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El negociador (Negotiator) (TV) (2003)

El negociador (Negotiator) (TV)
107 min.
6,6
62
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Trailer (JAPONÉS)
Sinopsis
Por cosas del destino o la casualidad, tres maleantes que acaban de atracar un supermercado se ven involucrados en el secuestro de todo un hospital. Ahí será cuando entre en juego el inspector Ishida, negociador de la policía Japonesa. (FILMAFFINITY)
Género
Thriller Crimen Robos & Atracos Telefilm
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Japón Japón
Título original:
Kôshônin (Negotiator)
Duración
107 min.
Guion
Compañías
Links
8
Enigmas del secuestro, respuestas en la venganza
Después de hacer uso de lo inesperado como pocas veces en su carrera gracias a la psicotrópica "Gozu" y antes de desviarse ligeramente hacia terrenos comerciales con el horror adolescente en la exitosa "Llamada Perdida", Takashi Miike seguía haciendo de las suyas a mitad de su ajetreado 2.003...

Como encargarse de un pequeño pero nada desdeñable proyecto para la televisión privada WOWOW a partir de "Koshonin", con la cual el versátil escritor Takahisa Igarashi, un experto de la novela de terror y sobre todo de misterio en su vertiente detectivesca, iniciaría a comienzos de aquel mismo año la trilogía literaria de mismo nombre. El director se refugia en el universo televisivo y se camufla en un aparente drama al uso, sin embargo, y gracias a la destreza de Kota Yamada al libreto, nos percataremos de que todos y cada uno de los detalles que encierra la trama merecen por alguna razón permanecer en la memoria del espectador.
Para poder desarchivarlos en un futuro y usarlos como pista; al principio, de hecho, dos inspectores de la agencia especial de Takanawa conversan sobre los problemas personales y la espinosa relación sentimental de dos compañeros, a quienes por cierto ya hemos conocido (la inspectora y contable Maiko y el jefe de investigación y negociador Shuhei), y sus palabras parecen futesas lanzadas sin importancia...un error, desde luego. En paralelo, la historia da sus primeros pasos con el atraco a una tienda de barrio.

Los tres tipos responsables, ocultos bajo cascos de moto, toman en su huida todo un hospital cercano, maniobra un tanto idiota y suicida sin remedio pues ya sabemos cómo acaban este tipo de argumentos, de no ser por ciertas preguntas y enigmas que se van acumulando sobre el por qué y el quién. Eso sí, el "sello Miike" no está por ningún sitio; éste se acomoda tras una paleta de tonos neutros y tétricos y largos planos-secuencia de prudente distancia, y aun con ciertos instantes simpáticos (sobre todo cuando aparece Renji Ishibashi), desarrolla a fuego lento las situaciones de manera seria y precisa.
Tanto que, durante la primera hora de metraje, concerniente al intenso secuestro del hospital, parece que estemos ante una versión nipona de esas pesadas series norteamericanas sobre agentes federales e investigaciones criminales (estilo "24", "Sin Rastro" o "C.S.I."), todo lleno de palabrería tecno-científica y pseudointelectual y un estudio minucioso de los procedimientos policiales; no obstante tanto el guionista como el director fallan en querer mostrar en pantalla ciertos acontecimientos (aquellos que profundizan en la vida privada de los protagonistas y los estrictamente relacionados con el caso) en lugar de contarlos a través de sus personajes.

Y esto lo llevan a cabo por medio del muy socorrido método del "flashback", molesto a veces; pero ello se debe a que las intenciones no se han revelado del todo, y lo hacen a partir de una segunda mitad cuyo excesivo metraje hace sospechar teniendo en cuenta que el caso parece haber alcanzado una resolución optimista. Y Miike pone a trabajar su magia; las apariencias y los callejones narrativos sin salida encuentran recovecos, los atracadores y los secuestradores revelan sus identidades (aunque ésto debió suceder mucho después), las simples artimañas de rapto se tornan en venganzas personales, los rehenes distinguidos por cantidades numéricas toman el protagonismo y brotan las emociones más viscerales.
Conducido por el formato televisivo "Koshonin" no se pierde en típicos senderos melodramáticos y Miike, revolviendo los hechos al ir adelante y atrás en el tiempo sin permitirnos respirar un segundo (la labor de Yasushi Shimamura al montaje es digna de elogio), sitúa a los que se arriesgaban por las vidas de otros en el corazón de una trágica lucha por la suya propia y la de sus seres queridos. Shuhei deja de ser negociador para ser un padre torturado; Maiko, apartada a un plano secundario como elemento sin fundamento, es una pieza vital del triángulo dramático-romántico que termina de formar la moribunda esposa, Kyoko, cuyo tercer acto le pertenece por entero.

Y si antes se depositaba una mirada ácida sobre la jerarquía dentro de los organismos policiales (los "degradados" como blanco de las burlas y las calumnias de los jefes) y sobre la predisposición de la sociedad japonesa de juzgar a los extranjeros (quienes resulta que, en realidad, son usados como cabezas de turco por los mismos japoneses), ahora entrará en juego algo tan espinoso como las negligencias cometidas en el mundo de la sanidad (no ya pública, sino privada) y los actos ilegales que quedan enterrados en favor de salvaguardar el prestigio en detrimento de las vidas de los inocentes.
Con un niño de por medio como detonante de los verdaderos hechos y motivos (pues aquí la trama se burla del espectador atrapándole en un señuelo que se servía de otro señuelo para su conveniencia) todo esto nos puede recordar a títulos anteriores como "John Q." o (en la distancia) "Rescate", además de presagiar otro oscuro film del cineasta donde la venganza de un marido y padre corriente será el motor de la historia ("Sun Scarred"). Dirigidos por él con su habitual eficacia, Shiro Sano, Masato Ibu, Kumi Nakamura, el nombrado Ishibashi o la guapa Mayu Tsuruta se desenvuelven con plena naturalidad en sus personajes.

Pero es Hiroshi Mikami quien asombra con su interpretación, primero sobria y cerebral en su rol de negociador (en una línea muy Patrick Jane) e intensa y feroz cuando más tarde se vea dominado por la sed de una venganza que es menester no destripar, ya que nos hallamos ante una película donde cada minuto proporciona una sorpresa.
Una nueva versión de la novela se realizaría dos años después, esta vez para TV Asahi y con Kippei Shiina en la piel de Shuhei, pero no igualó a esta pequeña y por desgracia desconocida proeza del nativo de Osaka, al estar situada entre aquellas dos famosas obras mencionadas.
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
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