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Upstream Color

Ciencia ficción. Drama. Romance Casi nueve años después de su aclamadísima ópera prima, "Primer", Carruth vuelve a ponerse tras la cámara -y vuelve a ejercer de guionista, compositor y director de fotografía- para contar la historia de un hombre y una mujer que se atraen el uno al otro para verse enredados en el ciclo vital de un organismo inmortal. La identidad se vuelve una ilusión mientras luchan para unir los fragmentos perdidos de sus destrozadas vidas. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 44
Críticas ordenadas por utilidad
28 de mayo de 2013
159 de 177 usuarios han encontrado esta crítica útil
NOTA 1: Si lo que queréis es ver una película para relajaros un rato, mejor elegid una de acción o una comedia, porque este film os sacará de quicio. Si de todos modos decidís verlo, ateneos a las consecuencias.

NOTA 2: Si ya habéis visto la película y queréis saltaros todo esto porque lo que buscáis es una explicación, id directamente al spoiler.

La segunda película de Shane Carruth no defrauda: tiene una fotografía impecable, una banda sonora envolvente y una historia que rebosa emoción. Entonces, ¿cuál es el problema? En principio, ninguno, pero lo cierto es que el cine comercial nos tiene demasiado acostumbrados a la narrativa lineal "made by Disney", a los primeros planos explicativos y a la sobreexplicación de la trama, y esta película no tiene nada de eso. Los diálogos escasean y en la mayoría de escenas son sustituidos por silencios y sonidos ambientales que vertebran la historia.

"Upstream color" es una obra desbordante, abstrusa y muy compleja a nivel estructural, un rompecabezas en el que faltan la mitad de las piezas. Y lo peor es que las pocas que tenemos apenas parecen encajar y se desvanecen por momentos. Cuando nos enfrentamos a una película así, debemos procurar centrar todos nuestros sentidos en la pantalla y retener la mayor cantidad de detalles posibles. Y aun así es muy probable que la mitad de la película pase ante nuestros ojos sin que nos demos cuenta. Por eso recomiendo encarecidamente que, quien quiera llegar a entenderla bien, la vea al menos una segunda vez. Nuestra memoria es selectiva y elimina por defecto todos los fragmentos que no hemos podido interpretar (quizá porque aún no hemos llegado al final y no tenemos toda la información, o quizá simplemente por falta de atención) para intentar que la historia encaje mejor (cosa que con esta película no funciona, creedme), por eso el revisionado nos permite percibir cosas que en su momento pasamos por alto, pero que después nos parecen obvias.

No me enrollo más. Si os interesa conocer mi interpretación de los puntos clave de la película, os invito a que leáis el spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Wilhelm Weinstock
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19 de mayo de 2013
47 de 58 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recuerdo el debut de Shane Carruth, Primer (2004) como una película laberíntica, que sabía que era muy lista y no lo ocultaba en ningún momento, sin importarle el qué podría pensar el espectador o cómo de perdido se encontrase con su juego de viajes temporales. Sin embargo la disfruté, en cierta medida, como una experiencia diferente y arriesgada. Con "Upstream Color" esperaba algo similar, y sin embargo Carruth se las ha arreglado para ser fiel a su tipo de cine y al mismo tiempo reinventarse, estando mucho más cerca de la candidez que de la frialdad. Por así decirlo, si "Primer" era matemáticas, "Upstream Color" son ciencias naturales. Algo más orgánico, menos mecánico, infinitamente más humano. Si Terrence Malick no hubiera hecho "To The Wonder" borracho, habría salido algo asi.

"Upstream Color" se inicia con casi media hora en la que vemos cómo una mujer es secuestrada y dominada por alguien que desconoce. Lo que sigue a continuación es una historia de amor que se narra de forma desorganizada, alternando tiempos y personajes, para crear asi una sensación enrarecida sobre la percepción de la estabilidad de esa pareja. Interpretada impecablemente por Amy Seimetz y Shane Carruth, es un trabajo intenso en el que todo lo que sucede parecer tener un (doble) sentido, invitando a volver a verla para desentrañar todos sus secretos. Como "Primer", no es cine de entretenimiento propiamente dicho, es una película para estar activo y no pasivo, para intentar bucear en sus (excelsas) imágenes y tratar de capturar ese instante mágico que la haga perdurar. El guión es muy sólido desde un punto de vista estructural, pero tampoco está nada mal a nivel de diálogos e interacción entre los pocos personajes que tienen escenas de importancia en el film.

Sumemos un tercer punto de vista que no revelaré, y que esa primera media hora termina por ser determinante para la conclusión de una película-isla, cine independiente en el puro sentido del término; tan 'independiente' que no aspira a ser parte de nada superior, ni siquiera de convertirse en una obra de culto (como "Primer"). Es tan libre, tan de Carruth, que importa poco que llegue o no al público mayoritario. De hecho, imágenes al margen, me sorprende que cuando se estrenó en Sundance gustase tanto al público como para ser ovacionada. Lo único que cabe esperar que su director no vuelva a esperar nueve años para hacer otra película. Necesitamos más autores como él.
Caith_Sith
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26 de septiembre de 2013
38 de 58 usuarios han encontrado esta crítica útil
Upstream Color es el nuevo y segundo largometraje de Shame Carruth, que sorprendió a propios y extraños con su interesantísimo debut Primer (compleja y hermética incursión en la ciencia-ficción de los viajes en el tiempo). Esta nueva obra cinematográfica nos trae a un Carruth mucho más maduro y seguro desde el punto de vista artístico, pero igual o más cerebral, enigmático y poético que en su primer largometraje. Nuevamente el señor Carruth se encarga de casi todo en esta producción, escribe el guión, dirige la película, es autor de la fotografía y la banda sonara y se reserva uno de los papeles protagonistas de la historia.

Upstream Color es un martillazo impresionante en la mente del espectador, horas (incluso días) después de su visionado sigues reviviendo y analizando todo lo mostrado por esta obra perturbadora, hipnótica y poética, que sin duda es una de las grandes sorpresas a reivindicar de este año 2013. Es un film difícil y requiere prestar atención a todos los detalles, pero garantizo que su exhausta visión es un viaje alucinante y atractivo. Es una de esas cintas que amas o bien odias con todas tus fuerzas.

Técnicamente la película es prodigiosa. Tremendamente deudora en lo visual de El Árbol de la Vida de Terrence Malick, la cámara flota constantemente y pasa de primeros planos a planos medios al ritmo de un montaje elíptico que trasmite una dinámica e inercia sin fin, aunque en lo argumental no transite por los mismos parámetros que el film interpretado por Brad Pitt. Pero que nadie se equivoque, el señor Carruth no es un listillo que se dedica a copiar de otros, en absoluto. Se ha apoderado de algunos hallazgos visuales e ideas y las ha superado. ¡Esta es la película que le hubiera gustado realizar al señor Malick y no supo hacer! Además del asombroso uso de la fotografía e iluminación es extraordinario el buen hacer en el apartado sonoro, dado que la cinta contiene escasos diálogos son los sonidos que acompañan a las imágenes los que en ocasiones nos dan las claves o pistas para asimilar en plenitud lo narrado. En cuanto a las interpretaciones son solventes y correctas, aunque destaca por encima de todos una omnipresente Amy Seimetz que es capaz de transmitirnos la angustia, vacío y necesidad de respuestas de su personaje.

Algunos tildaran esta película de paja mental sin sentido, excesivamente cool y pretenciosa y otros serán capaces de hilvanar una historia arrebatadora sobre la esencia humana (en mi caso, he asistido a una alegoría brutal de la actual sociedad occidental). Si entras en el juego que plantea Carruth disfrutarás de un film brillante y transcendente (y por qué no decirlo, algo pedante), si no, tal vez te salgas indignado del cine al final de la proyección. Lo que tengo claro es que la industria aeronáutica ha perdido a un gran trabajador, pero el resto hemos ganado a un cineasta fantástico, con una mirada muy especial (única, me atrevería a decir) que puede convertirse en uno de los grandes referentes del cine del siglo XXI. Lo único que espero es que Shane Carruth no tarde otros nueve años en realizar su nueva obra (la cual ya espero con entusiasmo).

¿Qué se nos muestra? Observamos al inicio cómo un sujeto (que nunca se identifica y al cual denominaré “el jardinero”) coge unos pequeños gusanos que crecen en las raíces de unas exóticas orquídeas y de estos gusanos extrae una extraña sustancia que le permite adueñarse de la voluntad de aquellos que la injieren. Durante una fiesta “el jardinero” fuerza a Kris, protagonista femenina interpretada por Amy Seimetz, a tomar el brebaje enigmático y aprovecha el estado de sumisión en el que entra esta para desvalijarla. Una vez desposeída de todo lo que tiene la abandona. Cuando a Kris se le pasan los efectos de la sustancia, nota en su interior cómo crece y se mueve una larva, la cual intenta sacarse de dentro con un cuchillo de cocina, pero sólo se deshará de su intruso cuando acuda a la “llamada” de un misterioso personaje (al cual llamaré “el maestro compositor”) que le saca la larva de dentro y se la introduce a un cerdo, el cual lleva a una granja donde lo cuida junto a muchos otros (para apoderarse de la información que contienen). Finalizada la operación y recuperada, Kris, “el maestro compositor” la deja que prosiga con su ahora vacía vida. Kris conoce a Jeff (interpretado por Shane Carruth) durante su trayecto en tranvía al trabajo y entre ambos acaba surgiendo un vinculo emocional (¿realmente es fruto del azar su encuentro o es motivado por el acercamiento entre los cerdos de la graja a los cuales están ellos vinculados? Porque Jeff también ha pasado por experiencias traumáticas que le han dejado “marcado”). A partir de este instante Kris y Jeff experimentan constantes descubrimientos y cambios (debido a su “especial conexión”) que los conducen a la inexorable realidad de su existencia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vagabundoespiritual
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11 de junio de 2013
43 de 69 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando vi Primer mi geto de imbécil apenas tuvo tiempo de inmutarse cuando, tras el The End y unos breves instantes en los que me dije en falso "va, tú puedes, entiende algo", abrí google y busqué explicaciones. Las encontré y resolví que la historia que presuntamente encerraba la película y su narración se encontraban en niveles de la realidad que jamás llegarían a tocarse. Y yo solo podría quedarme con el segundo de esos elementos, que vedaba el entendimiento del primero a la mayoría de los mortales, como si el primero no fuese de por sí complicado.

Bien. Upstream Color no es precisamente una reconciliación con ese jardinero de margaritas que voluntaria o involuntariamente es Carruth. Sus hasta ahora dos obras, por efecto de la prensa, de las propias ínfulas del autor o de mi propio prejuicio, parecen aspirar a ser revolucionarias piezas de ciencia ficción donde la ciencia y la ficción alcanzan las máximas cotas imaginables. Tal idea, cierta o preconcebida, suena genial. Pero, ay, Shane, te gusta enrevesar. Hasta el vicio.

Upstream Color parece diferenciarse de la ópera prima del autor en cosas no poco notables. Fotográficamente deslumbra, y en lo argumental parece, si bien con un punto de partida (los minutos antes de empezar a perderte, vamos) igual de interesante, más emocionalmente potente (en tramos concretos más que en conjunto), más perturbadora y más próxima a cualquier drama humano que lo divisable en los mimbres del desbarre fisicocuántico de Primer. Hay un toque de evolución, un arrojo de exploración más allá de las fronteras del cine convencional, un desafío a lo imaginable cuyos méritos no se pueden negar.

Lo que tampoco se puede negar es una colleja a Carruth, por meter lo que quiera que sea su idea en un envoltorio narrativo tan puto, por decir algo. No creo que esta encriptación sistemática de la acción sea fruto de la ineptitud, y casi me duele más: la vaguedad, la dosis mínima (dudo que justa) de información y una imperdonable confusión entre la elipsis y el hachazo desmedido, son elementos probablemente usados con plena autoconsciencia. O sea que A) enmascaran cierta insostenibilidad del desarrollo de los hechos (insostenibilidad dentro de los márgenes de la ficción, claro) o B) Carruth es un listillo, un amante de los jeroglíficos autocomplacientes, excesivos, pedantes.

Y seré sincero: Primer parece tener una historia de complejidad aplastante, quizá inaccesible al pulso de cualquier narrador. Pero Upstream Color me pareció (por lo que entendí, que fue bastante más que en aquella) algo más sencilla, una historia que (y no hablo en absoluto de elementos que parecen más figurados que literales, véase la cama entre los cerdos) podría resultar fácil de comprender y a la que la comprensión quizá le daría enteros. Sin embargo, he aquí un artefacto por descifrar cuya pretendidísima condición de rompecabezas desmesurado me quita todas las ganas de hacerlo.

Me quedé con cara de imbécil, no lo dudo. Pero esta vez no abrí google.
AGF
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31 de marzo de 2014
22 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mira que me gusta todo tipo de cine, y que no rehuyo retos argumentales o estilísticos de ningún tipo, pero con esta película, reconozco que he sido sobrepasado y aplastado por mi ignorancia.

Muchas veces uno ve una película, y puede que no te enteres de todos los detalles, pero las imágenes, la música, su estilo general, puede hacer que te apasione aunque no seas capaz de asimilar todo lo que tiene que contar. El problema de "Upstream Color", es que va un paso más allá, pero en la dirección contraria, ya que aquí no es que no te enteres de todos los detalles, es que no te enteras de casi nada, y respecto a su estilo, reconozco que lo tiene, pero está lejos de apasionarme.

De hecho la percepción que voy a tener de la película va a estar fundamentada en la crítica que de la misma hace Wilhelm Weinstock (la más valorada de las publicadas), muy currada, muy exhaustiva, y que tiene lo que a mi me falta, que es esa curiosidad por algo que te apasiona, y que te hace volver a verlo para descubrir y unir todas las piezas de un argumento. Yo después de verla, no tengo el más mínimo interés por descubrir nada, y si leo algo sobre ella, es más que nada para amortizar mi visionado y poder decir de que va si alguien me pregunta.

No obstante, algo falla cuando un film requiere la búsqueda de explicaciones tan sesudas, o cuando después de verla, te vas a la sinopsis para enterarte de que va.

Le doy un tres, que no un cero, porque la primera media hora genera cierto interés, y porque no deja de ser una obra que busca algo diferente (aunque yo no sepa lo que es).

PD: Me encanta "To the wonder", he visto algún comentario comparándolas, pero Malick a diferencia de Carruth, si tiene un estilo visual y una estética que me apasiona, y la historia, no deja de ser una clásica historia de amor y desamor, pero filmada de una manera muy propia. Aquí, sin embargo, hay cerdos, gusanos y mucha, mucha incomprensión por mi parte.
zymu
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