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Juno y el pavo real

Drama. Comedia En su segunda película sonora, Hitchcok adapta una conocida obra de Sean O'Casey acerca de una familia irlandesa que recibe una importante herencia y se ve corrompida por la riqueza. (FILMAFFINITY)
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Críticas 10
Críticas ordenadas por utilidad
25 de junio de 2014
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dentro de mi tortuoso peregrinar por la obra temprana y menos conocida del maestro, he visto esta película nada atractiva, más por curiosidad y por un cierto deber u obligación de conocer toda la obra de este gran creador de formas, del que me considero admirador, pues siempre uno tiene la esperanza de descubrir algo nuevo e interesante. No es de extrañar que el cineasta detestara esta adaptación de una prestigiosa pieza escénica del escritor irlandés Sean O´Casey. Es un drama típico irlandés donde no falta el whisky, la cerveza, la pobreza y el patriotismo irlandés aliñado con una trama referida a una supuesta herencia económica y que denuncia en cierta medida la opresión histórica que ha ejercido el Reino Unido sobre la Irlanda católica.

El conflicto político y social es desdramatizado en cierta forma por un socarrón humor que a Hitchcock tanto le gustaba, pero que es insuficiente en cuanto al estilo cinematográfico tan ajeno al maestro, que seguramente se vio obligado a filmar por cuestiones más alimenticias que artísticas. Pues el cineasta no puede evitar el lastre de unas influencias teatrales insalvables y a todas luces excesivas, puro teatro filmado lo que motivaría que, pese a la buena acogida dispensada en su momento al film, el tiempo una vez más es inmisericorde con la propuesta.

No hay casi nada del universo propio del director de “Rebeca”, no hay intriga, ni suspense, ni falso culpable con el que identificarse, no hay “Macguffin”, ni persecuciones increíbles, tampoco hayamos el famoso juego de las apariencias, no hay rubias gélidas, ni tensión sexual, tampoco cameo del cineasta, una película sin personalidad por parte del realizador, que debía tener muy poca fe en el proyecto y que se limitó (en el argot taurino) a una “faena de aliño”. Muy pobre.
Antonio Morales
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7 de enero de 2023
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante la revolución irlandesa, una familia gana una gran herencia. Comienzan a llevar una vida rica, olvidando cuáles son realmente los valores más importantes de la vida. Al final, descubren que no recibirán esa herencia; la familia está destruida y sin dinero. Deben vender su casa y empezar a vivir como vagabundos.

Difícil. Sin ritmo ni empatía. Es torpe en intenciones y vacía en emociones. Una fallida obra con problemas de movilidad espacial y excesivo uso de la conversación.

No es que sea prescindible, es esquivable.
La puerta de Tannhäuser
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17 de mayo de 2012
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
En esta temprana realización de Hitchcock, un maestro en potencia adapta la obra homónima estrenada 6 años atrás en el Abbey Theatre de Dublín, justo al fin de la Guerra civil irlandesa. En ella aparecen continuas muestras de un exacerbado nacionalismo, comprensible y entrañable en su contexto. Los actores son, en gran parte, los mismos que participaron en la obra teatral, lo que justifica su carácter en escena. Planos continuos sin pausas ni cortes, con un buen número de actores compartiendo secuencia y sin perder la compostura ante la cámara, ese testigo que les hizo pasar a la historia hasta día de hoy, y que les abrió unas puertas rechinantes aunque nuevamente barnizadas al pionero mundo del cine sonoro. Hitchcock explota el plano americano, forjándose una personalidad ajena al exceso de primeros planos que saturaron el cine mudo, pues no había voz que expresara emociones. Así, no debe parecer que se abuse de gesticulación, ya que en relación a sus antecedentes es un filme rompedor y bien distinto. El maestro se renovó, y dejó morir a aquellos inválidos que con recelo miraban el desarrollo.

Temáticamente, no hay nada nuevo. Una demostración de buen teatro en un turbio periodo de entreguerras, que no podía ofrecer más que el previsible melodrama del que somos testigos. Aquel oasis que por fortuna y azar se levanta en medio del desierto y que, como es de esperar, termina siendo un espejismo. Sin embargo, no deja de atraer la clara narración y caracterización de los personajes en un sencillo decorado, cuya moralidad se pervierte al mismo tiempo que sus principios se derriten. Al final, la moraleja es un ingrediente más y punto, de ese pastel que todos queremos, pero que ni egoísmo ni piedad nos otorgarán. Ni siquiera honestidad.
Sr Mandarina
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7 de enero de 2007
9 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película es una adaptación bastante buena en cine sonoro de una obra teatral llamada "Juno and the paycock" (Juno y el pavo real) escrita por el escritor irlandés Sean O´Casey. Es un drama típico irlandés donde no falta el whiskey, la cerveza negra, la pobreza y el patriotismo irlandés exacerbado. Recomiendo leer antes el libro para entender mejor la película y mi puntuación. Desgracidamente creo que está descatalogado. Les gustará más los que conozcan un poco el país y su historia porque verán escenas y personajes típicos. La interpratación de los actores es correcta, el argumento y el guión bastante buenos. Es mejor si la ven en inglés porque entonces apreciarán mejor la forma de hablar de las clases bajas dublinesas. Al doblarla al español se pierde ese detalle.
MCarmen
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5 de mayo de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Publicada en 1924, “Juno y el pavo real”, es la segunda de las tres obras conocidas como, La trilogía de Dublín, que escribiera el nacionalista y socialista irlandés, Sean O’Casey (1880-1964), en la que recrea las gravísimas problemáticas sociales y las profundas carencias que padecieron los irlandeses durante sus luchas por la independencia. Las otras dos obras se titularon “Shadow of a gunman” (La sombra de un conspirador) y “The plough and the stars” (El arado y las estrellas), esta última también llevada al cine por el director John Ford.

Clara y reconocida evocación de la madre del escritor, “Juno…” hizo parte importante del repertorio del exitoso Teatro Abbey, siendo en las tablas protagonizada por Barry Fitzgerald y Sara Algood. Pero cuando, Alfred Hitchcock, se decidió a rodarla –haciendo la adaptación él mismo junto a su esposa Alma Reville-, mantuvo como protagonista a Sara Algood, pero el rol de Fitzgerald quedó en manos del estupendo comediante Edward Chapman, y Fitzgerald solo tuvo una breve aparición en el rol del orador que aparece en la primera escena defendiendo una Irlanda unida.

De “JUNO Y EL PAVO REAL”, se podía esperar cuando menos una buena película, porque la tragicomedia escrita por O’Casey contiene ácidos y divertidos diálogos, y también cuenta con una serie de personajes que ampliamente reflejan las vicisitudes que sufrían los irlandeses, al tiempo que demuestra la desventajosa existencia de las féminas en un mundo en el que abundaban los hombres apocados y sinvergüenzas.

La historia se centra en la familia Boyle, con una madre, “Juno” (Sara Algood), comprometida y tolerante; un marido, “el capitán” (Edward Chapman), que se escabulle de cuanto trabajo alguien quiera poner a su alcance… pero que siempre está presente donde alguien ponga a disposición una copa; y un par de hijos: Mary (Kathleen O’Regan), la atractiva muchacha con algunas ilusiones pero sin suficiente suerte, y Johnny (John Laurie), el excombatiente algo trastornado que perdió un brazo luchando contra los ingleses. Con ellos, el amigo del capitán, “Joxer” Daly (Sidney Morgan), otro sinvergüenza que vive al día y con la única esperanza de encontrar una copa llena.

Todo daba para recrear esa suerte de situaciones que te hacen reír y llorar, pero infortunadamente, Hitchcock pasaba por el momento más bajo de su carrera y la inspiración afloró muy poco. Cinematográficamente, el cuento se opaca con una pobreza de puesta en escena, peor que la que padecen los inquilinos de aquella casucha; y ni la iluminación, los encuadres, ni la escenografía, trascienden lo evidente.

De no ser porque las actuaciones preservan un cierto encanto y una gracia que, por momentos, consigue agradarnos, el filme se hubiera ahogado definitivamente, con la buenaza de Juno a bordo y con ese pavo real de su marido, que, de pavo, solo tenía su afán de pasearse sin mover un solo dedo.

Hay una frase, dicha en la película, en la que quizás valga la pena pensar: “El que se dedica a prestar lo tendrá que lamentar”.
Luis Guillermo Cardona
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