, estos son pocos. El humor es efectivo, sobre todo en la primera parte de la película, pero se vuelve algo básico y repetitivo en ocasiones.

En conclusión, otro paso en firme por parte de los directores Mariano Cohn y Gastón Duprat, de los principales a tener en cuenta dentro del cine argentino, y una película con grandes actuaciones que se disfruta mucho y suscita la charla tras su visionado.
Tiago Limardo
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17 de septiembre de 2016
115 de 159 usuarios han encontrado esta crítica útil
-Si nunca fuiste a un pueblo argentino, puede que la película no te parezca tan genial (aunque conozcas pueblos de otros países).

-Si no sos de los que aman observar las conductas humanas, puede ser que la película no te parezca tan genial.

-Si no te gusta el humor costumbrista, puede que la película no te parezca tan genial.

Si te gusta el cine en general, la película te va a gustar porque de por si es buena. Pero si te sentís identificado con los tres ítems que escribí arriba, la película te va a parecer genial como a mi.
Daniel
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15 de septiembre de 2016
64 de 74 usuarios han encontrado esta crítica útil
Daniel Mantovani a los 20 años, escapó de un pequeño pueblo, tal vez presentía que si se quedaba moriría de asfixia. Nunca volviò, ni para el entierro de su padre. Se fué sin que lo echaran, huyó para crecer, de un lugar donde no podría hacerlo, y paradójicamente su obra y sus personajes giran alrededor de sus vivencias en la infancia y adolescencia construyendo la base de su obra literaria premiada en Suecia.
Hombre reservado y de pocas palabras, se da el lujo de ir a recibir un premio Nobel y endilgarles en la cara a los patrocinadores del premio que "lo estàn usando", y luego se autoincrimina como principal responsable, quedando más o menos bien parado..o algo así. No sigue el protocolo (en la historia de este premio algunos otros tampoco lo hicieron) y a mi modo de ver tuvo suerte de que los suecos no le sacaran el premio de la mano y los casi 800.000 Euros que lo constituyen. Un hombre un poco particular..
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
lassie
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26 de noviembre de 2016
41 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué es cultura y de qué sirve? ¿Para qué o para quién escribe un escritor? ¿Para escapar de una cárcel sin muros ni barrotes? ¿O para refugiarse en la imaginación y crear un edén ficticio? ¿Acaso manda mensajes cifrados a todos los que dejó atrás o quizás lanza avisos en clave – como un náufrago atorado – escondidos en botellas de colores para que los encuentren y le rescaten? Este filme argentino no ofrece respuestas, sino que plantea una situación a caballo entre el esperpento, la tragicomedia costumbrista y el desencanto. No dictamina, sino que se contenta con arrojar una multitud de interrogantes mientras ofrece un retablo áspero y nada alentador de la sociedad que habitamos, ahíta de bullicio e hipocresía, cegada por los ajustes de cuentas y los desengaños, atiborrada de fantoches y embaucadores.

Hay regresos imposibles. Es utópico creer que podemos retornar de donde nos fuimos porque volver no es sólo regresar a un terruño, ya que nos olvidamos que el paso del tiempo es un barniz corrosivo que se escapa a nuestro albedrío y lo cambia todo, aunque el paisaje permanezca inalterable, las casas conserven sus desconchados y la gente simule ser la misma, pero nunca hay vuelta atrás porque no podemos desandar el decurso de los años que corroe a las personas y altera las sustancias. Sólo podemos volver a nuestro recuerdo que permanece inalterado o congelado, pero los andurriales – como los individuos – mudan de piel sin por ello cambiar, en apariencia, ni lo más mínimo. Todo deviene en un simulacro, se vuelve un engaño consentido.

La amargura y la desilusión campan a sus anchas, pero se ven atemperadas por el humor, la compasión y la ironía. El sarcasmo es al bálsamo reparador que hace habitable un pueblo espectral del que sólo cabe la huida para sobrevivir. Si no caeríamos presos del abatimiento o la depresión, del horror o de la angustia. Marcharse es la única forma de conservar para siempre inalterado un laboratorio fértil del que servirse para los experimentos narrativos o las divagaciones lingüísticas, es la paradójica dádiva fértil de una tierra baldía donde sólo germina el resentimiento o la fuga. Egregio despropósito querer regresar al calabozo de las desdichas y salir indemne. Las heridas no son sólo las del cuerpo y las cadenas anegan las charcas de la desmemoria que amenazan con asfixiar el ánimo.

Con un estilo visual seco y elocuente (casi documental), con unos diálogos afilados y cerriles – así como con la memorable interpretación de Óscar Martínez – se consigue el milagro de dotar de vida un relato plagado de espectros y desguaces. La realidad produce monstruos.
antonalva
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18 de septiembre de 2016
45 de 57 usuarios han encontrado esta crítica útil
Su lanzamiento pareciera arrancar (al menos en Argentina) con un nuevo enfoque en la presentación de un producto cinematográfico, en donde se propone una ficción en la que se mezcla de manera endemoniada al actor principal con el propio personaje, supuesto escritor del mismísimo libro en el que se detallan las características de propio guión que constituye la historia.
Crear un personaje ficticio para intentar confundir al público con su posible existencia no es un hecho nuevo: todo el arte es creación de elementos desde la mente del artista. Así como la corporización de Dios o Adán en los murales de la Capilla Sixtina es mera imaginación de Miguel Angel, pero igual conmueve; los autores siempre han intentado dar vida a grandes inexistentes, se llamen Madame Bovary o Dorian Gray.
Hubo autores que dejaron atrás sus propias identidades para dar vida a escritores que nunca existieron. Como fue el caso del Bustos Domecq de Borges y Bioy Casares, o la inexistencia real de los escritores portugueses Bernardo Soares, Alberto Caeiro, Álvaro de Campos, y Ricardo Reis, elogiados y a la vez criticados entre sí por el verdadero inventor de ellos: Fernando Pessoa.
Aquí se crea un personaje absolutamente ficticio, involucrado en cuestiones también de ficción, como que haya él sí recibido el Premio Nobel que reiteradamente le fue negado a su compatriota Borges.
¿Puede la ficción distorsionar hasta tal punto la realidad? Cuando se lo hace ¿es más un juego que arte? Me vienen a la memoria las travesuras con la historia del Zelig de Woody Allen o los Gloriosos Bastardos deTarantino.
Andrés Duprat, el actual director del Museo de Bellas Artes en Buenos Aires, arquitecto y experimentado curador de arte, es también el guionista de cine que acompaña a su hermano con su socio Cohn en la interesante carrera audiovisual. Pergeñaron años atrás los distintos ciclos de la serie televisiva “Televisión abierta”, un engendro entre kitsch y bizarro que ha hecho las delicias de toda una generación, y crearon la dinámica chisporroteante del canal Ciudad Abierta.
Así como los “happenings” y las “instalaciones” recrearon unas décadas atrás la concepción de las artes plásticas algo más inactivas, estos tres artistas se han propuesto ahora que el cine trascienda el mero hecho de ser una proyección a secas. Y pasar así a ser una conjunción de actos creativos, conjugados en una unidad de percepción múltiple y activa.
Leer el libro o ver la película, ¿son opciones? ¿La entrega de los Premios Nóbel es una realidad más concreta de la que se filma o la idea que se plasma en su relato desde supuestos testigos? ¿La obra creada con personajes actuados es más o menos posible que los acontecimientos que se cuentan en cualquier historia? ¿El hecho creativo deja de ser ficción cuando se lo corporiza?
Como cualquier otro mito, una historia instalada como tal suele ser más fuerte que la historia original que le dio sentido. Y muchas veces es más verdadera desde el relato, que lo que sucede en el día a día. Al menos, suele ser más permanente. ¿No es un argumento de validez?
El texto de Duprat (o del trío, nadie termina de asegurarlo) abunda en guiños sobre la propia naturaleza de la creación, válidos para descifrar –o tal vez comenzar a hacerlo- sobre la intención de esta propia obra.
El principal problema del film, es común a casi toda obra cinematográfica: está obligada a ceñirse a un tiempo limitado, que permita al espectador no sentirse abrumado de estar inmóvil mucho tiempo frente a una pantalla. Un tabú comercial que concluyó con la actual fortaleza que hoy tiene el streaming ya que cientos de personas pasan horas y horas para ver temporadas de 12 o 13 horas de sus series favoritas.
Y dado que gracias a internet, hoy se puede conocer todo el espectro de la crítica cinematográfica de un saque, invito a los lectores a hacerlo.
Antes que nada, quiero que conozcan mi posición frente a la crítica periodística, teniendo en cuenta la curiosidad de que yo mismo la he practicado en algún momento de mi labor. La crítica es –apenas- una opinión arbitraria y bien solitaria de alguien que, con algún bagaje técnico y cierta experiencia trata de orientar sobre lo que presenció.
Pero la obra de arte siempre está ahí, en general para ser apreciada, degustada o vivida. La tarea del crítico es sólo brindar una expresión personal a través de sus prejuicios, paradigmas y muchas veces la peor parte de su yo: fobias, obsesiones y visión distorsionada. También apenas.
Yo pienso que pocos críticos entendieron lo que es y lo que pasa con esta nueva experiencia.
“El ciudadano ilustre” es una creación fantasiosa de Daniel Mantovani, que poco tiene que ver con que sea o no ilustración de un caso vivido por él. Hace cuarenta años que dejó su tierra, y sólo le queda imaginarse todo. Intenta explicarlo en una conferencia de prensa, repleta de críticos que le hacen preguntas que lo exceden.
Estamos frente a una verdadera “instalación”, revestida con cierto aire oculto de ser un film o un relato escrito. Y si nos basamos en la obra completa del trío, no hay que leerla como una secuencia de escenas costumbristas, sino como una verdadera madeja que apela más al surrealismo que al naturalismo.
Pero la mayoría de los críticos argentinos siguen creyendo – los verdaderos y los de la ficción- que la historia es una obra costumbrista más. Habría que recordarles que la ficción es ficción, y un film es un film (http://www.todaslascriticas.com.ar/pelicula/el-ciudadano-ilustre).
Y hablando de limitaciones, este comentario era más largo, pero debió ceñirse a ¡6000 caracteres!
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
carlygom
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