Agua (2006)

El poco frecuentado mundo de los nadadores de aguas abiertas es puesto en foco por esta película con buen tratamiento formal pero un guión que se presiente inicialmente riguroso aunque finalmente resulta inconsistente. "Aguas" narra un momento en la vida de dos nadadores (uno joven e inexperto y otro al borde del retiro). Ambos atraviesan una situación difícil de sus carreras, tanto en sus vidas como en su profesión. Son dos personas de pocas palabras, que se reflejan una en la otra y establecen una relación de aprendiz-maestro.
Distintos motivos los llevarán a participar de una imponente prueba maratónica, en la que tomarán decisiones inesperadas.
Goyo (Rafael Ferro) es un hombre que necesita cerrar cuentas con el pasado. El fue un gran campeón de aguas abiertas pero un caso injusto de doping lo llevó al retiro. Ahora intenta recuperar su prestigio en la carrera Santa Fe-Coronda. En el caso del nadador más joven (Nicolás Mateo), el impulso es profundizar esta vocación y despegarse de un desagradable oficio como cargador de reses.

"Agua" es una película de largo aliento, que demandó 3 años de milimétrica planificación, donde la coproducción con Francia permitió la participación de expertos extranjeros, como la directora de fotografía Sabine Lancelin (colaboradora habitual de Manoel de Oliveira).
Visualmente, la película sorprende con tres tipos de filmación: en tierra, agua turbia y agua transparente. La cámara se sumerge con los nadadores, en la pileta y en el río, consiguiendo sincronizar el plano y el personaje hasta hacer de ambos uno, incluyendo al espectador, que participa de la sensación de estar nadando. En un ejemplo de ingenio práctico para superar la dificultad de filmar en el agua, donde la inestabilidad complica la relación entre la cámara y el objeto.

Otra particularidad es la ausencia de música, la que es reemplazada por el cuidadoso diseño del sonido que destaca las sensaciones transmitidas a partir de los silencios o de lo que los personajes no dicen.
Verónica Chen demuestra una capacidad infrecuente para asumir un proyecto de compleja realización y filmar escenas subacuáticas que aparecen por primera vez en el cine nacional. Pero hay también desde la dirección una elección de contar la película de una manera particular, que resulta tan distante como sus personajes.
La dificultad para comunicarse, propia de estos hombres acostumbrados a guardarse el dolor y esconder sus heridas, conspira para lograr la empatía del espectador.
Aunque se utiliza la voz en off y a pesar de que la cámara observa a los protagonistas en momentos muy íntimos, el hermetismo se pasa de rosca. Es que la directora se identifica con la cripticidad de los protagonistas y la comunicación con el público paga las consecuencias.