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Cuatro de infantería (Westfront 1918)

Bélico. Drama. Romance A finales de la I Guerra Mundial, en las trincheras alemanas atacadas por el ejército francés, cuatro soldados germanos luchan mientras en la retaguardia aumentan las dificultades por el hambre y la falta de perspectivas. (FILMAFFINITY)
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
25 de abril de 2020
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Westfront 1918 carece de una estructura argumental definida. En ella la guerra simplemente sucede. Los cadáveres, la sangre y la tierra que componen los paisajes de cada una de sus escenas de batalla, se acumulan en capas densas y mal definidas con orígenes siempre difíciles de determinar.

Los personajes que habitan su historia surgen de la nada, conectan entre ellos y luego se separan para siempre. La única razón de su presencia parece ser la de cumplir en el frente de batalla. Si acaso, a veces, luchar por una vida cuando vuelven de permiso a la ciudad. Pero allí, triste destino, nunca encuentran lo que buscan. La dicha es siempre una espejismo para ellos. Por eso, conocedores de su vacío, se rebelan contra su sino, tratan de apoyarse, cuidan los unos de los otros y, aunque a veces lo consiguen, fundamentalmente fracasan. Al final, de forma irremediable, con la mayoría de promesas y objetivos sin cumplir, mueren o pierden su cordura en el fragor de la batalla.



En esta película todo es seco como el polvo de trinchera. Aunque hay espacio para la luz, ésta escasea como la munición en el frente. Así, la fotografía de Fritz Arno Wagner (M, Nosferatu, Das testament des dr. Mabuse) utiliza recursos de los claroscuros del pesimismo expresionista. Y la música, amiga indispensable en los orígenes del cine sonoro, aparece, pero apenas se recuerda, pues queda eclipsada por el interminable grito que pone punto y final a la historia. 



George Wilhelm Pabst firmó aquí cine bélico sonoro. Un cine que sonó al desgarro de la muerte. Un cine de discurso. Un cine a reivindicar.
Basilic
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14 de mayo de 2017
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es curioso observar que en 1930, año de realización de esta gran película, Alemania (y prácticamente el resto del mundo) tenía tan lejos por detrás la denominada entonces Gran Guerra como la venidera, que de forma lamentable ya se vieron obligados a enumerar. No soy capaz de asegurar que sea cine de denuncia o pacifista, lo que está claro es que no es propagandístico y que por su momento histórico es prebélico, aunque nosotros que estamos en su futuro lo sabemos y ellos lo desconocían.

Pabst, un hombre que no tiene el reconocimiento que hay quien asegura que merece, mira para atrás y señala con el dedo la tristeza de la guerra, que es muy perra, tanto en el frente como en la retaguardia. Si la película es buena es porque retrata con dureza y realismo las consecuencias del conflicto bélico que asoló Europa, Pabst tiene en cuenta todas las aristas y los grandes temas que con el tiempo el cine desarrollará con mayor profundidad. La guerra es una locura, para el civil y para el soldado, para el que sobrevive en las trincheras y para el que muere detrás de ellas. Es un trabajo bien hecho, con escenas bélicas muy interesantes, movimientos de cámara en las trincheras maravillosos, ataques con granadas, tiroteos y todo aquello que el seguidor del género busca.

Puede que se vea demasiado lastrada porque prácticamente es el año cero del sonoro y eso siempre se nota. Hay algún número musical que no encaja bien. Sin embargo, es un placer descubrir este tipo de cine olvidado. En este caso más que eso, se trata de una película ninguneada.
Luisito
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10 de diciembre de 2015
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La frase del epígrafe, extraida literalmente del film, conecta con la temática de la película. En la desastrosa guerra (La Gran Guerra, como se la llamó, ignorando la subisguiente que obligó a numerarla) de 1914-18, unos soldados en el frente alemán (que vincula y recuerda la vibrante historia de Erich M. Remarke) están en apuros. En el contexto, se ven las consecuencias sociales del conflicto mundial, cuando v.gr,. un soldado de esa nacionalidad llega a su casa con bastante buen talante y encuentra a su esposa compartiendo el lecho con un tercero. Pero, más allá de ésto y algunas interpolaciones musicales y números humorísticos dentro de esta última tónica, el grueso de la "munición" -y no quiero ser gracioso- se concentra en los aspectos propiamente bélicos del enfrentamiento. Con inspirados encuadres, se asiste a escenas elocuentes, lanzamientos de granadas, enormes bólidos con sus llantas subiendo trabajosamene las orografías onduladas (tanques no tan conocidos como los que serían estereotípicos del segundo conflicto armado internacional)...escenas patéticas de soldados que pierden la razón o descubren sus mutilaciones y, seguramente, la tácita alerta sobre los horrores de este jaez.
elneon
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23 de abril de 2017
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El genial e infravalorado Pabst, sin duda uno de los grandes del expresionismo alemán, firma uno de las primeras cintas sonoras alemanas, un conmovedor alegato antibelicista con guión de nuestro Ladislao Vajda. Primera Guerra Mundial, trincheras: los soldados alemanes, ya en los estertores del conflicto, están siendo masacrados. Crudas imágenes de lucha en el frente mezcladas con otras de la retaguardia, adonde los soldados van de permiso cargados con viandas para una población hambrienta y harta de tanta destrucción.
Con imágenes impactantes, que dejan al espectador pegado al sillón, esta cinta contra la insensatez de todas las guerras es una de las mejores de su autor a la par que uno de los grandes títulos del cine bélico.
capote
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3 de octubre de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
I Guerra Mundial, frente francés, 1918. Tropas alemanas de la retaguardia pasan su tiempo tratando de distraerse en una pequeña localidad mientras esperan suplir a sus compañeros de vanguardia que van cayendo. La acción se centra en cuatro de estos militares de los cuales, de dos de ellos, se nos narrará más ampliamente su existencia que de los otros dos.

Primera película sonora del director Georg Wilheim Pabst, que brilló tanto en el cine mudo como en el sonoro, significándose siempre por el realismo con que dotaba sus trabajos. En esta ocasión se sirve de un guion de Ladislaus Vajda (a quien no hay que confundir con su hijo, del mismo nombre, quien llegó a ser más célebre que él, sobre todo en España, por su obra cinematográfica en este país) basado en la novela homónima de Ernst Johansen.

Se dice, a veces, de este film que recuerda a 'Sin novedad en el frente', yo no le encuentro más parecido que ambos transcurren en la I Guerra Mundial. En todo caso, 'Cuatro de infantería' se estrenó siete meses antes que la película de Milestone.

Estamos ante una obra claramente antibelicista y con un realismo en las secuencias de batallas, y sus efectos, que entonces fue muy criticado; el público de aquella época no estaba acostumbrado a ello. Por su parte, en el año 1933, Joseph Goebbels la prohibió alegando su falta de patriotismo y derrotismo; y es que, además del aspecto bélico, se muestra al espectador la situación paupérrima de la población civil de Alemania, a la que había llegado debido al tremendo gasto económico que ya llevaba efectuado ese país para mantener la guerra en dos frentes.

En una época, el cine mudo aún no había quedado del todo atrás, en que el cine sonoro comenzaba a echar a andar, era normal que la parte visual dominara sobre la dedicada a la palabra, como ocurre en este caso en el que se da prioridad al enfrentamiento bélico, por otra parte bien dirigido y con credibilidad. Pero no por ello hay que olvidar el aspecto no militar que la cinta contiene. Si la historia de 'El Estudiante', uno de los cuatro protagonistas, resulta romántica, sin caer en lo melodramático, y marcada por el acontecer de la contienda; la máxima calidad, en cuanto a retrato de la condición humana y lo que la crueldad bélica la puede llegar a degradar, a mi parecer, se produce en el reencuentro entre Karl, cuando regresa a su casa durante un permiso, y su mujer, hasta que él tiene que regresar al frente.

Por último, no quiero dejar de destacar la calidad de la fotografía de Charles Métain y Fritz Arno Wagner.
Juan Ignacio
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