En la boca del miedo

Fascinante, sobretodo por su final. "En la boca del miedo" es una película de terror muy completa. Tiene un guión fabuloso, Carpenter la dirige sin excesos y Sam Neill hace posiblemente la interpretación de su vida.

El film comienza en un psiquiátrico, allí John (Sam Neil) le parte las pelotas a un enfermero mientras grita: ¡¡Yo no estoy loco". Después Carpenter nos cuenta con un flashback como John, un investigador de seguros, es contratado para que encuentre al novelista de terror Sutter Cane, quien ha desaparecido sin entregar su último libro. Ante la desaparición de Cane, todos sus fans y lectores comienzan a comportarse de manera extraña y a cometer delitos. John buscará a Cane en en un pueblo de ficción que sale en sus libros, y allí todo se vuelve muy misterioso y peligroso. La obra de Cane es como dice él mismo "La Biblia del Mal", y de ella surgirá el caos.

El film está muy bien elaborado, atrapa, tiene suspense y da miedo. Pero lo que hace especial a este film es su final. Un final de una lucidez asombrosa.

No se menciona el nombre de Lovecraft ni una sola vez, pero esta es la película definitiva sobre el alucinado mundo del autor de "En las montañas de la locura" o "La sombra sobre Innsmouth". Con un extraño reparto -Sam Neill, Julie Carmen y Charlton Heston, entre otros- y una sucesión de escenas de pesadilla, "En la boca del miedo" nos devuelve la concepción de un terror infernal y viscoso, más allá del tiempo y el espacio, jamás conseguida en ninguna recreación cinematográfica de las obras del escritor.

'La cosa' y 'La boca del miedo' son películas en las que Carpenter se mete en problemas filosóficos de la manera más cruda posible. Si bien es cierto que la inspiración de Carpenter para esta peli fue su devoción a Lovecraft tambíen lo es el que Carpenter aproveche para ir un pocos mas allá de los mitos de Lovecraft y nos pinte la posibilidad de una realidad muy diferente (una realidad azul, tal vez).
En 'La boca del miedo' el problema será metafísico, la lógica e inalterable realidad va a cambiar drásticamente y nada podrás hacer para evitar dicho cambio. Pueblos imaginarios que aparecen al instante, carreteras en las que tomes la dirección que tomes vas al mimo punto siempre, toda la realidad con una tonalidad azul, despedazan la lógica de un Sam Neill que vive una pesadilla sin soñarla y de la cual no tiene escape.
Al igual que 'La cosa', 'La boca del miedo' no es para todos, no hay grandes efectos especiales ni terror adolescente al estilo Jason Vorhees, es simplemente otro tipo de terror, algo más claustrofóbico que el usual.

Para todos los que creemos en el destino, la vida no deja de ser una especie de novela (rosa, negra, gris o todo a la vez, según el caso) de la que no podemos escapar. Afortunadamente —o no—, sin embargo, lo más habitual es que la mayor parte de los mortales desconozcamos por completo el guión de nuestras vidas y que, gracias a ello, nuestra particular existencia discurra inexorable e imperturbablemente sin que nunca jamás podamos revertirla.

Lo jodido sería, pues, que conociéramos ese guión. Que lo hubiéramos leído previamente y que, descontentos con él, quisiéramos alterarlo. Máxime si el autor de ese escalofriante libreto fuera un enloquecido (pongamos por caso) Stephen King. Menuda papeleta ¿no? Pues bien, ése es —en resumidas cuentas— el argumento de “En la boca del miedo”. Un peliculón que constata que no todo es mierda en el género de terror de bajo presupuesto y que cuando un director se deja llevar por buenas referencias (en este caso, Lovekraft), enhebra un sólido guión y consigue imprimir la atmósfera adecuada, el resultado final no puede ser otro que excelente.

Ocho terroríficas estrellitas, pues, para una fascinante peli de jiñe psicológico que pone de manifiesto el viejo y eterno debate entre fantasía y realidad y que cuenta —ojito al dato— con un desenlace final absolutamente espeluznante. Sólo añadiré que, si no la habéis visto, ya estáis tardando.

El demonio me llevó por el vacío sin sentido
Más allá de los brillantes enjambres del espacio dimensional,
Hasta que no se extendió ante mí ni tiempo ni materia
Sino sólo el Caos, sin forma ni lugar.
Allí el inmenso Señor de Todo murmuraba en la oscuridad
Cosas que había soñado pero que no podía entender,
Mientras a su lado murciélagos informes se agitaban y revoloteaban
En vórtices idiotas atravesados por haces de luz.

Bailaban locamente al tenue compás gimiente
De una flauta cascada que sostenía una zarpa monstruosa,
De donde brotaban las ondas sin objeto que al mezclarse al azar
Dictan a cada frágil cosmos su ley eterna.
"Yo soy Su mensajero", dijo el demonio,
Mientras golpeaba con desprecio la cabeza de su Amo.

H.P.Lovecraft