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The Party

Comedia. Drama Janet (Kristin Scott Thomas) acaba de ser nombrada ministra del Gobierno, y por ello varios amigos se reúnen en una fiesta para celebrar su nombramiento. Sin embargo, lo que comienza como una celebración terminará de la manera más inesperada. (FILMAFFINITY)
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Críticas 48
Críticas ordenadas por utilidad
12 de febrero de 2018
59 de 73 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un ingenioso e hilarante guion en donde las cosas se salen rápidamente de control a medida que van surgiendo nuevas revelaciones y se descubren verdades inesperadas. La vida de todos cambiará para siempre, pero ¿que suceso podría provocar que una celebración termine convirtiéndose en un desastre lleno de hostilidades?

En medio de la celebración, Bill lanza la primera de varias bombas devastadoras. A medida que se revela cada nueva noticia (y varios personajes intentan ocultar cosas aún más desagradables), la fiesta pasa de lo sublime a lo ridículo. Los anfitriones y sus invitados son personas educadas de la política, la economía, la ciencia y la cultura.

Una fantástica comedia negra cuya acción transcurre en tiempo real y en un espacio reducido, la casa de Janet, es decir entre cuatro paredes y un pequeño patio. La atención se centra en Kristin Scott Thomas, una política idealista de izquierdas que quiere demostrar que, como nueva ministra, aún puede acordarse de sus amigos. The Party es una reminiscencia de “Un Dios Salvaje” de Roman Polanski donde la situación se va tiñiendo cada vez más de negro, convirtiendo la buena conversación en una pelea violenta.

A pesar de ello, Sally Potter nunca concibió su guion como una obra de teatro, sin embargo, la directora reconoce que ha generado bastante interés su película para llevarla a los escenarios. The Party se siente, se ve y suena como una obra de teatro, pero no lo es. Potter escribió el escenario específicamente para esta película. Al igual que una obra de teatro, The Party depende en gran medida del diálogo.

The Party posee un casting de lujo formado por Kristin Scott Thomas ( “El Paciente Inglés“), Cillian Murphy (“Dunkerque“), Patricia Clarkson (“Aprendiendo a Conducir”, “La Librería“), Emily Mortimer (“El Sentido de un Final“, “La Librería“), Timothy Spall (“Negación”, “Mr. Turner), Cherry Jones (“El Bosque“) y Bruno Ganz (“El Hundimiento“). Debemos añadir a este sorprendente reparto al personaje central de la trama (?), sobre el que gira la película que aparecerá al final de forma muy ingeniosa. Según la directora, en declaraciones recogidas en el pasado Festival de Cine de Valladolid (Seminci 2017), la elección de los actores fue una decisión tomada al terminar el guion y no antes, es decir, nunca escribió pensando en un actor en concreto, aunque posteriormente todos ellos fueron su primera opción.

El personaje más sólido de los siete, es el interpretado por Patricia Clarkson. April es compañera de partido de Janet que usará su cortante ironía como arma de fuego. Convence sobradamente como una cínica insensible, la reencarnación de Mefistófeles. Bruno Ganz (Gottfried, marido de April) demuestra en su papel esotérico de coach de vida un sorprendente talento para la comedia. Timothy Spall, como Bill, marido desesperado de Janet, que se mueve entre la apatia y la pasión, realiza una magnífica actuación.

Cillian Murphy (Tom), es un banquero joven ambicioso y egoísta, lleva un traje muy brillante y demasiado caro. El marido de Marianne (amiga de Janet) realiza una interpretación un poco sobreactuada, siempre inquieto, no puede estar mucho rato en un mismo sitio y pasa constantemente su tiempo entre la sala de estar y el baño, donde se prepara sus rayas de cocaína. Por alguna razón, tiene una pistola en el bolsillo.

Por último, una pareja de lesbianas, Martha (Cherry Jones), feminista comprometida, monótona y pseudointelectual profesora de universidad y su novia mucho más joven, Jinny (Emily Mortimer) que acaba de enterarse de que espera no uno, sino tres hijos. Martha no puede o no quiere hacer los sacrificios necesarios para tener una familia, parece que no desea ser madre y no está muy lejos de cuestionarse su relación.

Todos los personajes de The Party tienen en común que poseen un secreto que los mantienen aislados y por ello viven en soledad. Además representan a una generación de izquierdas en horas bajas, un claro reflejo de la crisis actual sufrida por la Socialdemocracia en el Reino Unido ( y en gran parte de Europa). También se percibe en la trama un conflicto entre lo privado y lo público, sobre todo en lo referido a la sanidad.

Las escenas en grupo están finamente coreografiadas y diseñadas. El rodaje de The Party coincidió con la época en la que los británicos votaron por el Brexit, es decir, en medio de la consulta por la permanencia o no del Reino Unido a la Unión Europea. Lo que parece ser una comedia de conversación entre intelectuales progres, es una exposición de todos los posibles vacíos de una sociedad que ha perdido la fe en sí misma y en el futuro.

La película está magníficamente fotografiada en un precioso blanco y negro por el ruso Aleksei Rodionov, tercer trabajo con Sally Potter, que comenzó con”Orlando” (1992), película que catapultó a la fama a su directora, y continuaría con “Yes” (2005). Alexey Rodionov, utiliza un enfoque profundo y un encuadre de ángulo muy bajo que permite un acercamiento a las caras de los personajes. A través de los ojos inquisitivos de la cámara, somos testigos de los desesperados intentos del grupo por mantener una apariencia de dignidad y coherencia entre su moral de derechas y sus ideas políticas de izquierda.

Todo ello unido a que el 90 % aproximadamente se filmó cámara en mano dan una sensación de máximo realismo a la narración. La estética monocromática de la cinta que provoca una sensación atemporal, acompañada de una apasionante banda sonora (un magnífico escenario musical de jazz, blues y reggae), envuelven una comedia llena de elementos trágicos que intenta condensar la experiencia humana universal en 70 minutos. The Party nos muestra cuán complejas y diferentes son las relaciones humanas.

En definitiva, se trata de una ingeniosa comedia negra al más puro y fino humor inglés, con magistrales interpretaciones de todos los actores siendo muy difícil destacar alguno sobre el resto.

https://cinemagavia.es/the-party-pelicula-critica/
Eduargil
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24 de octubre de 2017
47 de 66 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mira que las comedias negras me suelen gustar, pero ésta no me ha llegado. Te ríes porque los diálogos (más bien réplicas y contraréplicas) son ingeniosos, pero después de un rato se vuelven predecibles.
No veo un buen guión, los personajes son clichés. Y sus intérpetes los hacen evolucionar hacia la sobreactuación, el histrionismo y la exageración. Sólo se salva Patricia Clarkson.

En fin, tan solo es un divertimento fugaz. Olvidable.
cinéfilo compulsivo
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19 de febrero de 2018
25 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta modesta pieza británica es un inesperado desecho de virtudes artísticas y debería formar parte del currículo educativo en cualquier escuela de cine para guionistas avezados: una construcción formidable de personajes con elementos mínimos, unos diálogos ágiles e incisivos que dejan lacerantes heridas invisibles, la inclusión de un ominoso personaje ausente que sobrevuela como un aciago presagio todo el sobrio metraje – uno piensa en ‘Rebeca’ y no es una asociación baladí –, la proliferación de sorpresas, quiebros, revelaciones y testimonios que modifican a cada paso el flujo de la trama sin resultar caprichosos o inapropiados o falsos. Resumiendo, la piedra angular de una buena película sobre la cual se debe construir todo lo demás – es decir, el guión – es un prodigio de inteligencia, lucidez, inventiva y audacia.

Si además se cuenta con un reparto coral formado por excelentes actores de ambos lados del atlántico, el resultado final no puede ser sino estimulante – además de acremente desternillante. Porque si bien lo que se relata es una ¿o varias? tragedias, la verdad es que el espectador no deja de sonreír, burlón, ante el catálogo de despropósitos, hipocresías, mentiras, disimulos y tergiversaciones con las que los tan acelerados como infelices adultos sazonan sus cotidianas relaciones con sus parejas, amigos, confidentes y demás farisaica calaña, sin mala conciencia ni remordimiento alguno. Tanto trajín para acabar tirándose los trastos a la cabeza y desnudarse por completo sin tener que quitarse la ropa…

Es decir, en un registro más áspero, más adulto y menos angelical, estamos ante la versión británica del inesperado éxito español de Álex de la Iglesia “Perfectos desconocidos” (que a su vez es un remake de una reciente película italiana). Vamos, que parece que ha llegado el momento de reconocer – en toda Europa o quizás en todo el orbe – lo farsantes que somos en nuestras relaciones con nuestros supuestos seres más queridos y cercanos. Por ahora nos habremos de contentar con reírnos de los demás, pero podría sernos útil volver la mirada sobre nosotros mismos y reconocer la cantidad de falacias y fingimientos que acumulamos en nuestro devenir diario. Estamos ante un esperpento ‘made-in-England’ que deja poco espacio para la esperanza y se contenta con provocarnos una risilla inquieta, válvula de escape que quizás se nos debiera de atragantar para alcanzar su terapéutico objetivo.

Todos los actores están formidables y aunque sea injusto, quizás debiera de destacar la labor de Patricia Clarkson y Kristin Scott Thomas y, sobre todo, de un Bruno Ganz en estado de gracia interpretando a un ‘coach vital’ que encarna y aúna todo lo grotesco del espíritu ‘new age’ que devora y vacía los bolsillos de tantos ilusos. Te reirás mucho – pero no te hará maldita la gracia.
antonalva
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13 de enero de 2018
19 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
La flamante Ministra de Sanidad de Reino Unido decide reunir en su casa a sus amigos de toda la vida para celebrar tan solemne acontecimiento. Con lo que no contaba es que cada uno de los invitados tiene ganas de todo menos de fiesta.

La directora londinense Sally Potter filma lo más parecido a un entierro televisado de una especie de familia mal avenida. Todos los invitados a la celebración son amigos desde hace muchos años, pero todos guardan secretos que atañen al de al lado, y las finas primeras ironías iniciales acaban siendo auténticos puñales clavados por la espalda. Los anfitriones son la política Kristin Scott Thomas y su consorte marido Timothy Spall, que parece vivir en un permanente estado de shock durante la película pero no será hasta la aparición en el piso de un desbocado Cillian Murphy cuando se iniciará la batalla campal que sacará lo peor de cada uno de los personajes. Cada uno de ellos sacará sus miedos y sus egoísmos a relucir y ese lujo y clase alta que destilan se verá manchado por sus instintos primarios. Recuerda mucho a Un dios salvaje, pero Roman Polanski son palabras mayores, aquella dejaba más poso en el espectador y no era tan imprevisible como ésta, en la que se tocan varios temas como la infidelidad, la infelicidad, la maternidad y el feminismo mal entendido, pero sobre todo, esas rencillas del pasado que nunca habían salido a flote y que ahora estallan en la cara de todos y que promete no dejar títere con cabeza. Lo que pasa es que los personajes me parecen tran estridentes y sobreactuados que en vez de mantenerme en alerta y en tensión para ver cómo acaba la carnicería, acabo más bien mirando el reloj cada cinco minutos y eso en una película que dura setenta…no la deja en buen lugar. Con todo, es de obligado visionado para todas aquellas personas que quieran ver cómo es capaz de desmoronarse toda una vida en cuestión de minutos sin que puedas hacer nada para impedirlo…ni tal vez quieras hacerlo.

Sacapuntas de oro: Que esté filmada en un aparente tiempo real y que el blanco y negro agudice aún más su fino y ácido humor negro. El tocadiscos y sus punzantes melodías. El elenco de protagonistas.

Sacapuntas de madera: Que setenta minutos se te hagan eternos. Que sea una pieza teatral 100%. Que entre la pareja de mujeres haya menos chispa que en un apagón.

Nota: 5,5 Sacapuntas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
edusaenz
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6 de marzo de 2018
23 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Música diegética, ¿se dice así?, variada, rica y sustanciosa, desde Coltrane hasta la Candela latina, acompaña esta pequeña obra de esencia teatral y un blanco y negro que tiene la función, la buena/mala intención, supongo yo, de desnudar el alma de sus personajes, de dejarles en el puro hueso de sus contradicciones y embustes, con la cara lavada, sin afeites, de verdad, nada guapos, a palo y tentetieso.
Lo hemos visto bastantes veces, clase media que quiere ser alta, intelectuales de primera plana, políticos, gente estupenda, la llamada intelligentsia, que frisa o supera los sesenta, que en su lejano día fueron hippies, tuvieron sus muchos ideales, sueños y esperanzas, de izquierdas, y ahora también lo dicen aunque ya no cuela, se reúnen, por un motivo cualquiera, un nombramiento ministerial o cualquier cosa parecida igual de horrenda, y ay, Dios mío, salen a borbotones, como a presión, como si hubieran estado retenidas demasiado tiempo a la fuerza, en la sombra, las cabronas, aguas fecales, todas sus espantosas penas y miserias, o tal vez su minucias más ridículas y necias, groseras y negras, como larvas hambrientas comiéndose un cuerpo muerto, pura nada purulenta.
Con la inveterada característica de que nada de lo que creen/aparentan ser, escribir, decir o pensar se corresponde ni siquiera muy lejanamente con lo que realmente son, hacen, sienten o desean. Es decir, hipocresía, máscaras, mentiras, cuentos, caraduras, impostores.
Seres patéticos que se rebozan en su propia vergüenza y pena, que, sea por el motivo que sea, esta vez se van a ver reflejados en el espejo de su derrota y falacia.
Cangrejos cocidos a fuego lento que se agarran a las paredes de su propia prisión y que en la lucha por la supervivencia, por alargar aunque solo sea un minuto más su ridícula existencia, se enfrentarán unos a otros desesperada, caótica, desquiciadamente se cantan las cuarenta y (algo) se pegan/despedazan.
Arcand en "Las invasiones bárbaras". Koch en "La cena". Branagh en "Los amigos de Peter". Kasdan en "Reencuentro". Ungría en "Hasta luego cocodrilo". Hasta la reciente de una forma muy diferente de nuestro Álex de la Iglesia, "Perfectos desconocidos", hacía/copiaba una idea similar.
Un recurso, por lo tanto, molido por el uso. Que aquí no está mal del todo. Tampoco bien, se arrastra entre la superficialidad más alborotada, cierta elegancia esquinada y varios tópicos que necesitarían ser masacrados con más gracia, pericia y mala baba todavía.
Es un ejercicio nimio, esmirriado, sarcástico en su aspecto más tímido, timorato, falto de tiempo, de aliento, de fuerza, de decisión, de arrojo y riesgo. A mitad de trayecto. Es un esbozo. Ni fu ni fa. Un ay que no veo. Un quiero (o no quiero porque no me atrevo o no sé o tampoco hay que molestar demasiado, es mejor dejar a todo el mundo igual de molesto/contento) y no puedo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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