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Mowgli: La leyenda de la selva (2018)

Mowgli: La leyenda de la selva
104 min.
5,7
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Sinopsis
Trata sobre la educación de Mowgli, criado por una manada de lobos en las selvas de India. Mientras aprende las reglas, a menudo complicadas, de la jungla. Bajo la tutela de un oso llamado Baloo y una pantera llamada Bagheera, Mowgli llega a ser aceptado por los animales de la jungla como uno más de ellos. Por todos menos uno: el temible tigre Shere Khan. Pero puede haber peligros mayores acechando en la jungla, cuando Mowgli se enfrenta a sus orígenes humanos. (FILMAFFINITY)
Género
Aventuras Drama Naturaleza Animales 3-D
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Mowgli: Legend of the Jungle
Duración
104 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Grupos
Adaptaciones de Rudyard Kipling
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8
Oscura, poderosa y hermosa
Hace apenas un par de años, Disney nos trajo un remake live action de su clásico "El Libro de la Selva", y hoy tenemos "Mowgli", adaptación del clásico de Rudyard Kipling. Es obvio que esta película va a sufrir todo tipo de comparaciones con la peli de Disney de hace dos años, y muchos la criticarán diciendo que no era necesaria una nueva adaptación. No obstante, se debe saber que esta película es una adaptación directa del libro de Rudyard Kipling, mientras que la película de hace un par de años es una adaptación del clásico de Disney de la película de dibujos animados, que tiene las licencias típicas que la Disney se toma siempre en sus adaptaciones de animación. Es por ello que, antes de criticar a esta película por ser una "copia", que sepan eso. Esta película no tiene nada que ver con la de la Disney, es completamente distina, incluso hay personajes que no salen en la otra, mientras que en la de Disney hay personajes que en esta no salen. También debo decir que voy a evitar entrar en comparaciones con la cinta de 2016 en la mayor parte que pueda. Bien, una vez aclarados estos puntos, vamos con la crítica:

Me parece una película distinta a lo que probablemente todos esperábamos. Es una película sombría, que muestra la crudeza de la vida. La aceptación de los demás a pesar de ser distintos, y también trata la búsqueda que todos tenemos en esta vida: encajar. Todos buscamos siempre nuestro lugar en el mundo, y Mowgli explora esa sensación. El protagonista, criado entre lobos y otros animales de la jungla, sabe que es humano, pero tampoco quiere vivir con ellos. Le da miedo aceptar su realidad, y eso es lo que hace que en múltiples ocasiones el personaje busque su lugar en el mundo, el sitio idóneo donde deba encajar.

Encontramos también en esta película un enfrentamiento entre el hombre y la naturaleza. Vemos el daño que el hombre es capaz de hacer, cómo su afán por conquistarlo todo acaba por destruir la belleza que en nuestro planeta habita. Los animales de la cinta lo saben, saben que el hecho de tener a Mowgli entre ellos es un peligro constante hacia la selva, pues los humanos al fin y al cabo son peores casi que los propios animales.

Debemos mencionar también el excelente trabajo de efectos visuales. Si bien es obvio que son hechos por ordenador, los animales tienen en su mayoría miradas muy humanas. Aunque hay que reconocer que a veces chirría un poco, pero en general creo que son unos efectos especiales más que dignos. Mención especial a los ojos. Es increíble los ojos de los personajes animales de la película. Se nota que detrás de la captura de pantalla hay seres humanos reales, los ojos les delatan. Es increíble reconocer los ojos de Christian Bale a través de los ojos de la pantera Bagheera, o los del propio Serkis en los ojos del oso Baloo. O el mismísimo Benedict Cumberbatch, que representa de manera extraordinaria a Shere Khan. Un punto a favor de la película es su reparto: actores profesionales de talla mundial que saben muy bien lo que hacen. Recomendación: si queréis disfrutar de la película en todo su esplendor, ver la película en VOSE. El trabajo que hacen los Cumberbatch, Bale, Serkis o Blanchett (entre otros) es extraordinario.

La Warner fue muy inteligente al contratar a Andy Serkis como director de esta película. Quién mejor que él para dirigir a actores en captura de pantalla, pues es uno de los pioneros en utilizar este tipo de tecnología (todos recordamos al famoso Gollum en la trilogía cinematográfica de "El Señor de los Anillos") y siempre es recurrente en papeles de captura de pantalla. Lo dicho, una de las decisiones más inteligentes de cara a rodar esta cinta.

La película es un espectáculo visual constante, es poderosa y hermosamente hecha para la vista humana. Es una delicia enserio. Y es profunda. Es una película profunda que, a través de los puntos expuestos arriba, explora la propia naturaleza del ser humano, nuestro lado más animal y salvaje, y hace un viaje a través de nuestros propios sentimientos, y a veces es hasta cruel. Nos muestra el lado más crudo que podemos llegar a tener, y los miedos que tenemos muchas veces cuando no sabemos qué hacer en la vida. Cuando estamos perdidos y no sabemos bien cuál es nuestro lugar en el mundo. Es una película poderosamente profunda, más de lo que seguramente la gente se de cuenta.

Película recomendada. Sólo una última cosa. Aun a riesgo de repetirme, evitad ver esta película pensando en la del Libro de la Selva de hace dos años. Sólo así conseguiréis disfrutar de esta película en todo su esplendor.
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49 de 58 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Soñé ser Lobo, me Desperté apenas Hombre
Siempre me ha dado la impresión de que, entre todas las historias de "hombre contra la naturaleza" alguna vez escritas, 'El Libro de la Selva' es la más difícil de cuadrar en ninguna parte.
Desde el primer momento que al cine le dió por mirar en su dirección se podría decir que fue la alternativa juvenil a Tarzán, pues la inmortal versión de Disney posibilitó centrarse en animales charlatanes, tutores o salvajes, enseñando a un niño que a fin de cuentas no lo pasaba tan mal en la selva; con el enfoque perfecto para dar lugar a varias buenas aventuras familiares posteriores.
Pero en el libro de Rudyard Kipling sobresalían la brutalidad y la ley del más fuerte, con un omnipresente peligro animal casi desaparecido si no fuera por el tigre Shere Khan.

'Mowgli: La Leyenda de la Selva', por fin, es la adaptación sin compromisos que pedía el clásico original.
Una que olvida los lugares comunes e imágenes preestablecidas, acercándose al bosque frondoso como si nunca le hubiéramos perdido el respeto que le teníamos. Porque existe la muerte en este rincón perdido de la India, mucho más que en cualquier otro lugar, y los animales parlantes la aceptan y razonan como una inevitable consecuencia repentina aparejada a cada una de sus vidas.
Algún día dejarás de respirar porque un depredador más fuerte te habrá dado caza, pero hasta la presa más frágil se merece el respeto que da una despedida honorable: eso aprende Mowgli, cuando Bagheera le dice que no aparte la mirada, para que el alma no se vaya en soledad.

El niño criado por lobos de la manada vive en constante peligro, no se cortan de recordarnos, pues siempre aparece un cadáver ensangrentado como mal augurio de su indefensión, o la musculatura del imponente Shere Khan se tensa ante la oportunidad de clavarle los dientes al cuello… pero mientras esté protegido por la Ley de la Selva, nada podrá amenazar su valiente ingenuidad.
Sin embargo, es magnífico poder darse cuenta, gracias a un meticuloso trabajo de captura de movimiento animal con rasgos (y sobre todo ojos) humanos, que Bagheera y Baloo cruzan miradas de cautela cada vez que el pequeño cachorro piensa ser más fuerte de lo que es. Y como, poco a poco, no son solo la infecta hiena Tabaqui y el temible tigre quienes le recuerdan su verdadera naturaleza, sino también su madre loba y el líder Akela, preocupados por su inseguridad, pero sobre todo por el instinto humano que ya le empieza a asomar, al apoyarse en el "insecto" que llaman fuego. No se puede forzar que un niño ande siempre a cuatro patas, al igual que la Ley de la Selva algún día se tendrá que inclinar ante el instinto carnívoro.
Andy Serkis, como ya hiciera la novela original, convierte el conflicto en un asunto político: parecíamos ser mejores de lo que dicta nuestro código animal, pero la vida salvaje requiere unas exigencias reñidas con la inocencia y la debilidad, por muy momentáneas que sean. “Mowgli debe ser uno de nosotros, a cualquier precio, cuanto antes, aunque le duela” discuten el oso, el lobo y la pantera, tres animales experimentados en la crudeza, borrando la barrera de fantasía infantil mediante infografía prodigiosa y dándole al relato un sabor distintivamente adulto, que no por ello deja de recordar al aprendizaje que cualquier niño haya tenido (una escena así entre tres actorazos creyéndose poderosos depredadores de la selva no te la aguanta otra de las versiones anteriores ni de casualidad).

Lo cierto es que el niño de la selva se esfuerza, se entrena para formar parte de la manada… y parece que nunca llega.
Pequeños brotes de carácter irascible, esos que todos hemos tenido creciendo, le frenan para convertirse en el animal que le habían dicho que iba a ser. Y al otro lado del río, en la aldea del hombre, le es imposible reconocerse en nadie.
Al contrario que otras versiones, que retrataban “el fin de la infancia” cuando Mowgli abandonaba la jungla, aquí la cuestión carece de respuesta fácil cuando sus tutores se han visto obligados a mentirle en sus capacidades, siempre con la esperanza de que el futuro permitiera limar las asperezas de su naturaleza humana; todo para no despertarse del bello sueño de cariño que le tienen a ese cachorro accidental.
Los sentimientos más sinceros e irracionales ya se colaron entre la Ley de la Selva, y de la misma manera ninguna formalidad hará que Shere Khan renuncie a la presa que le llama.

Entre familias, con todo en contra, Mowgli con su sola existencia desafía las creencias de ambos sistemas decadentes, que se han estado comiendo mutuamente para tratar de imponerse (el cazador se cobra sus trofeos de marfil, la selva arrinconada se revuelve y ataca de vuelta).
Una condición de la que él no es consciente, algo que solo la antiquísima Kaa podría desvelarle como guardiana de siglos depositados en la vegetación, hasta que tras haberse acercado a los dos se da cuenta: los animales que le rugen no se diferencian demasiado de los humanos que le gritan. Ambos lados del río cuentan con sus maravillas, con sus atrocidades, e incluso con sus propios depredadores.
Ser hijo de ellos es una responsabilidad gigantesca, pero precisamente por eso puede y debe imponerse a siglos de tradición restrictiva, que solo sirve para que los buenos de corazón sufran la crueldad de astucias animales o garras humanas.

Teníamos que volver a abrir este libro de la selva.
Porque Mowgli éramos todos y hasta ahora no me había dado cuenta.
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24 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
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