Charlie Chan en la isla del tesoro (1939)

Situada en una isla artificial frente San Francisco, durante el desarrollo de una exposición universal, el filme muestra una trama bien urdida, ambientada en el mundo de los magos, adivinos y videntes, reflexionando sobre el fraude y los engaños, y permitiéndonos atisbar algunos de los trucos. Con todo, se le da demasiado peso en la resolución a uno de estos personajes en detrimento de las pesquisas de Chan. Aún y así, el filme se degusta con placer culpable y mantiene la intriga hasta el final, si no eres muy avezado con las pistas que dejan caer allí y allá.

El argumento de este episodio presenta menor entidad que lo que solía ser común en las entregas anteriores porque su consistencia ofrece algunos puntos más débiles de lo conveniente y por esas rendijas se cuela cierto escepticismo en el espectador.
La trama se enreda en vericuetos muy enmarañados relacionados con la magia y con el espiritismo por lo que, si cabe, todo resulta más complicado.
Por lo demás, el tratamiento cinematográfico resulta correcto y no se puede negar que exhibe esos momentos de misterio que siempre acompañan al detective de origen chino.
Así que la intriga y el suspense están asegurados.