Grita, asesino (1958)

Jack Nicholson debutó en la gran pantalla con este aceptable thriller de serie B, subsección juventud y violencia, producido por Roger Corman, en el que comparte reparto con Carolyn Mitchell, una bella y joven actriz totalmente olvidada, que poco después de terminar el rodaje se convertiría nada más y nada menos que en la cuarta esposa de Mickey Rooney antes de fallecer trágicamente.

Prácticamente toda la carrera del director, Jus Addiss, estuvo centrada en la televisión, y eso es algo que queda patente en la planificación y puesta en escena de la película, con un ritmo sostenido y sin altibajos. La juvenil historia de amor, celos y violencia en la que Nicholson se refugia en una pequeña tienda de comestibles armado con una pistola y con rehenes no es nada del otro mundo e incluso se centra más en lo que ocurre en el exterior en esas horas que en el propio Nicholson, quien en su interpretación ya esboza con maestría las muecas y rictus de paciente con hemorroides que luego le harían famoso.

Pero la película, ya lo dije, es bastante efectiva y tiene su encanto, especialmente en las secuencias iniciales en el garito nocturno en que Carolyn Mitchell y el macarrilla por el que ha dejado a Nicholson (Brett Hasley) están pelando dulcemente la pava y haciéndose arrumacos, rodeados de otros tipos y de la música de la 'jukebox', antes de que se monte el pollo.

No falta en el guión de Leo Gordon, uno de los habituales de Corman no solo como libretista sino como actor, la moralina habitual de las películas de serie B de la época que tratan el tema de la delincuencia juvenil, aunque siempre aderezada con cierto sentido del humor soterrado y envuelto en la ligereza que adquiere el visionado de ciertas pelis cuando se ven pasados los años de su filmación.

Otra de sus bazas es la presencia elegante y bella como secundaria de Lynn Cartwright, una dama que lamentablemente no se prodigaría mucho al margen de la serie B y de clásicos de culto como "La Mujer Avispa" (Roger Corman, 1959). Era una habitual de las pelis de Corman al ser la mujer de Gordon.

Entre los que no se pueden dejar de advertir en el nutrido casting está también, aunque ni siquiera aparece en los créditos, el siempre amable y habitual característico de la pandilla de Corman en aquella época, Bruno VeSota, un tipo que siempre daba una consistente presencia en cámara y que, como director, ese mismo año había dirigido para la casa “The Brain Eaters”. Y como con Corman todo el mundo hacía de todo -él mismo tiene un papel en la peli-, puede ser que el hombre pasara por allí, alguien le dijera que se quedase y le dieran una frase para que la cinta en su tramo final no decayese.

Y es que en el cine de Corman siempre se trataba de lograr mucho con poco. Aunque a veces se noten demasiado esas entrañables chapucillas, como sucede en la banda sonora, en la que se recurre al 'latin-jazz' más sandunguero en los momentos de más tensión, con objeto de que la cosa no vaya cuesta abajo. Hoy causa cierta hilaridad al analizarlo, porque destripa en cierto modo la magia del cine, pero son los detalles que se agradecen cuando, pasado el tiempo, uno degusta este tipo de pelis con la debida distancia.