De-mentes criminales

La nueva película de Jared Hess, el director de ‘Napoleón Dinamita’ y ‘Nacho Libre’, es una comedia con un elenco multiestelar que si bien no se mantiene en la misma línea de comedia de las ya mencionadas, funciona muy bien, con una historia que está, increíblemente, basada en hechos reales.

El rol principal lo interpreta Zach Galifianakis, quien da vida a David Ghantt, un gris empleado, con un ridículo peinado, de una empresa que transporta valores, él está próximo a casarse con Jandice (una delirante Kate McKinnon), pero que inesperadamente empieza a sentirse atraído por su compañera Kelly (Kristen Wiig), hasta que ella renuncia al trabajo.

Cuando ya está cerca el día de la boda, Kelly busca a David para hacerle partícipe de un robo a su empresa, el cual ha sido ideado por un amigo llamado Steve (Owen Wilson), David accede a participar robando 17 millones de dólares, cometiendo así uno de los más grandes robos en la historia de los EEUU, pero el plan no es seguido como le habían prometido.

Primero hay que decir que Hess consigue una película efectiva, si bien ha variado su estilo de comedia en su película más impersonal, con el reparto que cuenta consigue ensamblarlo y llevarlo a lograr momentos donde es imposible no reírse.

Galifianakis compone un personaje que media entre lo sensible y lo idiota volviéndolo entrañable, los siempre efectivos Wiig y Wilson están dentro de lo que se espera de ellos mientras que Kate McKinnon lo eclipsa todo cada vez que sale a cuadro, en una película donde el humor físico es preponderante con un estilo de comedia absurda quizá lejos del gusto del gran público.

Así, ésta película termina siendo un completo disparate, ingenioso y bien contado, con múltiples momentos plenos de comedia y con un sólido cuadro actoral para pasar un momento de pleno disfrute.


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Solo aceptable esta comedia basada en hechos reales de la que particularmente esperaba mucho mas. La trama es la de un chofer de un camión de caudales que roba el mismo inducido por su antigua compañera y un par de ladrones bastante descabellados. Hay un buen trabajo de Zach Galifianakis como el conductor entre tonto y bonachón y con un peinado bastante ridículo. Acompañan eficazmente Owen Wilson y Jason Sudeikis como un asesino bastante particular. La película entretiene pero no hará reír a carcajadas, solo tiene algunos buenos momentos y no mucho mas.

Irregular y menos divertida de lo que yo esperaba y de lo que el estelar reparto con el que cuenta, con muchos de los actores más habituales en la comedia americana reciente, hacía pensar que sería. El guión es soso y aburrido, con algunos momentos entretenidos, que suelen coincidir con Galifianikis en pantalla, pero también con muchos otros donde la película se me hizo pesada de ver e incluso dejó de interesarme lo que contaba.

Le doy un cinco por el brillante trabajo de Zach Galifianakis, al que parece que le ha sentado muy bien protagonizar la tragicomedia “Baskets” y aquí interpreta a un personaje similar, entre patético y entrañable que gana con el paso de los minutos. Al actor se le ve más maduro y luchando por salir del encasillamiento en el que le metió su personaje en la trilogía “Resacón en las Vegas” Eso hay que agradecérselo y premiarlo por ello. Además luce un look bastante llamativo y que le sienta bien. A mí al menos, me ha puesto, siempre que salía en pantalla, una sonrisa en la cara. Eso sí, la película no me ha hecho reír en ningún momento. Y creo que no fui el único, porque nadie de los que la vieron a mi lado se rió en ningún momento.
Del resto de actores me quedo con las chicas, sobretodo con Kristen Wiig, pero ni Owen Wilson es un actor que me entusiasme, ni me ha convencido la sobreactuación de Sudeikis como el criminal descerebrado.

No sé que está pasando con las últimas comedias de Hollywood, pero entre las películas con las que yo más me he reído este 2016, ninguna de ellas la han producido los americanos. Da igual que aquí el protagonista de los hechos reales, David Ghantt asesore, porque no hay quien se ría con ese guión.

A veces, cuando uno ve una película de los Cohen, por poner un ejemplo, puede caer fácilmente en la tentación de pensar que lo que está viendo no tiene demasiado mérito. Un puñado de personajes disfuncionales y extravagantes enfrentados a una situación complicada cuya torpeza acaba liando aún más. Cuando suceda eso es bueno recordar películas como Master Minds. Un grupo de actores y actrices excepcionales interpretando a unos personajes absurdos y pasados de vuelta en una historia que podría haber dado mucho más de si. Un guión que partiendo de un buen material se pierde en una sucesión de gags más o menos afortunados pero que no acaban de cuajar en una historia realmente interesante.

Y es una pena, porque con gente como Kristen Wiig, Jason Sudeikis o Kate McKinnon se puede hilar muy muy fino en la comedia de despropósito. De hecho, son ellos los que sostienen la mayor parte de lo bueno que tiene la película. Galifianakis y Owen Wilson se limitan a hacer de si mismos, como hacen en la mayoría de su filmografía, pero tampoco desentonan.

Pero Master Minds se acaba y uno tiene la sensación de que es una pena que se desaproveche este material de partida. Que aparte de un par de gags poco más se puede resaltar. Y que en otras manos esto hubiese lucido mucho más...

Una de esas películas con gran parte del elenco ex Saturday Night Live, muy despareja, que tiene chistes y situaciones bastante efectivas (las menos) y un montón que son un compendio de gags grotescos e infantiloides que generan más vergüenza ajena que risa.
La historia trata sobre el conductor de un camión blindado que es convencido por su ex compañera para robarlo, daba si querían hacer una película de humor, para algo mucho más oscuro y realista, las situaciones se prestaban, pero eligen en la mayor parte de la misma, la comicidad más predecible, mediocre, obvia, esa que ha proliferado en películas de Adam Sandler y Will Farrell y tantos otros cómicos norteamericanos más.
Igual se deja ver, es bastante entretenida y arranca un par de risas, pero desperdiciaron una premisa que daba para mucho más.