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Yo acuso

Bélico. Drama La historia de dos hombres, uno casado, y el otro amante de la esposa del primero, que se reúnen en las trincheras de la Primera Guerra Mundial, y cómo esta historia se convierte en un pequeño ejemplo de los horrores de la guerra. (FILMAFFINITY)
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
10 de mayo de 2019
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
63/10(19/04/19) Film arriesgado y que hay que alabar por la valentía en ser pionero en criticar al belicismo, el realizador galo Abel Gance tuvo el coraje de hacerlo incluso durante la Gran Guerra (en sus postrinerias), considerado la primera película pacifista, un grito desesperado por la Paz, describiendo (parte) los horrores que estos conflictos conllevan, aunque visto un Siglo después de su estreno resulta bastante ingenuo y cándido. Parte de sus carencias además residen en que el centro de la historia sea un chirriante triángulo amoroso, poniendo demasiado el foco en el melodrama romántico en detrimento de su importante mensaje anti-guerra, perdiendo excesivo tiempo de sus más de dos horas y media en este drama romántico provocando bajones de ritmo, teniendo sus mejores picos en la recreación realista de las trincheras de la Primera Guerra Mundial, en su feista y mugrienta escenificación. Abel Gance había sido reclutado para la Sección Cinematográfica del Ejército Francés durante, la Primera Guerra Mundial, más tarde fue dado de baja por mala salud, aunque ya había formulado la idea para J'accuse (sacando el título del grito que Emile Zola popularizó en 1898 durante El Asunto Dreyfus), influido por constantes noticias de muerte de amigos en el frente, y también por el libro recientemente publicado Le Feu de Henri Barbusse, logró persuadir a Charles Pathé para financiara la película, la filmación se llevó a cabo entre agosto 1918 y marzo 1919. Para filmar escenas de batalla, Gance pidió volver al frente y se volvió a alistar en la Sección Cinematográfica, resultando que se encontraba filmando en la batalla de Saint-Mihiel en septiembre de 1918 junto al Ejército USA, su metraje auténtico fue editado en la sección final de la película. Gance usó a 2.000 soldados reales que estaban en una licencia de una semana, así como filmó gran parte de las imágenes de la batalla, que Gance filmó en las líneas del frente con la cooperación de los militares franceses (que pensaron que estaban obteniendo una pieza de propaganda en lugar del horror contra la guerra que Gance estaba haciendo). El gobierno francés vio el proyecto como una llamada al patriotismo y le dio todo su apoyo, sin embargo, resultó ser la única "película de paz" hecha en Europa durante la Primera Guerra Mundial. Y es que Gance no proyecta glamur o mitificación patriotera, en su diatriba Acusa a la deshumanización que inducen las guerras, como provocan muertes, violaciones, separación de seres queridos, saca lo peor de cada uno con carroñeros que se aprovechan de ella (especuladores), a las esposas infieles, al patriotismo papanata, e incluso al Sol por asistir impávido a este Averno. En realidad este dedo de esqueleto acusador que a todo apunta resulta demasiado liviano, y es que al arremeter contra todos pierde sentido, abarca demasiado y queda en un ataque superficial, loable, pero una simplificación sin hondura. Destaca asimismo la maestría innovadora del director parisino, un pionero en muchas técnicas, mediante el uso de una edición ágil, imágenes cruzadas, efectos dramáticos de superposiciones (aparte del dantesco clímax, queda a esa alegoría visual recurrente de esqueletos bailando en un círculo), fotogramas tintados, pantalla dividida, ello reforzado por una ambientación realista en los campos de batalla, jugando con los claroscuros y con las sombras de modo expresionista (ejemplo la escena flash-back de la violación). Diecinueve años después Abel Gance hizo un remake actualizado de la película como advertencia premonitoria de la Guerra que se avecinaba (WWII).

La cinta arranca con la impactante imagen en primer plano de Abel Gance mirando a cámara y espetándonos, “J'accuse!”, pero a quien va dirigido su dedo inculpador? Este por lástima tarda en apuntar, hundiéndose en el primer tramo en un melodrama amoroso bastante rancio, que encima termina por ser tramposo y manipulador, pues coge roles muy manidos para enfrentarlos como es un sensible Poeta enamorado de una dulce y desvalida joven, que a su vez se ha visto forzada a casarse con un Bruto maltratador (digo lo de tramposo por la errática delineación de este, primero un cruento machista que somete a la esposa violentamente, y luego tenemos que tragarnos que su personalidad hay que comprenderla, pues en el fondo ama a su mujer, puaj!), todo muy manido y folletinesco. La película toma impulso cuando la guerra une a los dos hombres que aman la misma mujer en el frente de batalla, aquí en el campo de Guerra donde se dan imágenes que perduran, como esa imagen que abre el tercer acto, la sonrisa siniestra de la muerte, y es que vemos en primer plano a un soldado con una mueca de risa en su rostro, pero el plano se abre y el militar es un muerto enterrado en el barro el agujero de un obús, desgarrador. Hay momentos estremecedores en las trincheras combinando líricamente lo infernal con lo poético, y es que vemos en las trincheras a los soldados hundidos en agua y por otro lado los vemos escribir cartas cual testamentos espirituales

Es un film con claro sentido humanista, alejando el patriotismo y reflexiones políticas tendenciosas del relato, retrato de como la guerra destroza vidas y generaciones. Tanto es así que en su intento de no querer ser propagandístico ni siquiera muestra a los enemigos germanos, solo vemos a dos fuera de plano en sombras, esta es la única concesión anti-prusiana que hace el film, cuando muestra estas dos sombras claramente soldados teutones por sus característicos cascos con punta de lanza como dos violadores.

Abel Gance embiste de una formidable calidad técnica a muchos tramos, técnicas ya experimentadas en su anterior film 'La dixième symphonie' (1918), con un juego de montaje trepidante del propio Gance y Andrée Danis, influenciado del cine soviético, ello en pos de emitir emociones, en una miscelánea de tomas de corta duración alternando planos cortos y amplios, ello alternando diferentes escenarios,... (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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3 de febrero de 2017
10 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parece ser que ¨Yo Acuso¨ es considerada la primera, o de las primeras, película antibélica. No niego la importancia de que fuera una de las primeras películas en denunciar la guerra, pero viéndola es difícil ver su importancia más allá de este valor anecdótico. No se puede pretender denunciar los horrores de la guerra cuando esta es simplemente es una cosa que pasa de refilón mientras se cascan un folletín mil veces visto de un triángulo amoroso, que encima dura 2 horas y media.

Para colmo, Gance es un tipo que escribe los símiles y las alegorías en letras gigantes de neón, no sea que se nos vayan a pasar por alto. Como colofón, tiene una buena dosis de germanofobia, estamos en contra de la guerra pero que les zurzan a esos alemanes.

Pues no sé, se han hecho mejores películas de esta temática después, y más allá de su importancia histórica y el uso de alguna imagen real de la guerra, no merece tres horas de visionado.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Marduk
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21 de mayo de 2017
9 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
EL marduk que escribe la otra critica no tiene una idea clara del lenguaje de cine ni de situarse en elcontexto historico y cinematografico .
Ser el primero en 1919 a traves del cine de describir para los restos las formas y el fondo de un conflicto de esa envergadura, es de un gran valor y hacerlo con esa categoria es ya un disfrute para cuaquiera con un minimo de inquietud estetica.
Si despues de verla te gusta el contexto lee la novela "los Thibault " , pero tu Marduk abstente, son siete tomos , 3000 paginas, y simplemente cuenta la vida de dos hermanos de principio de siglo....
mosco
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21 de marzo de 2023
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Abel Gance, pese a ser la cabeza visible de la escuela impresionista francesa en los primeros años de confirmación del cine como arte de masas, además de su carácter visionario y moderno a la hora de marcar un estilo propio con el que desarrollar la narración conceptual de las historias captadas a veinticuatro fotogramas por segundo —estilo que fue idolatrado por cineastas de la talla de Akira Kurosawa, Francis Ford Coppola o Martin Scorsese— es una figura que ha caído en un incomprensible ostracismo en los últimos años. Sin duda Gance es un director a reivindicar, creador de una serie de películas convertidas hoy en día en auténticas joyas del cine, “Yo acuso” es una de esas joyas.

En 1917 un motín de soldados franceses en las trincheras inspiró a Gance la realización de la película, el cineasta había sido excluido del servicio por una tuberculosis, pero, movilizado en el último año de guerra, sufrió un accidente en la fábrica de gas venenoso en la que había sido destinado, y relevado del servicio. Para Gance el film era una especie de terapia personal con el objeto de librarse de su complejo de culpabilidad por su exención de la movilización, logrando los fondos necesarios para su rodaje engañando a los productores franceses a los que engatusó insinuando que su intención era la de dirigir una cinta de exaltación patriótica, nada más lejos de la realidad porque el patriotismo en “Yo Acuso” brilla por su ausencia, siendo el patetismo y los miserables efectos que la guerra causa en los moradores de cualquier nación del mundo, la verdadera esencia que plasmó el director en su particular acusación contra la guerra. Este durísimo alegato contra la carnicería organizada que supuso la I Guerra Mundial tuvo un gran éxito, tanto en Francia como en todos los países donde se proyectó, el propio Gance viajó a Estados Unidos para exhibir la película ante un público entre el que se encontraba el propio David Wark Griffith y las hermanas Lillian y Dorothy Gish.

“Yo acuso” es una de las experiencias más alucinantes desde el punto de vista visual, estético y creativo que se puede experimentar observando este noble arte de hacer películas, siendo una producción de 1919, la modernidad que desprenden sus seductoras imágenes así como su experimental montaje, que para nada tiene que envidiar a las propuestas de D.W. Griffith, confieren al conjunto de la obra un valor sin parangón, formando junto con “Intolerancia” de Griffith —autor que se quedó boquiabierto tras visionar “Yo acuso”— todo un hito en la ruptura de esos rígidos corsés que atenazaban el desarrollo de las epopeyas en el ambiente silente. Uno de los puntos más sobresalientes del film es esa sabia mezcla de naturalismo realista que esbozan los primeros compases del film, con una atmósfera fantástica y fantasmagórica que irradian los mejores momentos de la película, como esa inolvidable danza de esqueletos, los sueños pesadillescos fotografiados por Gance evocando la pérdida del amor entre las brumas de un aterrador bosque o ese final en la que un ejército de zombies retorna a casa para acusar a los pacíficos y olvidadizos habitantes de la campiña francesa de la ristra de muerte y destrucción ocasionada por “La Gran Guerra”.

Resulta imposible para cualquier amante del cine no sentirse cautivado, hechizado y profundamente enamorado de una película como “Yo acuso”, y es que esta es una película de la que brota cine en estado puro, Gance nos ofrece una lección magistral de artesanía cinematográfica empleando las primerizas técnicas que llevaron al cine a un viaje emprendido desde la simple captación de fotografías en movimiento hacia un universo propio dotado de un lenguaje característico que daría lugar al mayor espectáculo artístico jamás creado por el hombre.
Juan Marey
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25 de febrero de 2018
3 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película de la Primera Guerra Mundial, que tiene mucho sentido en su época, ya que la gente (y es lo que el director quiso plasmar) gritaba los horrores de una guerra. Aunque desde mi punto de vista, bastante light, ya que se centra más en la historia de amor, que la propia guerra.

Me ha sorprendido un par de cosas. Primero como visten de malo malísimo al casado de la protagonista. Y luego se vuelve bueno. No se lo cree nadie, y muchísimo menos querer formar un trío amoroso visible. En cambio no tolera el hijo de una violación. Por eso no me creo mucho este personaje.

El "Yo acuso" se me atraganta. Ya que es muy fácil criticar... el protagonista dice mucho "yo acuso", pero bien que él al principio era un pinta flautas, que fue a la guerra para buscar a su amante, no por la guerra ni por su país. Y luego critica lo que él fue una vez.

En resumidas cuentas, no me ha acabado de convencer, aunque entiendo el coraje con el que se quiso hacer la película y lo que quería transmitir, y por eso no la valoro tan mal.
edugrn
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