Mujer infiel (1932)

La película no edulcora en absoluto la Depresión que en esos momentos se estaba viviendo en Estados Unidos. Nos muestra un mundo de desempleo generalizado, donde nadie tiene trabajo ni con qué pagar a sus acreedores, que a su vez contraen deudas, y donde los negocios que quedan abiertos lo que necesitan son clientes y no personal. La protagonista es la joven rica interpretada por Tallulah Bankhead, novia del joven sin dinero pero con un buen trabajo como publicista interpretado por Robert Montgomery. Cuando están a punto de casarse y discuten sobre si ella debe abandonar su fortuna y adaptarse a vivir solo con el sueldo de su novio, la depresión se lleva por delante todo el dinero de ella y el empleo de él. Los novios se separan, él trata de sobrevivir con empleos transitorios en labores manuales y ella, tras hacerse famosa como sableadora de amigos, se lía con un millonario. Montgomery aparece, la rescata y se casan, pero la persistente falta de trabajo obliga al hombre a contrariar a unos sindicalistas en huelga, que le machacan como esquirol y le dejan seriamente herido. Para poder pagar al médico, Bankhead se lanza a la prostitución callejera. Lástima que la película sea tan poco imaginativa al pintar las situaciones y se apoye tanto en azares inmensos y exageraciones facilonas. También su mensaje social es limitado, como siempre en Hollywood. Los autores llaman a saber aguantar en medio de la tempestad y confiar en las propias fuerzas. El tabú sigue siendo plantear el porqué de las situaciones contra las que uno debe luchar. Al parecer, se considera que los porqués son preguntas que no arreglan nada a corto plazo y a larga tienen consecuencias poco deseadas para lo que está establecido.