Historia de una traición

En realidad es la historia de varias traiciones: la de una amistad traicionada por amor, la de un amor traicionado por el resentimiento... Una muy mediocre película del no sé ya hasta qué punto considerable autor de "Surcos", dónde la obviedad de la atmósfera, la endeblez de la trama eterna y levemente hitchcockiana ("Vértigo" a la cabeza), el flojísimo guión y el absurdo e inverosímil personaje del gran Fernando Rey hacen de ella un film olvidable. Solo la magnética belleza de la impresionante Marisa Mell satisface nuestra curiosidad y entretenimiento.

En la filmografía de Nieves Conde durante los años 50 se encuentran clásicos como "Los peces rojos" y durante los años 60 films por lo menos aceptables como "El diablo también llora" o "Cotolay" pero en los años 70 su nivel decae y hasta pueden encontrarse en tal década bodrios como "La revolución matrimonial" o "Casa manchada". "Historia de una traición" no llega al nivel de calidad de sus títulos más importantes ya que su planteamiento revela escasa consistencia y casi está supeditado a que las ya desaparecidas Marisa Mell y Sylva Koscina compitan en poder de sugestión. El protagonista Stephen Boyd murió bastante joven. El difunto Fernando Rey aporta su habitual distinción porque muy mala tiene que ser una película para que el gran intérprete no la pueda por lo menos salvar con su presencia. La colaboración de María Martín se limita a coger el teléfono y hablar un poco. Podía haber tenido una intervención algo más extensa. En líneas generales puede considerarse una obra discreta pero dentro de la última etapa de Nieves Conde puede destacar un poco por un cierto refinamiento visual en el acabado estético de la película y unos elegantes movimientos de cámara. La historia que se queda un poco corta en anécdotas es animada ocasionalmente por las personalidades de sus intérpretes en un film modesto pero con algunas virtudes ya especificadas. Obra de un interés relativo. Pero bueno no está mal.

El planteamiento inicial es interesante. Bello incluso. Imágenes preciosas de un mar embravecido, casas en la playa y chicos y chicas guapos. El relato no se sabe a dónde camina. Se aprecia, desde el primer momento, que estamos en presencia de un drama. Los actores son el discutido Stephen Boyd, Maria Mell, el grandísimo Fernando Rey, el siempre presente en películas de aquella época Simón Andreu, y la guapa Sylva Koscina, que aporta esa guapura del este, caras rígidas, duras, pieles estiradas, ojos abiertos y rasgados.
Me gustan las casas de aquellas época. Son poderosas y estales. Fuertes y con determinación, ladrillo visto, piedra, solvencia y carácter. El escenario es también un personaje. Y las casas aquí lo son. Como lo es el mar. Duro y seco, bravo e ingobernable.
La cadencia inicial la mantiene durante todo el tiempo. No sale de ahí. Tarde en atacar el asunto principal. Divaga y navega en varios frentes. Pero se deja ver. Tiene gracia. Aunque no es de las mejores de él. Nada comparable a Balarrasa o a Los peces rojos.
Nieves Conde es un gran director. Tiene talento a raudales, obras importatísimas y un conexión especial con su tiempo. Le tengo por un gran director. Estuvo muchos años en el oficio y filmó 25 películas. Es un volumen importante, sin ser desmedido.

Concibo al cine como uno de los tres divertimentos más importantes de mi vida. Es belleza, es estética, es emoción, alegre o triste, es historia, es relato, es música, es en suma, un maravilloso coctel que contiene todos esos deleitables ingredientes con más lo que el gusto de cada uno le apeteciere agregar. Aquí he paladeado ese coctel. porque he visto un paisaje fabuloso y estremecedor ni bien comienza el film, vi mujeres anonadantes, una muy atractiva Sylva Koscina, por ejemplo, dos apuestos y varoniles galanes, Stephen Boyd y el elegante maduro Fernando Rey, una historia , a mi juicio bastante bien desarrollada, con intriga y tensión y también pude ver a la estrella rutilante una exquisita criatura que embelleció con sus ojos y belleza a este planeta, la sobresaliente en hermosura, la extraterrestre, Marisa Mell.