Ya tenemos coche (1958)

Lo bueno de esta película son los procedimientos que vemos, comportamientos en familia frente a la sociedad de una dimensión muy lejana; es un viaje a lo desconocido hoy día. Por desgracia el antiguo Madrid no se muestra con generosidad con algún plano largo que diera más profundidad a las secuencias.

Presenta la película una breve historia familiar con unos líos expuestos moderadamente, y eso sí, con esmero suficiente para las limitaciones que existieran. Hay que apreciar las costumbres de entonces que potenciaban el respeto y la educación. Los hábitos y las modas eran otros pero el deseo de aparentar igual era superior pues los vecinos se conocían más, hoy día se cruzan, ni se conocen ni se saludan. Es el valor que guarda este tipo de películas moralistas que utiliza la familia de la clase media, asentada en su escalón social, para retratar una convivencia normalizada y formal.

Se adereza la historia con el jefe de la empresa, ejemplo de responsabilidad, y una secretaria enamoradiza, pero el humilde utilitario será el objeto de deseo … Acompañarán también al guion los hijos del empleado, la suegra y el espabiladillo pretendiente de su hija…

Habrán cambiado las formas en las familias, la sociedad de consumo, y más que nada el tráfico, y habrán surgido los problemas de aparcamiento, pero los objetivos personales siguen siendo los mismos. Buena película que no resta nada el poder verla.

Nos cuenta la historia de una familia a cuyo cabeza de familia le conceden el coche que hace tiempo solicito, el esfuerzo por reunir el dinero para su compra, la ilusión de mujer, metomentodo suegra, chaval e hija ante la inminente llegada del vehículo y su pequeña decepción cuando el novio de la hija y el padre se presentan con un Seat 600 tras haber viajado en avión a Barcelona a la casa Seat a por él, ya que se imaginaban algo mas lustroso.
Todo esto salpicado con una trama más bien insulsa, sobre una secretaria enamorada de su jefe y algún que otro pequeño conflicto domestico, que para que se hagan una idea, cualquier capitulo de “Cuéntame como paso”, atesora mas tensión dramática y retrato costumbrista que esta que nos ocupa.
A pesar de estar dirigida por el responsable de la cuasi de culto, “Apartado de correos 1001”, el barcelonés Julio Salvador, estamos ante una comedia plana y sin gracia, con el agravante que el atractivo que siempre suelen tener las películas de esta índole y que no es otro que mostrar cómo era el Madrid de la época, se limita (debido a las pocas escenas con el coche en funcionamiento) a un poquito de Gran Vía, Plaza Elíptica, Moncloa (una pena el corte de plano cuando la niña y el novio enfilan la Cuesta de las Perdices) y un embrionario y cuasi desértico aeropuerto de Barajas (cuatrimotor incluido).