Los escondites (1969)

Los escondites (1969) es la tercera película de Jesús Yagüe. Es una película maldita de la que el propio autor duda que se llegase a estrenar en salas comerciales (aunque, esto lo explica el director en una entrevista de más de media hora que traen los extras del DVD que acaba de salir a la venta) por diversos motivos financieros. La sinopsis de la película es la historia del pequeño huérfano Jorge al que su tío Andrés lleva a vivir a casa de sus abuelos. El niño -en la escena inicial- va a despedirse de sus padres al cementerio donde están enterrados. Allí, antes de que llegue su tío, besa la tumba de estos y en un extraño ritual lo vemos absorber el aire que rodea las lápidas. Este extrañísimo y sugerente comienzo sirve para marcar las pautas y la estancia del niño en casa de sus abuelos. Allí encontrará un mundo adulto lleno de misterio y secretos que se nos irán desvelando a medida que conocemos a sus familiares: una abuela posesiva y guardiana de la historia familiar; Amelia, tía de Jorge, que sirve de nexo con el mundo que ya no está, el de los fantasmas, el de los muertos; una jovencísima Terele Pávez, en un papel de criada que trae por la calle de la amargura a los hombres jóvenes de la casa…

No es cuestión de contar el argumento aquí porque la película vale la pena. Es muy sugerente y crea un universo onírico muy interesante pese a las muchas carencias que sufrió el equipo durante su rodaje y posterior montaje.
En el año 2016 se recuperó una copia para estrenarla en el Festival de Sitges.

Los escondites, es una película dirigida por Jesús Yagüe en 1969; director que inició su carrera cinematográfica como ayudante de dirección y script lo que le llevó a iniciarse en el cortometraje con notable éxito, iniciándose posteriormente en el largometraje con Megatón Ye-te (1965), camino que le llevó hasta ‘Los escondites’ programada para el Festival de Sitges en 2016 como consecuencia del homenaje que el festival hizo a la gran Terele Pávez que figuraba en un destacado papel, mostrando como siempre su carisma y la fuerza interpretativa que siempre mostró en su filmografía.

El guión de Los escondites escrito por Yagüe y José E. Aranguren, nos introduce en un mundo de recuerdos propios de una infancia alterada por la pérdida familiar a una edad cuando lo real se funde con lo onírico. Para el realizador se trata de poner en escena “algo de misterio y fantasía, una cosa como ensoñada” en la que Jorge (Francisco Ruiz) a pesar de su corta edad cree, por oposición a la rigidez de su abuela Amelia (Ana María Noé) quien con austera disciplina dirige los destinos de la hacienda que da cobijo al nieto.

El desarrollo de los acontecimientos abundantemente rodeados por tensos silencios contrastados con la banda sonora de Juan Pardo, ayudan a equilibrar las diferentes escenas en las que podemos apreciar otras historias familiares en paralelo situando al espectador en la verdadera realidad de una casa donde la semioscuridad, los agobiantes claroscuros y los omnipresentes tonos purpúreos, sirven de acicate para mostrar el lastre del miedo y del temor en los que viven el Abuelo (Jesús Tordesillas), Amelia (Berta Riaza) y Andrés (Ricardo Lucía).

Otros personajes, entre los cuales, empleados en la casa, sirven de incentivo a Jorge para conocer algo más el pasado de sus padres y la relación con la vivienda, así: Juan (Fernando Sánchez Polack), Luis (Jesús Caballero), o la carismática María (Terele Pávez) todo un personaje enfrentándose a los miedos que habitan en la casa siempre regentada por la obsesión de una abuela que no atiende a otros afectos que los de Fernando, su hijo difunto.

La insoportable abnegación en la familia, llevan a Juan y Amelia a reconsiderar su situación, frente a las barreras impuestas, hecho que influirá en las diferentes acciones de Jorge, viviendo la inolvidable experiencia del ensueño que le retrotrae a un pasado al que se siente emocionalmente ligado. Yagüe finaliza el interesantísimo metraje mediante la realidad de una imagen sobreimpresionada junto al pensamiento de nuestro protagonista: “esa noche, busqué a mi tía que era lo único que me quedaba y no la encontré, y es así como empecé a resignarme al mundo de los mayores y me fui haciendo un hombre”.