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Ahora sí, antes no

Drama. Romance Un director de cine independiente está de visita en la ciudad de Sueño, donde se proyecta una película suya, y dando un paseo en un palacio se encuentra con una joven pintora. A partir de ese instante, las cosas empezarán a cambiar. (FILMAFFINITY)
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Críticas 25
Críticas ordenadas por utilidad
24 de mayo de 2016
39 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la primera imagen de "Right now, wrong then" vemos a una chica cruzando el umbral de un palacio antiguo que muestra en su fachada el "taijitu", el diagrama del yin y el yang; un brusco reencuadre nos muestra que esa imagen era en realidad subjetiva: nuestra mirada se superponía con la de un hombre que está mirando a la chica. Luego sabremos que ese hombre (Jeong Jae-yeong) es un director de cine que ha acudido a una ciudad de provincias a presentar una película, pero se ha equivocado de día y no tiene nada que hacer durante el resto de la jornada.

Al cabo de un rato, decide entrar él también en el palacio, donde en un patio llamado “de las bendiciones” encontrará a la chica después de echar una cabezada, como un sueño materializado.

La leve y geométrica trama se desenvuelve en torno al posible ligue del director. Con más o menos timidez y temor al ridículo, estas cosas suceden igual en todas partes: él invita a la chica a un café; luego ella lo lleva al taller en el que pinta; él la invita a un restaurante, donde bebe más de la cuenta y trata de que ella haga lo mismo; y ella lo lleva a una reunión con un grupo de amigos; finalmente, él la acompaña a casa, donde ella vive con su madre que la espera bajo la sombra de una gran figura dorada del Buda (según wikipedia, la ciudad de Suwon, en la que la acción tiene lugar, es conocida tradicionalmente en Corea como la “ciudad de la piedad filial”); al día siguiente, asistimos a la presentación de la película por parte del director, y a su marcha de la ciudad.

Entonces la película se interrumpe y vuelve a comenzar: vemos de nuevo el título y la música que lo acompaña; Kim Min-hee vuelve a entrar al palacio, nuevamente seguida por la mirada de Jeong Jae-yeong; aunque el plano es ahora ligeramente distinto, asimétrico. La segunda parte es como la segunda estrofa de un poema que mantiene los elementos de la primera, con sutiles variaciones en los diálogos, situaciones, puntos de vista... El primer cineasta que repitió una misma escena en diferentes versiones fue Ingmar Bergman, al final de "Persona", que se estrenó hace ahora 50 años: el procedimiento dista, por tanto, de ser nuevo, pero el cine ha avanzado tan poco desde entonces que sigue llamando la atención.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
el pastor de la polvorosa
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8 de mayo de 2016
53 de 97 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿No querías caldo? Pues toma dos tazas. Presenciamos el encuentro fortuito entre un cineasta y una pintora. Se gustan, se atraen, se cortejan, se demoran en diálogos eternos e insustanciales, se acercan y se alejan, se dilatan en el tiempo aunque saben que el tiempo es limitado y las posibilidades casi nulas, porque él habrá de volver a la capital y ella se quedará atrás en la ciudad en que se conocieron por azar del guionista. Todos los pormenores del galanteo torpe, fallido y obtuso apenas abarcan 24 horas. Podría haber dado lugar a una película interesante, pero nos encontramos ante un engendro repelente e infecto que se hace interminable y produce hastío, desinterés y apatía en el sufrido espectador que se revuelve asqueado en la butaca, sin saber si abandonar la sala de proyección o ciscarse en los críticos que creyeron ver una obra de arte y lo proclamaron sin pudor ni mala conciencia a los cuatro vientos.

Y tras una hora de proyección, asistimos a un posible desenlace… para volver a visionar la misma historia pero con toscas y arbitrarias variaciones. Las meteduras de pata se vuelven aciertos, la pantomima se vuelve farsa, el desamor se vuelve enajenación amorosa, el disparate se vuelve largometraje. La idéntica historia contada de dos formas diferentes (¿y por qué no tres, cuatro o más variaciones?) para suplicio y martirio del anonadado espectador que no da crédito ante tanto despropósito abusivo y veleidoso. Porque no es sólo que la trama carezca de todo interés, que los personajes resulten antipáticos e insoportables, sino que el estilo machaconamente plano, tedioso y largo del director se vuelve una refinada tortura incompetente. Los planos secuencia que jalonan el metraje son chatos y romos y se convierten en una galería de fotos fijas sin ritmo, sin garra, sin enjundia. La combinación caprichosa e inepta de planos fijos y zooms de diletante produce vergüenza ajena y hartazgo.

No hay sofisticación ninguna en el relato ni en la forma de darle ¿vida? Todo se desarrolla exangüe e irritante y se prolonga más allá de lo insufrible. Se puede divagar y filosofar sobre el significado último de la narración, de sus interpretaciones posibles, pero es tan sólo puro onanismo de cartón piedra revestido de falso oropel de trascendencia jactanciosa. Es la típica baratija de festival de cine que recibe el aplauso atronador de los sesudos críticos pedantes y encuentra el rechazo justificado del público, que ve lo que hay, es decir, que no se ofrece nada. Un pretencioso petardo fétido.
antonalva
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12 de diciembre de 2015
15 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine de Hong Sang-soo da la sensación de estar plagado de casualidades, pero en realidad todo está medido al milímetro. En la película que le dio el salto internacional necesario, titulada En otro país, utilizaba a la gran Isabelle Huppert y el color de sus vestidos para narrar tres historias diferentes con los mismos personajes excepto el de la actriz. Allí ya describía con precisión las relaciones que surgen de los encuentros azarosos, especialmente cuando en ellos interviene la clásica introversión de los nativos del lejano oriente. Una vez ideado lo que quiere contar y, acompañado de una buena fotografía, el director coreano juega entonces con los elementos técnicos, haciendo zooms para resaltar a los protagonistas de la escena cuando la situación así lo requiere o barriendo la cámara para un lado si lo importante está en otra zona.

Todo esto lo vuelve a poner en práctica en su última película. Right Now, Wrong Then, ganadora en el pasado Festival de Locarno, describe el encuentro de un director de cine y una joven pintora amateur en una especie de lugar de meditación con diseño de la época feudal. Aunque la timidez está presente en ambos personajes, es el hombre quien ostenta la voz cantante, dirigiendo los designios de lo que será un día juntos. Pero la cosa no acaba ahí, ya que Sang-soo le da otra vuelta de tuerca a la historia exprimiéndola desde una segunda perspectiva donde, como bien reza el título, pretende que los protagonistas corrijan su personalidad.

En Right Now, Wrong Then, la pericia del cineasta coreano a niveles de escritura cobra aún más relevancia, puesto que son pocas las escenas y muchos los diálogos que la película tiene que afrontar. Pero la gran mayoría se resuelven de una forma tan pura, tan íntima, tan agradable y a la vez tan sumamente acorde a lo que pasaría en la realidad que el tiempo parece que pasa rápidamente aunque Sang-soo deje la cámara posada en el mismo lugar durante varios minutos. Cada uno de los protagonistas atrapa por sí mismo. Sólo conocemos su historia por lo que ellos nos cuentan sin saber si esta es verdad o mentira, pero la habilidad del coreano (y, por supuesto, las interpretaciones de Kim Min-hee y un genial Jeong Jae-yeong) para no resultar cargante es decisiva a la hora de lograr credibilidad.

La tarea de recontar la historia tampoco parece ser problema para el director, que recicla los elementos justos para que se asiente sobre las mismas bases que su precedente sin perder agilidad. Esto se demuestra en realizar no pocos cambios en el escenario (tanto por la presencia/ausencia de objetos o personajes como por la propia posición de la cámara) que apacigüan al espectador cuando este comienza a preguntarse si le van a dar la brasa con el mismo asunto. Y, aunque es inevitable que exista cierta fatiga en el relato, la verdad es que Sang-soo sortea muy bien la situación. No en vano, algunos diríamos que la película se acaba en un momento tan genial que deja ganas de más, pero lo cierto es que el cineasta mide demasiado bien los tempos como para alargar innecesariamente una historia.

Así de recomendable es Right Now, Wrong Then, una cinta cuyo magnetismo no se basa sólo en los devenires románticos de una improvisada pareja, sino la belleza narrativa de Hong Sang-soo al mostrarlo en pantalla. Una obra tan fácil de digerir como difícil de analizar por completo, con un estilo muy definido pero que al mismo tiempo invita a aquellos nuevos espectadores que deseen unirse al lirismo del coreano. Una estupenda película que sabe hacernos sentir y meditar, dos factores muy importantes en el cine y que, por suerte, en determinados films consiguen ir de la mano.


Álvaro Casanova - @Alvcasanova
Crítica para www.cinemaldito.com (@CineMaldito)
53 Festival Internacional de Cine de Gijón
Kasanovic
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12 de mayo de 2016
13 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película del director coreano Hong Sang-Soo bajo el formato de comedia romántica pero que rezuma autenticidad y originalidad por los cuatro costados. Cuando uno piensa en una comedia romántica se imagina un tipo de película que tiene muy poco que ver con lo que aquí nos muestra el director coreano. No es que no sea una comedia romántica al uso, es que ni siquiera es una película al uso. Es algo distinto.

Está dividida en dos partes más o menos iguales, de una hora de duración cada una de ellas. O quizá no. Tal vez es la misma película contada dos veces, con dos desarrollos distintos. Se cuentan los mismos hechos, en los mismos lugares y con los mismos protagonistas, pero cambiando algunos detalles. Pequeños detalles que hacen que las historias terminen siendo totalmente distintas. Esta estructura narrativa le aporta una gran originalidad al film, lo que, junto a unos toques de humor y grandes dosis de ingenio, terminan por conformar una película a la que cuesta encontrar parecidos con algo.

No obstante, esta película no es para todos los paladares. El hecho de que la historia se repita con diferentes matices, y que no quede claro el motivo, puede no gustar a algunos espectadores. Además, el ritmo es asiático, es decir, pausado, con mucha cámara fija y diálogos algo largos. A mi personalmente, ambas cosas me gustan. Es más, adoro este tipo de películas ya que son de esas que ganan mucho en tu interior con el paso de los días. Pero también entiendo que haya gente que le coja atravesado y se les haga pesada. Por si acaso, recomiendo no ir a verla a la hora de la siesta.

“Ahora si, antes no” es una película pequeña, austera, con pocos intérpretes, con muy bajo presupuesto, que no necesita grandes alardes, ni intérpretes famosos, ni una rimbombante producción, ni grandes dispendios publicitarios. Tiene mucho más que eso: tiene una historia, un buen relato contado con inteligencia, repleto de creatividad y atrevimiento. Tiene belleza y rompe moldes. Para todo eso no hace falta mucho dinero sino algo más difícil de encontrar: talento.

Otro punto fuerte de la película es el realismo que desprende. Se respira naturalidad. Es creíble. No es como esas comedias románticas norteamericanas, ese cine tramposo y facilón. Aquí todo parece de verdad. El amor es real, traspasa la pantalla. Hay toques de humor que se agradecen, pero también rebosa tristeza, sobre todo en la parte final. Y mucha ternura.

Se que voy a encontrar muchas voces contrarias a mi criterio sobre esta película. Vendrán los adalides del dinamismo narrativo, de la inmediatez, de los movimientos de cámara. Me dirán que se aburren. Pues bueno, qué le vamos a hacer. Para mi la película es un prodigio de pulso narrativo, un ejercicio de estilo, una lección de la composición de los personajes y una demostración de sensibilidad cinematográfica.

Los dos intérpretes principales (y casi únicos) son otro gran punto a favor de la película. Su trabajo es magistral. Ambos están perfectos, difícil mejorar su aportación, pero si hay que elegir me quedo con el protagonista masculino, Jeong Jae-Yeong, sencillamente una interpretación legendaria la suya.

Como digo, película que no deja indiferente. Unos se dormirán, otros se enamorarán perdidamente de este film. Yo estoy en el segundo grupo. Me ha encantado. Todo lo que cuenta es absolutamente cotidiano y sin embargo me tuvo embelesado durante las dos horas que duró. Admito que hay ratos que son un poco difíciles de seguir con tanta parsimonia, pero curiosamente tras dos horas de película, se acaba en un momento mágico en inolvidable que te deja con ganas de más.

Magnífica película, todo un descubrimiento. De las que te hacen sentir cosas. Que te invita a reflexionar sobre la importancia de las pequeñas decisiones, del azar y de las segundas oportunidades. Recomendable para todos aquellos que busquen algo diferente, quienes tengan el alma sensible y gusten de saborear el arte en lugar de engullirlo.

https://keizzine.wordpress.com/
keizz
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17 de enero de 2018
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
La idea de contar dos versiones sobre una historia básica pudo haber resultado en una buena película. Sin embargo, nos encontramos con una realización en la que los diálogos carecen de coherencia con los hechos, se dedica mucho tiempo a mostrar situaciones absurdas o ridículas que no hacen al relato (como la visita a los amigos) y todo se desarrolla con una lentitud por momentos tediosa y por otros exasperante. Finalmente, la falta de contenidos, hace que lo visto resulte inentendible.
El cine coreano ha producido películas lentas y con pocos diálogos, entre ellas "Primavera, verano, otoño, invierno... y otra vez primavera" (de 2003, dirigida por Kim Ki-duk), una joya del cine a nivel mundial, pletórica de mensajes trascendentes. Muy lejos de ésto se ubica la película que nos ocupa
Dora
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