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Elegy

Romance. Drama David Kepesh (Ben Kingsley), un carismático profesor, está orgulloso de seducir a alumnas deseosas de probar experiencias nuevas, pero sin ningún compromiso. Pero, cuando la hermosa Consuelo Castillo (Cruz) entra en su clase, sus precauciones se esfuman. Esa belleza morena consigue, al mismo tiempo, cautivarlo y desconcertarlo. Consuelo es para él algo más que un objeto de deseo. Su fuerte personalidad y su carácter apasionado ... [+]
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Críticas 113
Críticas ordenadas por utilidad
3 de marzo de 2008
109 de 145 usuarios han encontrado esta crítica útil
Definitivamente ‘El animal moribundo’ no funciona. Y siento decirlo pero creo que en este caso todas las culpas se las lleva Isabel Coixet. Habiéndose desligado en esta ocasión por completo del guión, la barcelonesa parece buscar desesperadamente lucirse en las labores de dirección, y claro, la historia acaba resintiéndose estrepitosamente. Y lo más jodido de todo es que ya se le ven las intenciones al cuarto de hora de metraje.

Es indignante que a una historia con tantas posibilidades (principalmente tragicómicas y eróticas) se le saque tan poco jugo. Porqué la única sensación que me quedó tras hora y media (que en realidad me parecieron más bien dos horazas) fue la de haber visto un sinfín de imágenes bonitas, lo cual estoy convencido que se aleja bastante de las intenciones originales del novelista Philip Roth. Así que si lo que pretendía Coixet era hacer su propia galería de cuadros “cool” en movimiento a la vez que tiraba por la borda buena parte del crédito que fue cosechando con sus últimas obras como narradora de bellas historias intimistas, desde luego lo ha conseguido.

Por su parte, ni el asombroso reparto, que más de uno mataría por tenerlo bajo sus órdenes, consigue salvar la función. Los actores parecen haberse contagiado de la peligrosa dinámica del conjunto. Incluso el buen savoir-faire de Ben Kingsley y Dennis Hopper (eso sí, qué placer verles compartir pantalla) es sepultado por la mediocridad que desprende la película. De Penélope Cruz se aprecian algunos intentos por su parte de dar profundidad al personaje de Consuela, pero acaba haciendo lo que sospecho sabe hacer mejor: interpretarse a sí misma.

A pesar de otros detalles que me pusieron de los nervios (recursos pseudos-poéticos alarmantemente facilones y el uso de una voz en off que trata al espectador de idiota), tampoco quisiera quedarme con una impresión final negativa de ‘El animal moribundo’, porque técnicamente sería algo injusto. Como ya he dicho, desconectando el cerebro, es un filme agradable de ver. Pero creo que a estas alturas a Isabel Coixet se le puede pedir muchísimo más.
reporter
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30 de abril de 2008
54 de 70 usuarios han encontrado esta crítica útil
En esta película, codirigida por la debutante norteamericana Elizabeth Koishet y la acreditada cineasta europea Isabel Coixet, se aprecia la importancia de la compenetración en el trabajo de equipo.
Los productores, siguiendo una particular política, han apostado en este caso por Elizabeth Koishet para el liderazgo, encomendando a Isabel Coixet una misión asistencial, gregaria, en función de su mayor oficio y veteranía.

Ahora bien, Elizabeth Koishet, con los nervios comprensibles en una realizadora inexperta, se aferra a fáciles recursos, de efecto seguro:
-Sobreabundancia de primeros y primerísimos planos (con una décima parte el caché de los actores ya estaría amortizado).
-Música de Satie (¿cuántos films, telefilms y spots publicitarios habrán escogido el piano de Satie para enmoquetarse?).
-Neutralización de los actores (llevados a simple posar, poner caras, humedecer los ojos, sobre todo Penélope Cruz; Dennis Hopper es caso aparte: va a su aire, está en su propia película, por cierto bastante buena).
-Escenas bonitas, como por ejemplo a la orilla del mar, los personajes paseando a cámara lenta, adagiosa y familiar música de Marcello al fondo (el espectador exclama para sí: ¡Qué bonito!)
-Suavización de todo lo fuerte y postergación de los diálogos frente a las imágenes agradables (se supone que la estudiante es caribeña, latina, caliente, vital, y que por eso enciende al viejo profesor; se supone que hay algo esencial en que ese carácter sea precisamente así, y no de otra forma, pero nada de eso se ve).
(...)

Pero cuando el guión llega inexorablemente a zonas de turbulencia dramática, incluso melodramática, y Elizabeth Koishet debe abandonar la plana balsa de bonito y aburrido romanticismo, entonces se ve desbordada y cede el timón a Isabel Coixet, cuyo veterano pulso sí que imprime dirección a la película, con una energía y una verdad que cortan el aliento, más aún por contraste con lo precedente, que evolucionaba sin rumbo.
En esos breves pasajes emocionantes se siente de pronto que hay cine...

Surge la pregunta sobre qué habría ocurrido con "Elegy" si en el tándem la voz cantante no la hubiera llevado Elizabeth Koishet, en virtud de un extraño favoritismo, sino Isabel Coixet, que es quien parece poseer talento y dominio suficientes para haber sacado adelante con solvencia el proyecto.
Así, cabe desear que, si en lo sucesivo estas directoras vuelven a rodar juntas, se invierta la correlación de fuerzas, para bien del cine.
Archilupo
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21 de abril de 2008
40 de 54 usuarios han encontrado esta crítica útil
Isabel Coixet siempre me ha parecido de lo mejorcito en cuanto a directores en este país se refiere. Y me sorprende que después de hacer cine con mayúsculas, como La vida secreta de las palabras sea capaz de presentarnos una película tan vacía e impersonal como la que nos ocupa. Entiendo que haya mucha gente a la que le guste, pero a mí me ha decepcionado. Vale, la película es un encargo de Hollywood, pero es que aun así apenas noto la mano de Coixet. Creo que la mayor baza que ha tenido esta directora son los guiones que ella misma crea, y dota a sus cintas de una personalidad (salvo alguna excepción) impresionante. Por eso creo que al trabajar con un guión hecho por otra persona la película, en este caso pierde mucho.

En cuanto a Penélope Cruz (que por cierto, ya la había impuesto la productora) creo que no transmite nada. La relación con su compañero de reparto no tiene nada de química (por parte de ella), y cuando mantiene relaciones más intimas con él me parece totalmente asexual, inexpresiva y en definitiva un témpano de hielo (ya sé que Ben Kingsley no te pone nada, pero eres actriz, disimula un poco). En las entrevistas le preguntaron a Isabel Coixet acerca de la actuación de Penélope, a lo que respondió <<Creo que nació para hacer este papel>>, yo también lo creo, porque la profundidad del personaje es inexistente.

Lo de Ben Kingsley ya es otra historia, está inmenso, como en todo lo que he visto de él. No sólo defiende el guión sino que incluso lo mejora con sus innumerables recursos y hace la película más entretenida. Vamos, lo que se suele decir, que llena la pantalla. Ha sido una delicia verle y me rindo a sus pies. No me arrepiento de ver la película, porque me a gustado conocer a este personaje.

Los secundarios es otra de las cosas que salva la cinta: Dennis Hopper, Patricia Clarkson, Deborah Harry y Peter Sarsgaard están geniales. Sobre todo éste último, que protagoniza junto a Ben Kingsley (su padre en la ficción) la que es para mí la mejor escena de la película, en la que discuten distintos tipos de infidelidades.

Conclusión, la película no es mala mala, se puede ver, pero se le podía haber sacado bastante mas partido.
luxio81
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23 de diciembre de 2008
23 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Coincido plenamente con Lupo. Nuestra querida Coixet exhibe en “Elegy” una bipolaridad operativa tan acusada que, por momentos, resulta verdaderamente difícil reconocer a la autora de “Mi vida sin mi” en su último trabajo.

Cierto es que Isabel sigue fiel a ese exquisito tratamiento de la imagen y a esa cuidada (aunque nada original, por cierto) selección de la banda sonora, pero la peli que hoy nos ocupa certifica -y eso es lo que precisamente me preocupa y me disgusta- una renuncia casi total a esa profunda inmersión en el alma y en la psique de sus protagonistas que tan buen resultado le había proporcionado en obras anteriores.

Coixet prefiere solapar retazos de romanticismo y sensiblería de diseño a través de atildadas escenas de cama y paseítos en la playa en lugar de ponerse algo más trascendental y hurgar en esa herida existencial o sentimental que, potencialmente, sugiere la trama argumental.

Personalmente me quedo con la esporádica relación que mantiene David Kepesh (Ben Kingsley), a lo largo de más de veinte años, con su exalumna. Me parece mucho más interesante que su ‘affaire’ con Consuela (Penélope Cruz). Y es una lástima, porque de no haberse prostituído creativamente, Isabel hubiera podido extraerle muchísimo más jugo a esta historia. Pero no, Hollywood es Hollywood, la pela es la pela y si hay que contar historias elementales, impostadas y tópicas, se hace. Y punto.
Taylor
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22 de abril de 2008
40 de 63 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Es una gran persona. Es licenciada en química, e historia del arte; y además toca el oboe". Ésta es una de las perlas que podemos encontrar en el guión de la nueva película de Isabel Coixet, uno de los más altos exponentes del piji-progresismo ilustrado, movimiento intelectual encabezado por unos cuántos artistillas españoles, millonarios pero comunistas, que predican la moral de la nueva era.

En Elegy, una Penélope Cruz que no se cansa de enseñar las tetas, interpreta a una niña tonta de ascendencia cubana que padece un extraño enamoramiento intelectual del pedante de su profesor, un famoso escritor sesentón y calvo, que para tener tantas carreras y ser tan culto, tiene la misma inteligencia emocional que un adolescente en la edad del pavo. La relación entre ambos resulta tortuosa, áunque en vez de conmover nos deja un saborcillo en el paladar de romance frío y sin sentimiento.

Mi pregunta es: ¿Se puede mostrar menos química en la pantalla que Kingsley y la Pe? La respuesta resulta evidente a quién se atreva a ver esta mediocre historia de amor, que no resuelve con solvencia ninguna de sus propias expectativas.

Lo cierto es que toda la película en sí es un triste "quiero y no puedo". Me explico: Elegy tiene unas pretensiones intelectuales que van más alla de la pedantería, y es que Isabel Coixet nos intenta deslumbrar con sus elaboradas frases, su vocabulario de la Real Academia, y sus múltiples referencias culturales que no le interesan absolutamente a nadie. Y lo único que consigue con ello es aburrir al espectador, porque lo peor de todo es que detrás de esa artificial fachada de literatos y premios Pulitzer de poesía, se esconde un inmenso vacío, una película que a pesar de intentarlo es de muy pobre reflexión, e intenta paliar su poca profundidad conceptual con el recurrido recurso de Coixet, el cáncer, que facilita una pincelada existencialista de última hora.

A pesar de su buena fotografía, Coixet abusa en exceso de la voz en off con las reflexiones de Ben Kingsly, que hacen la peliculita muy lenta y espesa. El medio audiovisual tiene la ventaja de que también se puede ver, no sólo escuchar. Elegy tiene muchos minutos de novela radiofónica, y esto muestra cierta falta de talento para el cine, sin ánimo de ser destructivo. No me extenderé más sobre este tema porque ya he leído ésta observación en críticas de otros usuarios. No quiero poner otra vez lo mismo que ellos, simplemente lo corroboro.

En definitiva, señora Coixet, sus ansias de iluminarnos con su basta cultura progre le pierden.
Lobo_Aullante
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