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Manhunt: Unabomber (Miniserie de TV)

Serie de TV. Intriga Serie de TV (2017). 8 episodios. Desde su cabaña remota en las montañas de Montana, entre los años 1978 y 1995, el matemático y terrorista Theodore Kaczynski (Paul Bettany), apodado "Unabomber", envió por carta 16 bombas a diferentes objetivos, como protesta por la sociedad moderna industrializada y la destrucción de la naturaleza. Las bombas de Kaczynski mataron a tres personas e hirieron a otras 23. El agente del FBI Jim Fitzgerald ... [+]
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Críticas 40
Críticas ordenadas por utilidad
27 de noviembre de 2017
64 de 83 usuarios han encontrado esta crítica útil
Unabomber es conocido por ser un terrorista que envió 16 bombas utilizando el servicio de correos en los Estados Unidos entre el 78 y el 95. Esta serie es una crónica de la búsqueda que se realizó para capturarle y que concluyó gracias al análisis lingüístico del perfilador del FBI Jim Fitzgerald, y cuenta con un guión bien planteado, y buena dirección e interpretaciones, en particular la de Paul Bettany.

Tras Unabomber, se encontraba Ted Kaczynski, alguien que se alejaba mucho del tipo de persona que buscaron durante mucho tiempo. Provenía de una familia normal y tenía un alto cociente intelectual que le permitió adelantar varios cursos en la escuela, llegando incluso a entrar en Harvard con sólo 16 años.
Tenía un gran talento para las matemáticas, hasta el punto de que había muy pocos en el mundo capaces de entender sus disertaciones.
Por otro lado, también tenía una gran dificultad para conectar con otros, no encajaba. Y durante su estancia en la universidad fue sometido a un estudio de personalidad que formaba parte de uno de los proyectos MK Ultra de la CIA en el que le hacían creer que debía defender argumentos filosóficos por los que luego recibía ataques psicológicos y ponían a prueba su capacidad de estrés como parte de su experimento.
Hacía el 71, después de ejercer un tiempo como profesor adjunto, decidió apartarse de todo y trasladarse a una cabaña en Montana, en la que cazaba, recolectaba y vivía aislado y de forma autosuficiente.
En el 95 ofreció la posibilidad de detener las bombas a cambio de que publicasen su manifiesto en The New York Times. Titulado "La sociedad industrial y su futuro" alega que el sistema tecnoindustrial obliga a la gente a comportarse de un modo que se aleja de los patrones naturales de la conducta humana y conlleva una perdida de libertad, por lo que defiende la idea de una revolución.

La serie plantea los hechos de modo objetivo y se adentra en su psicología para plantear hasta que punto su soledad y aislamiento le afectaron.
En alguna ocasión el aislamiento puede ser beneficioso como proceso de autodescubrimiento, para alejarse de la infinidad de estímulos del mundo moderno y disminuir la información, con el fin de recuperar el ritmo vital y procesar mejor la información, no obstante, somos seres sociables por naturaleza y el aislamiento conlleva riesgos, como la construcción de ideas desadaptativas que es lo que ocurre con ideas de base que son disfuncionales en algún aspecto al volverse más complejas, la unidimensionalidad, cuando no hay otro punto de vista con el que comparar, o la dogmatización de la individualidad, en que cada vez se es más singular y la distancia con los demás crece inevitablemente.
Y describe la historia de alguien inmerso en una profunda soledad y aislamiento que cometió actos horribles.

"Han traído la cabaña. Pero no han traído el bosque, los árboles ni las estrellas. Era hermoso" .
mi_mo_ca
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6 de diciembre de 2017
52 de 66 usuarios han encontrado esta crítica útil
275/19(25/11/17) Absorbente miniserie estadounidense creada por Andrew Sodroski (producida entre otros por el ahora controvertido Kevin Spacey) para el Discovery Channel, relato ficticio de la verdadera historia de la búsqueda del FBI por el hombre conocido como Unabomber, famoso terrorista, se dedicaba a mandar bombas por correo a gente relacionada con el mundo de la tecnología, ya que tenía la convicción de que el progreso científico humano estaba yendo demasiado lejos y que había que volver más a la naturaleza. Él mismo lo cumplió a rajatabla, vivía completamente aislado en una cabaña de madera sin comodidad alguna en Montana, sobreviviendo de forma autosuficiente a base de cazar y plantar un huerto. Causante de tres muertes y veintitrés heridos con sus paquetes explosivos, fue atrapado en 1996, a los 54 años de edad, y aún está vivo. La serie reconstruye el minucioso trabajo del FBI para encontrarlo, en especial por la rama de la filología, ya que las únicas pistas que se tenían de él eran sus extensas cartas y disertaciones escritas, una de las cuales exigió que fuera publicada en la prensa nacional. Su manera de expresarse y peculiaridades ortográficas fueron estudiadas al detalle, dando lugar incluso a una nueva rama científica, la "lingüística forense". Manteniendo la homogeneidad y solidez narrativa el director en los ocho episodios el director Greg Yaitanes ('Perdidos', 'Heroes', 'Prison break', 'House', 'Anatomía de Grey', etc), con unos inteligentes guiones que saben sortear el hándicap de que sabemos cómo acabará, ofreciendo un sinuoso relato procedimental sobre la (desconocida) importancia de la lingüística, aderezado por un protagonista (Fitzgerald) obsesionado enfermizamente (lo cual lo que pone ante un clásico de su problemas familiares ante su estajanovismo) en su objetivo de dar caza al terrorista (luchando contra la incomprensión de sus superiores), y sabiendo darle a su vez alma y humanidad al antagonista (al que se le dedica por completo un sobresaliente episodio para intentar comprender su comportamiento radical), además cuenta los hechos de modo fragmentado, salta hacia atrás y hacia adelante, montando un atractivo puzle, ello con un ritmo ágil, con picos de intensidad arrolladora, sabiendo hacerte reflexionar sobre los acontecimientos.

La serie desde el principio expone hábilmente a los dos antagonistas (Fitz y Kaczynski) como seres con muchas similitudes, los dos obsesivos, solitarios, individualistas, arrogantes, testarudos, rígidos en sus convicciones, solo viven su fin, uno por sus ideales (atrofiados) y el otro para cazar al terrorista. Para potenciar estos paralelismos los vemos en varias ocasiones dialogando de modo profundo, en prisión, en estupendos juegos psicológicos de poder, siendo estos ententes de lo mejor de los episodios, dosificados de forma que cuando se producen provocan interés y mucha atención. Uno de los puntos fuertes es el cuidado y mimo con que se retrata a Kaczynski, no se le justifica, ni idealiza, se le da un perfil con sentimientos encontrados, donde su inteligencia excepcional fue en realidad su enorme carga (cuando era un estudiante de 16 años en Harvard, fue víctima del siniestro programa de control mental secreto organizado por la CIA, MK Ultra), se delinea como tipo con virtudes y defectos, con anhelos y frustraciones, si no empatía, por lo menos entendimiento de su proceder fanático.

La serie hace aguda disección (sobre todo en un episodio) sobre la ética periodística, cómo el terrorismo necesita de la plataforma mediática para su mensaje se dé a conocer, en muchos casos el terror (atentados) son solo llamadas de atención desesperadas para aparecer en los noticiarios, para sus demandas sean oídas, poniendo en tela de juicio la importancia de dar o no voz a estas “ideas”, incluso ante chantajes, si un gobierno a de acceder a ser extorsionado por el terrorismo, si esto no es sentar un peligroso antecedente. Asimismo como desde poderosos medios de comunicación con información crucial se llega a chantajear al FBI, debiendo acelerar la captura del máximo sospechoso antes de que todo saliera a la luz. Esto es manejado con inteligencia y dejando al espectador saque sus propias conclusiones.

Cabría reprochar cierta redundancia en ciertos recursos, me refiero a cuando Fitz se encuentra bloqueado en su investigación y un hecho aislado sin aparente relación con ello le arroja luz sobre, entonces Fitz se enfrasca en desarrollar la teoría que ha pertrechado por casualidad, y tras el éxito (para Fitz) de la misma se lo comunica a sus superiores y entonces choca con el menosprecio de sus jefes, Don Ackerman (Chris Noth) y Stan Cole (Jeremy Bobb), a sus teorías indagatorias, esto ya muy manido, esto para elevar el heroísmo del ínclito, sobre todo cuando sabemos que al final tendrá razón el subalterno. A destacar además la buena ambientación, un buen Sam Worthington como el agente del FBI y sobre todo un brillante Paul Bettany como el ermitaño Unabomber.

Paul Bettany se funde de modo extraordinario con su personaje, se mimetiza, se hace uno, no ves actuación, ves a Ted Kaczynski, exhibe el mundo interior convulso de un tipo fundamentalista, ser solitario, misántropo, antisocial, eremita, y esto él lo encarna con autenticidad, reflejando en su rostro las heridas que el mundo le ha ido dejando, sabiendo aunarlo con autodeterminación y seguridad en sí mismo en los enfrentamientos con Fitz; Sam Worthington da bien con el rol del obsesivo agente del FBI Fitz, aunque con altibajos, le falta algo de registros emocionales, esto se hace más patente en los duelos con Bettany; Resto de secundarios son cumplidores con Chris Noth como jefe duro de Fitz, Lynn Collins como la lingüista Natalie que ayuda a Fitz, o Lynn Collins como Ellie, la típica esposa dejada de lado por la obcecación profesional de su marido.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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12 de marzo de 2018
27 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nos encontramos en un periodo alarmante de falta de ideas originales en el mundo del cine y la televisión, a la vez que hay más oferta (mil plataformas distintas con producción propia) y demanda (¿a smartphone por habitante mundial salimos? pues casi...) que nunca. Pero han encontrado una mina que van a explotar más que el Unabomber, la historia criminal americana que puso de moda el siempre hype necesario que fue 'Making a Murderer' y que después replicó con grandeza el díptico documental/serie sobre O. J. Simpson.

Manhunt: Unabomber bebe mucho de esta última ya que también trata sobre un personaje muy arraigado a la cultura popular americana, pero la forma de contar la historia se acerca mucho a Hannibal, (que recomiendo muchísimo) donde la identificación héroe/villano es sospechosamente similar aunque sin la imaginería visual inigualable de la serie del impresionante Mads Mikkelsen, y la más reciente Mindhunter, creación de David Fincher que va calando poco a poco hasta que irremediablemente te llega a los huesos. En este caso Unabomber es adictiva y es muy probable que la veas en dos días pero no consigue dejar el poso de las anteriormente menciionadas.

Uno de sus grandes problemas es el arco argumental del protagonista y del actor que le da vida, un Sam Worthington, que es incapaz de expresar un solo sentimiento ni de mover un músculo de la cara, es muy difícil empatizar con este personaje por lo que todas las pérdidas que sufre en familia, trabajo, amistad, orgullo, no las sentimos como nuestras, no nos importan absolutamente nada cuando lo que todos estamos deseando es ver cada segundo al Unabomber, interpretado esta vez si, con gran acierto por Paul Bettany. Ni sufrimos con nuestro protagonista y mucho menos nos alegramos cuando consigue su propósito, nos quedamos con ganas de más minutos para el villano, de saber más del manifiesto, y no tanto de cómo está escrito, creo que esto no han sabido explotarlo nada bien, también a destacar un montaje a base de fundidos a negro que es realmente molesto.

Estoy seguro que tendrán material para producir un documental mucho mejor que esta serie, que aunque es adictiva y se consume rápido pasa pronto al olvido y no deja poso, al dar tanto protagonismo a este 'antihéroe' pero no haberlo dibujado bien como si hizo Fincher en Zodiac y Mindhunter, con grandes secundarios que le aportaban infinidad de matices al protagonista, cuando en Unabomber tanto el protagonista como los secundarios (familia, compañera, jefes, interés romántico) dejan mucho que desear.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Tyler
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23 de diciembre de 2017
23 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fritz Lang dijo algo así que una buena película debía ser entretenida además de poder sacar temas de los que hablar después con tu pareja.
Esta serie cumple con creces esas características.

El ritmo es el que debe ser, ni pausado ni acelerado. A cada procedimiento se le da el tiempo y el ritmo adecuados. Cada personaje principal tiene un transfondo y está perfectamente construido, sobre todo el de Unabomber, que Paul Bettany clava hasta ser su mejor interpretación en décadas. Su personaje es cabal, coherente; puedes empatizar con él, lo comprendes y hasta compartes muchos de sus pensamientos, no así las formas. No es un villano arquetípico, no es histérico, no es frío. Transmite. Es humano. El de Fitzgerald, el analista de personalidad, también, pero Worthington no es tan buen actor como el primero, aunque cumpla. Se agradece también que no lo pongan como a un caballero blanco. Para conseguir su presa sacrifica hijos, mujer, amistades y compañeros de trabajo, a los cual llega a traicionar para conseguir sus objetivos. Se agradecen los grises. Mucho. Los secundarios son también excelentes en un acierto completo de reparto.

Los elementos técnicos de la serie también son de primera categoría. En este sentido, nada que reprochar.

Uno de los pequeños fallos que tiene Manhunt: Unabomber, es que muchos descubrimientos son como por casualidad a través de conversaciones laterales. Muy en la línea de House. Un recurso muy manido, muy cinematográfico. Hasta aquí, poco que decir. Lo malo es que lo repiten demasiado a menudo, así como el rechazo a ese descubrimiento de los superiores. Otro problema es el recurso de los problemas de la infancia. No discuto que fuese así (no en vano, se basa en hechos reales), pero tanto psicoanális y que la infancia sea el origen de todos los males llega un momento que aburre.

Finalmente, el manifiesto. Es el alma de todo. Sin él, no habría análisis lingüístico, no habría trama, no habría duelo de personajes; no empatizarías con el "malo". No habría casi guion. Las bombas son el reclamo, nada más. Literalmente. La sustancia está en el manifiesto, todo un canto y análisis de la libertad.

¿Somos libres? No somos libres de no comer porque nos morimos. No somos libres de no abrir un sobre de correos. Todos lo abrimos. Obedecemos. Respetamos un semáforo en rojo incluso cuando no hay coches en kilómetros a la redonda. Obedecemos cuando no tenemos porqué. Compramos un coche para ser más libres... pero debemos pagarlo y sacrificamos tiempo y dinero para hacernos con uno y mantenerlo. Tenemos televisión, casa o móvil para comunicarnos, pero siempre queremos uno mejor, más grande. Y obedecemos. Lo compramos. La tecnología debería traer más libertad, pero la ha restringido con la vigilancia constante. Los ordenadores acercan más el mundo, pero sin ellos, hoy la sociedad que conocemos se iría al traste. Lo que es liberador al comienzo, te esclaviza al final. Es toda una contradición, como el ser humano. La libertad y el sentirse libre, por tanto, es una opción. Y el ser humano ha decidido obdecer. Ser borrego.

Todo ello reflejado en una soberbia escena final, donde el cine (la imagen sobre todo lo demás) alcanza su máximo grado. No es que haya otras secuencias magníficas. Las hay y muchas: la conversación sobre el origen del lenguaje eslavo es otra digna de ser recordada, así como cuando Fitz llega a la cabaña y se sienta a leer o cuando Fitz y Ted hablan en la base aérea. Pero la última... es perfecta. Me parece.

Magnífica serie, sin duda. Siete horas de visionado muy bien aprovechadas.

Espero que os aproveche también.
Áralan
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8 de agosto de 2017
16 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando el ser humano decide volverse contra sus prójimos, llegando a conclusiones que contraponen incluso a sus mismos manifiestos, dónde por motivos de la naturaleza humana, el propio "robot" que nos gobierna, decide emprender un camino opuesto a la de sus semejantes, un camino para dejar huella en las sociedades de su mente, llevando el dolor y el miedo como mensaje.
Un adversario que ni si quiera fueron capaces de entender hasta bien pasados los años, cuyo principal error de sus organizaciones fue la de subestimar el cerebro detrás de todos esos atentados.
La serie ya merece la pena tan solo porque la historia es un hecho real, por la figura de Ted Kaczinsky, pero además la producción, el desarrollo de la historia, las interpretaciones, están a la altura para contarnos la vida y obra de semejante asesino.
CHRISZAMBA
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