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Cadenas rotas

Drama. Romance Adaptación de la novela "Grandes esperanzas" de Charles Dickens. El hijo de un humilde herrero es enviado a educarse a Londres gracias al dinero de un benefactor cuya identidad desconoce. (FILMAFFINITY)
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Críticas 29
Críticas ordenadas por utilidad
22 de agosto de 2007
60 de 76 usuarios han encontrado esta crítica útil
Seguramente la película gane si no has leido la novela, pero me cuesta entender que alguien que se haya leido la novela encuentre la versión de Lean brillante. Me diréis que es casi imposible que te guste una película basada en un libro que es de tus favoritos. Cierto, pero se me ocurren algunas excepciones, como la estupenda "El retrato de Dorian Gray" de Albert Lewin o "El rey Lear" de Khosintsev.

Cuando se ve una película basada en una de tus novelas favoritas hay que estar preparado para ver cómo recortan de aquí y de allá, y cómo seguramente quiten un par de momentos de tus favoritos. Pero uno no está preparado para el gran error que comete David lean en "Grandes esperanzas", me refiero concretamente al personaje de Biddy, que en la película es una maruja sin importancia que sale en un par de planos, pero en la novela es una de las claves dramáticas. Pues "Grandes esperanzas" trata del conflicto que se le plantea a Pip entre una vida sencilla y humilde en el campo representada por la dulce y cariñosa Biddy, de su misma edad (¡no 25 años mayor que él, como en la peli!), y una vida de lujos innecesarios y sin amor encarnada por Estela. De esta manera Pip se debate entre estos dos mundos a la vez que se debate entre el amor de las dos muchachas. Si se elimina a uno de estos dos personajes casi se anula el espíritu de la obra de Dickens. Para colmo el personaje Estela está absurdamente interpretado por Valerie Hobson, que a parte de que no se parece a Jean Simmons ni en el blanco de los ojos, no es ni fria ni calculadora ni magnética. Por lo tanto las dos historias de amor de Grandes esperanzas están eliminadas o son un desastre.

También me pregunto por qué han cogido a un tío de 38 años para encarnar a un personaje de 22. Vale, John Mills es muy bueno pero ¿qué pasa? ¿que no hay actores jóvenes en Inglaterra?
No todo es horrible en "Cadenas rotas" (los distribuidores patrios siempre tan cachondos). El inicio en el cementerio es genial, visualmente impactante, y por suerte la calidad de la fotografía y la ambientación se mantiene durante toda la película. Otro acierto es que el argumento general de la novela se ha conservado, lo que hace que por lo menos la historia sea entretenida, aunque le falte humor (qué pena que no hayan metido la boda de Wemmick, aunque es comprensible) y lo que es peor, emotividad. Pues la novela tiene un par de momentos preciosos y desgarradores, y la peli de Lean no me ha emocionado ni de lejos en ningún momento, en parte por esa ausencia del personaje de Biddy.

Es lógico que se hayan hecho cambios y se haya recortado con motosierra la historia original, pero los cambios son simpre para peor o directamente incomprensibles. Además, la película es muy superficial, para subsanar esto bastaría con añadir un par de minutos a algunas escenas. No pasa nada porque la peli dure 2 horas y media, bien que nos dio el coñazo David Lean con las 3 horas de Doctor Zhivago.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Pabloody
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22 de agosto de 2008
32 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los personajes de Dickens son una bendición del cielo: insólitos, terribles, hermosos, complejos... Es decir, que el británico pone media película para que alguien con talento la complete. Si Cuarón la desbarató en su "modelna" adaptación, Lean la encarrila por la vía del gran cine, del cine clásico por perdurable, no por antiguo. Su folletín es un ejemplo perfecto de progresión narrativa, de puesta en escena y de depuración literaria. Habrá quien se mosquee por los cambios respecto al texto original, sin darse cuenta que dichos cambios no merman (en absoluto) el poder brutal del mismo ni su esencia, edificante, romántica y socialmente crítica.

Retorcida historia de pasiones y ambiciones, de sueños alcanzados y truncados, de ricos fagocitando a pobres (tan Dickens) y viejos amargados jodiendo a jóvenes aún con mucho que vivir, Grandes esperanzas cohesiona su multiplicidad de registros y acaba rompiendo la crisálida de un espectador que, primeramente interesado, y luego literalmente absorbido, se deja abandonar ante la hipnosis narrativa que el propio original literario ya inspirara en lectores de medio mundo. Lo hace con ritmo, grandes actores (de edades excesivas, cierto), lecciones de moral subversivas (aquí es la "mala gente" y las clases bajas los que ayudan a progresar en la vida, no los poderosos) y una limpieza descriptiva que sublima la misma carne de sus personajes, todos inolvdables.

Su riqueza visual, narrativa, su buen pulso y su mágico balanceo genérico (hay drama, gotas de comedia, incluso terror purísimo) hacen de esta adaptación una de las películas más brillantes de los años 40. En su emocionante discurrir, en su lenta revelación de secretos, en la tristeza legendaria de algunos de sus personajes (escalofriante Martita Hunt) alcancé un gozo que difícilmente encuentro en las películas que se estrenan actualmente. ¿Que ha envejecido? Me entra la risa. Yo la terminé de ver con los pelos de punta. Espléndida.

Lo mejor: la historia es fascinante, y Lean la traduce a imágenes magníficamente.
Lo peor: no cuelan Mills y Guinness de veinteañeros, ¿no?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
nachete
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13 de enero de 2009
21 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
David Lean llevó a cabo las adaptaciones de dos obras de uno de los escritores más universales del mundo. Profusamente ensalzado en la pantalla, Charles Dickens aportó un legado literario que continúa en boga y que no cesa de ser ampliamente extendido y conocido en todas partes. Y mucha de esa difusión en la actualidad se la debe al cine.
“Grandes esperanzas” es una de sus novelas más famosas, en la que se cristaliza ese espíritu dickensiano que los lectores (y no tan lectores) de cualquier época podemos reconocer. Y también un libro muchas veces llevado al celuloide.
Dickens era un retratista de la pobreza en la Inglaterra industrial. Puede que nadie plasmara con tanta amarga crítica y sordidez las enormes diferencias sociales y las injusticias que atacaban sin piedad a quienes tenían la mala suerte de nacer en el cieno. La observadora mirada del escritor dirigía sus dardos con penetrante puntería hacia las clases acomodadas, tan regaladas de su posición y de sus privilegios; hacia las clases humildes, despreciadas por los que se llamaban a sí mismos poderosos y dignos, explotadas y arrastradas hacia la esclavitud de un progreso despiadado que medraba a costa de pobres desgraciados, abandonados a una perra suerte y condenados a malvivir como ratas en una ratonera; hacia un sistema cruel que no contribuía en absoluto a paliar las enormes diferencias, y que incluso abría aún más la brecha infranqueable.
En “Grandes esperanzas”, Dickens exploró esa brecha que separaba a los ricos de los pobres, a los señores elegantes de los sencillos hijos del pueblo llano, envolviendo su idea central en una trama dotada de desangelado patetismo, de cierto toque de grotesco realismo con el que tanto simpatizaba, pero también con brochazos de intriga y de halo romántico. Y David Lean hizo una versión cinematográfica que tiende a resaltar el componente romántico y casi fantasmagórico.
El planteamiento central es el de un niño huérfano y pobre, cuyo horizonte no pasa de llegar a convertirse en herrero.
Pip crece bajo la tutela de una hermana ruda y avinagrada y de un cuñado dulce y comprensivo. Tiempo después de su encuentro con un proverbial desconocido en el cementerio, un acontecimiento da un giro a su rutina. Una señora, que posee una propiedad y riquezas, lo invita a su casa y, a partir del instante en que el chico cruza la verja de la misteriosa y decrépita mansión, se abre para él un anhelo que antes ignoraba. Desea salir de la pobreza y convertirse en un caballero, porque en la mansión habita una criatura bella como él no ha visto ninguna, una chica desdeñosa con él y de la que el pobre Pip se enamora.
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Vivoleyendo
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12 de febrero de 2006
17 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay que quitarse el sombrero ante tal despliegue de calidad. Muy buenos actores al servicio de una buena historia (de Dickens ni más ni menos), y muy bien contada.
Y es que el buen hacer de Lean es indiscutible. Yo destacaría el ritmo impecable con que desarrolla la trama. En ningún momento da la impresión que sobre o falte escena alguna. Todo parece estar en su justa medida. Además me ha llamado la atención la utilización muy común de éste director de escenarios reales abiertos, muy poco dados en películas de la época, con una gran eficacia. El manejo de la luz (de gran dramatismo y muy adecuado a la época en la que se desarrola el guión) y los encuadres magistral.
En definitiva una gran película para disfrutar de un clásico del cine que ya es historia.
Sobresaliente.
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Jimi
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18 de mayo de 2010
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lean siempre fue un director de trazo fino y elegante, como lo demuestra está cuidada adaptación de la novela Grandes esperanzas de su compatriota Charles Dickens, es sin duda el cineasta que con más talento y afinidad ha sabido reflejar el mundo del célebre escritor londinense en la gran pantalla.

Con un gran reparto, y una brillante narrativa, fiel a su génesis literaria, David Lean nos adentra en el quinto largometraje, de su poca pero colosal filmografía, en este drama de época que transcurre en la Inglaterra del siglo XIX, a través de una lograda ambientación y con unos decorados magníficos que le valieron en su día un Oscar a la mejor dirección artística y a la mejor fotografía en blanco y negro de Guy Green.La escena al principio, de Pip y él preso en el cementerio cuando el primero visita la tumba de sus padres, o los interiores de la decadente casa señorial de la señora Havisham, tienen un aire casi tétrico y tenebroso, que invita a que se siga con un inusitado interés la atmósfera que envuelve todo el relato, genialmente filmado por Lean.
Supone también, la primera aparición de uno de los mejores actores británicos de todos los tiempos, el también Sir, Alec Guinness, uno de los actores fetiches del director inglés con el que trabajó en varias de sus más importantes, y recordadas películas ("El puente sobre el rio Kwai", "Doctor Zhivago", "Lawrence...etc).

Obra de magnífica calidad, estas Cadenas rotas, que más que separar unen a David Lean, con el universo Dickensiano, del que también adaptaría años más tarde la no menos excelente Oliver Twist.

Notable clásico.
Ficus Pandorama
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