La gitana y el caballero (1958)

Su madre fue una gitana y su padre un caballero inglés. Y en su caso, esto significa que, aunque Belle tuvo un espejo para aprender ciertas cosas de las que sabremos a continuación, también aprendió a disfrutar del aire libre, de los verdes campos y de la vida espontánea en compañía de un fogoso amante. Cuando es salvada de un apuro por Paul Deverill (Keith Michell), Belle quedará prendada de él… y más cuando se entera de la clase social a que pertenece, pues, ve aquí la imperdible esperanza de resolver para siempre sus limitaciones económicas. Así se lo cuenta a su amante, Jess (Patrick McGoohan), quien, como buen sinvergüenza, acoge enseguida sus planes, y pronto, ella como ‘enamorada’ y él como empleado, serán los ‘gatitos’ que procurarán desplumar al ‘canarito’.

Sorpresas van, sorpresas vienen… y el filme se va llenando de situaciones muy agradables y también de tensiones que parecieran no tener fin, porque, como en “Tiempo sin piedad”, también aquí hay una suerte de carrera contra el reloj… solo que esta vez no se trata precisamente de salvar a alguien sino de desaparecerle para poder hacerse con una herencia.

Sexo y ambición, carne y dinero -las trampas favoritas del malvado Lucifer-, brillarán aquí en todo su esplendor y en majestuoso technicolor, para ilustrar, por enésima vez y de manera inútil, las particulares cosas que pasan cuando ante la tentación usamos ciertas herramientas y desechamos otras, pues nadie pareciera querer aprender por cabeza ajena y todo el mundo piensa que él sí acertará... y la lección llega a veces demasiado tarde, pero el universo espera que, cuando menos, sirva a los demás.

La impetuosa, desinhibida, y con frecuencia, impresionante actriz, Melina Mercouri, tiene con “LA GITANA Y EL CABALLERO” su primer filme inglés, y con su elegante porte, su vitalidad, su risa estruendosa y su innegable atractivo, llena la pantalla bordando un personaje carismático al que se consigue mirar con simpatía pese a que no son santas todas sus decisiones. Belle es la suerte de mujer que ilumina cualquier espacio, pero atrapada por la ambición, va a jugarse su suerte en aquella fría y apagada mansión que pronto habita.

Junto a ella, Keith Michell (Paul Deverill), Patrick McGoohan (Jess), Flora Robson (la señora Haggard), June Laverick (Sarah), como el restante reparto, lucen muy ajustados en esta suerte de drama de época que también se guarda afortunadas situaciones de comedia.

Escrito por Janet Green -la futura escritora de “Sapphire”, “Victim” y “Seven women”, entre otros créditos-, el guion fue muy libremente tomado por el director, y lo que se respira es puro Losey entre lo que cuenta y lo que pretende muy conscientemente, que es mostrar cómo cada elección que decidimos tomar, conlleva una reacción que, finalmente, guarda reciprocidad absoluta con nuestras acciones.

Que la vida es sabia y tendrá que llegar el día en que los hombres, todos, consigamos entenderlo.

Título para Latinoamérica: “LA IRRESISTIBLE”

Me gusta Losey, siempre me ha parecido un director la mar de interesante, pero esta cinta no la veo en su filmografía. Comienza como un melodrama, y si hubiera evolucionado hacia el retrato de una obsesión -que probablemente era la pretensión del director- hubiera tenido sentido. Peor queda a medio camino entre una novela costumbrista y un thriller erótico sexual de obsesiones incorregibles y ambiciones despiadadas.
Ni siquiera la catalogaría como una cinta reconocible de Losey.
Interesante reparto con una Melina Mercouri espectacular, muy guapa.