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Wend Kuuni (1982)

Wend Kuuni
75 min.
6,2
30
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Sinopsis
En la época precolonial un vendedor ambulante al cruzar la sabana descubre un niño inconsciente tirado en un arbusto. Cuando el niño vuelve en sí, descubren que es mudo y que no puede explicar quien es. El vendedor le deja con una familia en el pueblo más cercano. Después de una búsqueda de sus padres, la familia lo adopta, dándole el nombre Wend Kuuni. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Adopción África
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Burkina Faso Burkina Faso
Título original:
Wend Kuuni (God's Gift)
Duración
75 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
1984: Premios César: Mejor película Francófona
7
LA VOZ DE ÁFRICA
Wênd Kûuni (1982), de Gaston Kaboré, es una película burkinesa, aunque rodada cuando Burkina Faso era todavía Alto Volta, que obtuvo diez Premios César, entre ellos, el de Mejor película francófona, y que dentro del Festival de Cine Africano de Tarifa-Tánger de 2023, se ha incluido en la sección “Es al final de la vieja cuerda que se teje la nueva”, que es una manera que tiene este certamen de celebrar su vigésimo aniversario: ha pedido a cinco cineastas españoles y cinco cineastas africanos que elijan un filme clásico y otro de nuestros años más próximos, puesto que el lema que da nombre a esta sección retrospectiva es un proverbio de África Occidental que viene a significar algo así como la conservación de la memoria colectiva de generación en generación, de tal modo que las innovaciones sociales, culturales o de cualquier tipo que se produzcan en nuestro continente vecino no olvide cuáles son sus orígenes o, al menos, sus antecedentes más inmediatos.
Y eso es precisamente lo que plantea Kaboré en este filme: recuperar la identidad del continente y las raíces africanas, pervertidas por la llegada del hombre blanco y alguna que otra cultura foránea, como las religiones monoteístas, de las que luego hablaremos, y la omnipresencia china de nuestros días, a la que también dedicaremos unas líneas en este artículo.
Para ello este director que hoy es burkinés vertebra su largometraje sobre un niño mudo al que le ponen el nombre de Wênd Kûuni, pero que está aureolado de valor alegórico, pues representa a las jóvenes repúblicas africanas, jovencísimas en 1982, que han perdido la voz por el feroz colonialismo europeo y la pésima descolonización posterior. De hecho, para Kaboré, la voz es un don divino, que es exactamente el subtítulo de este filme: El don divino.
A partir de ahí, la película se desarrolla en un poblado, cuyo modo de vida se ajusta a los cánones más tradicionales, por lo que no disponemos de ninguna referencia externa para saber en qué período histórico de África nos hallamos: es la vida en África tal cual, atemporal, según pretende defender el director de este filme.
Para mayor abundamiento, la estructura de esta cinta se ajusta a los preceptos básicos del cine africano en sus orígenes, según los cuales, los directores deben ser como los griots, es decir, narradores de historias, en las comunidades rurales. Incluso en ocasiones una voz en off ofrece información al espectador.
Las familias, por lo tanto, viven en cabañas y hay una diferencias sexual de las tareas, según la cual las mujeres y niñas se encargan de todo lo que tenga que ver con el hogar, e incluso en circunstancias extremas tienes que padecer acusaciones de brujería, mientras que los hombres y niños se dedican a las labores externas de la casa, como la venta en el mercado, la caza o el pastoreo, y nadie discute el poder del brujo: no se trata, por lo tanto, de un modelo social igualitario, pero sí una manera de empezar a reconocerse a sí mismos los africanos y, a partir de ahí, avanzar en libertad hacia situaciones más justas.
Y Wênd, quien, como ya hemos dicho es una alegoría de África, por la manera sorpresiva en que es encontrado en medio del campo, es considerado el niño del destino y de él se afirma que su destino es muy raro, lo que tampoco me parece demasiado distante de la realidad de África poscolonial.
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