Sólo una bandera

Modesto western de John Farrow dedicado fundamentalmente a glorificar la bandera norteamericana.
Ambientado hacia el final de la guerra de Secesión. El argumento tiene su complejidad, los caracteres
de los personajes estan bien definidos y las actuaciones son correctas en general.
Mención aparte para Arthur Kennedy que está sobresaliente como siempre.
Filmada en brillante Tecnicolor y casi totalmente en exteriores, con paisajes impresionantes.
La banda sonora, adecuada y la realización con no demasiado acierto en las escenas de acción.
Sin ser una gran película, resulta grata de ver.

Agradable western con un sólido Alan Ladd y una eficiente Lizabeth Scott, que tendrán que verse las caras con un grupo de soldados confederados dispuestos a todo.

Argumentalmente la historia no es nada del otro mundo, pero tiene algunos detalles curiosos, que realmente son una tontería, pero teniendo en cuenta la época en la que se rodó, con todo lo que ello conlleva (para desgracia) pues resultan llamativos. El ridmo narrativo es estupendo, y evita que acabe resultando pesada. Cuenta con numerosos planos a caballo que amenizan y hacen muy atractiva visualmente la cinta. Los personajes están bien caracterizados, y no caen antipáticos por lo general, no son histriónicos ni planos; la música aun que en mi opinión no destaca, sí hace por la atmósfera, y la fotografía a color, bien, sobresaliendo en las secuencias de caballos, que repito son muy atractivas por no decir preciosas.

Un plato sencillo pero de buen sabor.

Estamos al final de la guerra de Secesión y William Quantrill (Ireland), después de arrasar en agosto de 1863 la ciudad de Lawrence (Kansas), ha conseguido incorporar a su guerrilla una partida de indios iuta y aspira a hacer lo mismo con otras tribus. Para pasar desapercibido en territorio unionista, viste como sus hombres el uniforme azul con las listas amarillas.
Pero en la ciudad de Brocken Bow están más preocupados con ahorcar al minero ex sudista Lane (Kennedy) al que, desoyendo los consejos de su prometida Chris (Scott), vagamente acusan de un asesinato. En el momento crítico aparece un enigmático Brett Sherwodd (Ladd, nótese la coincidencia del apellido con el famoso bosque de Robin Hood), “No entiendo a los hombres que no entienden el oro”, que resulta ser también un capitán confederado de incógnito, “Intento olvidar la guerra”.
Cuando es perseguido por los vecinos linchadores, “O me entrego a él o al grupo”, el trío así formado inicia un interesante intercambio amoroso de roles, aderezado todo con la grave fractura en una pierna que sufre Lane y que Brett apenas puede entablillar y facilitar sus movimientos con una rudimentaria muleta, aunque se ve incapaz de frenar la fiebre.
Al aparecer Quantrill con sus fuerzas, se incorpora a las mismas Brett vistiendo también el uniforme de la Unión, mientras Chris y Lane quedan en calidad de prisioneros condenados a muerte.
La trama continúa con diálogos en los que se cuestiona el sentido de una guerra civil, donde salen a relucir cuestiones importantes como la libertad y la esclavitud, la lealtad y la cobardía, el honor o la traición. Pero también la política, en refuerzo siempre de la necesaria unidad y armonía en el seno de la nación, donde sobran las opciones maximalistas “Nunca habrá paz hasta que muera el último rebelde”, pues “Una casa dividida contra sí misma no puede funcionar”.
Excelente guion, buena ambientación, magníficos paisajes y excepcional dirección. Queremos detenernos para destacar la labor de Dieterle que mantiene en todo momento una acción trepidante en la que integra con acierto la trama sentimental. Las interpretaciones rayan todas a gran altura, lo mismo que los actores de reparto y, sobre todo, los especialistas con sus cabalgadas y saltos.
Como la herida de la pierna de Lane amenaza gangrenarse, hace su aparición el Dr. Terry que diagnostica una fractura múltiple en la zona tibial que exige una rápida intervención para atajar el avance de la infección. Además de la consabida agua caliente o hervida, llama la atención el uso de anestésicos por vía inhalatoria. Recordar en este sentido que desde 1846 William Morton había usado ya el éter y un año después lo hará Simpson con el cloroformo en los partos. Impecable y exitosa intervención quirúrgica.
Una buena película que refuerza el mensaje que “Solo hay un país”, "Solo una bandera". Significativamente a lo largo de la misma veremos siempre un único uniforme, el de la Unión.

Interesante película de un judío exiliado de Alemania ante el avance el nazismo y un director australiano. Seguramente uno la empezó y otro la terminó en un mismo estudio bajo la misma producción. Es lo más probable, en aquella época en que se rodaban varias películas al mismo tiempo, imposible de ver en la actualidad.
Wester un tanto atípico. Sureños disfrazados de Yankis que militarizan a indios para convertirlos en una especie de fuerza de choque en los territorios del medio oeste americano justo al final de la guerra de secesión.
El protagonista es el inexpresivo Alan Ladd, al que da réplica femenina Lizabeth Scott enamorada de Arthur Kennedy. Los dos hombres son sureños, ella americana.
Una mina de oro hace que los intereses de todos se proyecten sobre la necesidad de dejar vivo a un hombre que se ha roto una pierna...
Algo enrevesada, no explica bien cual es el propósito de la misión militar, único punto un poco oscuro en toda la trama.
Se deja ver, buena música y la tensión propia de no sabe cómo acaba.
Tanto Dieterle como Farrow pertenece a esos directores de "Clase media-alta" que forjaron las industria, que rodaron decenas de cintas y todas ellas razonablemente buenas.
Una película muy de su época, bien rodada y que se deja ver.

¿De qué trata una película? El argumento de una película tendría que poder resumirse en una línea, poco más. Y si se dan cuenta, las grandes historias se resumen muy bien, desde "Lo que el viento se dejó" hasta "Sin Perdón".
Lo maravilloso del Western es justamente eso, que con ideas básicas pueden contar grandes historias.
Ignoro la intrahistoria de este guion o de esta película, pero algo aquí no cuadra.
Ya sea porque hay poco metraje para tantas cosas que se quieren contar o porque hay muchas cosas que se cuentan en poco metraje, pero o deberían haber podado más la trama o añadido más minutos, porque se queda todo en la superficie.

Empieza la película contándonos una historia que se transforma a los 15 minutos en otra totalmente distinta para volver a transformarse a los 30 minutos. Provocando tres comienzos distintos y con ello el espectador entra muy mal. Posteriormente nos quedamos en esa tercera historia hasta un final abrupto que cierra de manera precipitada todas las historias. Por lo que no se terminan de perfilar ni personajes ni situaciones.

Considero que el género ha realizado ya las tres películas que hay dentro de esta cinta, pero si se hubiera dado una vuelta al guion o más dinero a los directores, esta cinta hubiera sido considerada un clásico de las películas del oeste.

¿Quién se acercará a esta película? Admiradores del género, seguidores de Alan Ladd y pocos más.