La guerra de los locos (1986)

Primera película de Matjí, centrada en los años posteriores de la Guerra Civil española, dónde un grupo de locos escapa de un psiquiátrico y se une a otro grupo, éste de republicanos. Es un planteamiento muy interesante que se desarrolla de forma cómoda y sólida, ofreciendo el panorama después de la guerra fraticida desde otra perspectiva, con la obvia pero necesaria analogía entre la locura y la guerra. Con excelentes interpretaciones, sobre todo de Álvaro de Luna y José Luis Cervino, es un título considerable - bien es cierto que el resultado pudo ser aún bastante mejor -.

...tiene alguna particularidad que en mi opinión hace que no merezca el suspenso como tantas otras. Evidentemente, el tono general que nos muestra el para mi desconocido señor Matji es de parcialidad para con el contexto que se muestra: un bando muy pero que muy malos -los de siempre-, y el otro pues muy romántico y vilipendiado por los primeros. Hasta aquí, lo de siempre; la caricatura que hace J.L.Galiardo del fascista médico-Mengele de una crueldad y maldad sin motivo aparente, roza lo grotesco. Y la bonhomía cazurra y agraria interpretada por A.de Luna, tres cuartos de lo mismo. Arquetipos de una tiempo muy confuso -supongo que todas las guerras lo son-, donde debían abundar los tonos grises y en nuestra cinematografía se ha empeñado casi siempre en mostrar blacos y negros bastante improbables.
Hasta aquí lo dicho, nada nuevo bajo el sol. Pero la cosa mejora algo al introducir una variante curiosa y azarosa que bien pudo ocurrir de distintas formas. En este caso, el abandono de un sanatorio hace que accidentalmente un grupo de inquilinos cojan las de villadiego sin que nadie se entere. Las peripecias que se muestras del extraño grupo son hilarantes en ocasiones, y en otras tienen consecuencias poco jocosas.
El cabecilla de los idos es un gran actor, que por esta interpretación fue nominado a los premios Goya, J.M.Cervino. Sostiene en gran medida la película, y su papel de cabecilla mimético es genial, loco de atar pero con aspecto cuerdo.
Rodada en parajes ad hoc y con bastante dignidad, hace del conjunto una película que puede verse y que tiene algún elemento distintivo del sota-caballo-rey al que nos tienen acostumbrados en España con el manido tema de la G.C.E.