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Serbis (Service) (2008)

Serbis (Service)
93 min.
6,2
341
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Trailer (v.o.)
Sinopsis
Líder de una generación de nuevos cineastas filipinos que deja una estela de asombro allí por donde pasa, Brillante Mendoza fue el primer cineasta de su país invitado a participar en la sección oficial del Festival de Cannes con esta película. La familia Pineda –un matriarcado alrededor del cual pululan hijos, nietos, primos y sobrinos- regenta un viejo, barroco, decadente y laberíntico cine dedicado al género erótico. Mientras los miembros de la familia suben y bajan escaleras en sus quehaceres cotidianos, viven ajenos a todo lo que acontece en la sala y los más que poblados pasillos del cine, en los que la prostitución y los travestis campan a sus anchas. Con la bulliciosa Manila como incesante ruido de fondo, el cine, que es también la vivienda de la familia, se revela como un microcosmos con sus propias normas. Especie de neorrealismo a la filipina, la aridez y aparente crudeza de la acción (que apenas abandona el cine) no hace más que aumentar la ternura que despiertan los miembros de este sorprendente clan. Quizá no resulte tan irónico que el nombre del cine sea Family. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Familia Homosexualidad Prostitución Erótico
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Filipinas Filipinas
Título original:
Serbis (Service)
Duración
93 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Filipinas-Francia;
Links
Premios
2008: Festival de Cannes: Nominado a la Palma de Oro
7
Reflejos de una nación
Al ver las primeras imágenes de Serbis, me vino a la mente otra película muy próxima geográficamente aunque no tanto en lo conceptual. Estoy hablando de Good Bye, Dragon Inn de Tsai Ming-liang. En ambos casos, un cine grande, laberíntico, sucio y triste se convierte en el protagonista principal. Ambos establecen en él sus microcosmos, pero mientras Tsai lo hace desde el minimalismo más radical (dilatando los planos, explotando el silencio, el fuera de campo y la ausencia de luz), Mendoza opta por algo más activo, verbal y narrativo –no por ello menos digno-. Mendoza parece querer crear un lugar lleno de miseria y falta de oportunidades donde la prostitución y el sexo, parecen las únicas formas de evasión, y cuyo hedor a semen llega hasta el espectador. Para deshilachar el film y llegar hasta el verdadero mensaje que quiere transmitirnos, deberíamos fijarnos en las siguientes cinco momentos…
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17 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Y la vida continúa
Me alegra que haya sido ésta mi primera aproximación al cine filipino, dada la gratísima impresión que me ha causado. Ignorando, pues, el grado de representatividad del film y del director en el contexto de su industria, la considero una propuesta sumamente interesante.

Lo primero que sorprende —ya que solemos asociar el cine asiático con la censura en la mostración de lo que eufemísticamente se denomina "vello púbico"— es la explicitud genital, incluyendo masturbaciones, felaciones, etc. Unas escenas que, sin embargo, no son ninguna concesión a la galería ni transmiten una sensación erotizante, ya que están mostradas y se inscriben en un clima de sordidez que impregna absolutamente el metraje.

Casi todo el film transcurre en el interior de un destartalado y maloliente cine, residencia de una numerosa familia que trata de sobrevivir como puede, donde proyectan películas pornográficas al tiempo que sirve de prostíbulo. Digo film, y no historia, porqué ésta ya se inició mucho antes de empezar la película y continuará mucho después que finalice. Asistimos, por tanto, a un fragmento de vida corriente, una dramaturgia que no se apoya en ningún hecho excepcional para esas almas, sino que muestra unos días que son como los que ya fueron y nada, o muy poco, hace presagiar que sean distintos de los que vendrán.

Y, sin embargo, no hay abnegada resignación al pesimismo, tal como parecen dar a entender simbólicamente detalles como cuidar de una rosa, limpiar los baños atascados o intentar repintar de blanco una pared llena de grafitis. De manera análoga, cuando en una de las pocas salidas al exterior la cámara muestra una multitud en procesión con velas rezando el Ave María, el director también parece querer extrapolar ese deseo de esperanza a todo su pueblo.

Conviene destacar la absolutamente natural interpretación de los actores, ante la verdad de la cual uno duda incluso si se trata de profesionales, y la sencilla y funcional puesta en escena de Brillante Mendoza, sin efectismos ni aspavientos, transmitiendo a su vez con gran fuerza esa total sensación de verismo.
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10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
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