Sirenas (Sirens) (1993)

Bla, bla, bla. A mi me ha gustado y punto, al diablo con el análisis. Tiene cierto encanto, me gusta el lugar, me gustan los actores, sobre todo Tara Fitzgerald (para nada es bella, pero me gusta, justamente lo mismo que me pasa con este filme). Me gusta la música, y el argumento está tocado a la ligera, es verdad, pero que cuernos me importa si me ha entretenido.
Eso es, pongan en ¿Le ha resultado interesante y/o útil esta crítica?: todos no, me importa un carajo, no escribo para recibir el mimo del lector, escribo por aburrimiento, y si a alguien le gusta mejor y sino al demonio.

Esta "Sirenas" se queda en agua de borrajas. Ni empapa mucho ni te deja seco. La apuesta loable y legítima, para mí fascinante a priori, que hace de la sensualidad, la belleza, lo mágico, lo erótico y lo bucólico, queda desvirtuada en el desarrollo de un film que no tiene tal, que hace mera gracia, pero no divierte, que acaba por resultar superficial e insuficiente, y dónde el espectador debe contentarse con la simple contemplación de ciertas bellas imágenes y cuerpos desnudos (sobresale una lasciva MacPherson) y con el hedonismo oxigenante que recorre pero no eleva a la película. Cercana al fiasco, pues, queda como una discreta película entre la comedia adocenada y academicista de cierto cine inglés al que se le añade el noble, agradecible y bienintencionado, pero bien inocuo, componente erótico y sensual. Pero hay muy poco cine detrás de estas bellas sirenas jugetonas.