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Twentynine Palms

Drama David, un fotógrafo independiente, y Katia, una mujer sin trabajo, abandonan Los Angeles para adentrarse en el desierto donde tienen previsto realizar una sesión de fotos para una revista. (FILMAFFINITY)
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Críticas 8
Críticas ordenadas por utilidad
27 de abril de 2010
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como en Zabriskie Point y The brown bunny, en 29 Palms aparecen grandes máquinas que acogen al individuo, prótesis de metal con las que se intenta nuevamente poblar y cruzar el desierto Pop. Un desierto atravesado primero ya por urbanizaciones y piscinas y gasolineras y supermercados, y después por la moto de Gallo, por el Hammer en el que se mueve la pareja del film de Dumont por un desierto idílico y terrorífico al tiempo.
Gallo cruza desesperado el mismo desierto que la pareja de amigos de Gerry, tratando de olvidar y desaparecer por la vía acelerativa del movimiento constante: no parar, seguir adelante. La pareja de 29 Palms, que pasea sus neurosis relacionales por un desierto al que quieren fotografiar, en el que follan como en una película de Andrew Blake, alejándose y reencontrándose sin motivo, acabará desapareciendo igualmente: la ruleta de la fortuna hará que a él lo violen sodomizándole, ella obligada a mirar. Su propio desequilibrio, su desierto emocional, dará forma a su última discusión.
Como vemos, el desierto no es lugar para comunidades: ni amistad ni amor son posibles en el espacio virtual que conforma el mundo postmoderno y, poco a poco, requetemoderno.

(continúa en El cant dels ocells)
McCunninghum
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18 de julio de 2009
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aquí está la crítica positiva. Twentynine Palms es una película de difícil digestión, algo absolutamente normal. Largos planos fijos, escenas sexuales explícitas y conversaciones entre la pareja protagonista marcan el ritmo y el, a priori, nulo argumento de la película.
Quizás el único problema del que adolece la película es que se hace por momentos demasiado larga, algo que se acrecienta después de saber que espera un final antológico.
Pero, ¡ojo!, todo el resto de la película es fundamental para comprender ese final. Película que se empareja formalmente con The Brown Bunny, si bien ésta última es mucho más comtemplativa que la que nos ocupa (sólo hay que recordar los interminables planos de Gallo con su moto corriendo por el desierto).
Las situaciones que suceden en la película son claves para observar el devenir de la pareja. Esta road movie parece ser el viaje redentor de la pareja protagonista, con sútiles momentos mágicos, premonitorios, que ponen el punto y final con un final seco, abrupto, sin paliativos...cuyo objetivo no es otro que el de hacernos estremecer ante la capacidad destructiva que puede jugar el azar y los hechos fortuitos.
Zapapitus
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7 de febrero de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Según el director Bruno Dumont, en su opinión este film debería mostrarse en museos antes que en salas de cine. Para algún espectador este comentario puede ser pretencioso, pero Dumont esta lejos de serlo, no ofrece una teoría o solución única a las preguntas que plantean sus películas, admitiendo con humildad no saber el factor decisivo pero contemplando con la mayor veracidad lo que ocurre en la humanidad. Respecto al comentario de verse en un museo, en mi opinión reside en el hecho de encontrar al público que disfrute las películas y el miedo a ser tratado de arrogante, vacío y con intenciones de engañar al espectador, ejemplos que en ocasiones comentan cierto público.

A pesar de tener elementos en común con el cine sórdido del Nuevo Extremismo Francés y en particular con la excepcional Irreversible de Gaspar Noé. La película de Dumont sería mas pictórica que teatral (que no cinematográfica). Pierden importancia los diálogos y en ocasiones el argumento en pos de la abstracción. Las emociones que pueden desembocar el desierto, las rocas, el polvo o el viento o mejor aún las corrientes psíquicas subterráneas de la pareja protagonista, representados en esos largos primeros planos que desembocan en risotadas, ataques de ira, llantos, orgasmo, etc.

Los dos mayores logros de Twentynine palms son a mi juicio. Por un lado la repercusión que tienen todas las conversaciones por muy anodinas que puedan parecer o escenas como la de la presa en la piscina que reflejan la Amenaza, y que cobran mayor transcendencia después del final. Por otro lado, el uso del terror y el sexo, fuera de la estética de los géneros. Resaltando la importancia de los instintos animales que adquieren una veracidad que impacta y desconcierta al espectador. Michael Haneke podría ser un ejemplo de este uso de la violencia. Al que Dumont añadirá el sexo para materializar ese amor/odio abstracto.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Cthulhu
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7 de septiembre de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bruno Dumont, un director con un universo propio personal, hace lo más difícil con esta película, describirnos sin palabras a esa pareja descarrilada hacia la nada y adecuarlos a un paisaje imprevisible donde puede suceder cualquier acto de amor u horror. Sus largos planos rara vez aburren, pues contienen poesía y verdad. Lo turbio, aunque va apareciendo, no termina de dominar a la película y esto es un fallo porque si la película fuese más turbia desde el principio se hubiera creado un thriller, un drama, una película de terror, difícil de olvidar. Aún así, Dumont hace un cine diferente y lleno de posibilidades y esta es otra prueba de ello que encantará a todos los modernos del mundo.
gpiqueras
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29 de enero de 2007
9 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Cómo se hace? Me refiero a cómo se practica el onanismo cinematográfico con la combinación de “Gerry”, el Antonioni de “Eros”, una pizca de “Brown Bunny” con mamada censurada y parte de las esencias de Dumont. ¿Cómo se hace?
Lo intenté con el título de la película, con Twentynine Palm(adita)s en mis partes bajas. No hubo erección. No había sangre ni nada atrayente en esas imágenes. Nada que puediese llevar el adjetivo sugerente.

“Twentynine Palms” parece encajar en el concepto de modernez que además está alejada del cine con el que había sorprendido Dumont. ¿Dónde están esos fundidos a negros tan característicos en su obra? Aunque tal vez esta película sea 100% Dumont y no lo sepa. Posiblemente esas secuencias largas e interminables que no cuentan nada y tiempos muertos (para morirse) en una inverosímil y tremendista road movie sean una expansión de los terrenos fílmicos del director francés. O darán razón a sus detractores: la misma basura disfrazada con diferentes títulos/directores.

Puede que el cinéfilo onanista fiel a estas obras exasperantes puede debatir la construcción del cine mediante la imagen y lo abstracto. Tomine escribirá una crítica para chuparse los twentyone dedos, pero yo sólo encuentro un cine vacío y gratuito, con uno de los finales más inverosímiles y patéticos que se han visto proyectados en una pantalla esta década, pero al mismo tiempo, coherente con todo lo que nos han contado: nothing of nothing entre encules, mamadas y folleteos acuáticos, en cama o al aire libre.

Eso sí, “Twentynine Palms” con o sin erección cinematográfica es una de las road movies mas atípicas que se han rodado, aunque huela a bluff oportunista y erotismo gratuito y barato por los twentynine costados.
Maldito Bastardo
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