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Serie negra (1979)

Serie negra
111 min.
6,9
625
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Sinopsis
Franck Poupart es un neurótico vendedor de poca monta, que vive en un siniestro suburbio de París. Su vida cambia cuando conoce a Mona, una adolescente cuya tía la ha obligado a prostituirse. A partir de ese momento, Franck se propone cambiar de vida, sobre todo para rescatar a Mona de la odiosa tutela de su tía. Pero parece que el asesinato es la única vía para conseguir tal objetivo. (FILMAFFINITY)
Género
Intriga Thriller Cine negro Policíaco Crimen Polar francés
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Francia Francia
Título original:
Série noire
Duración
111 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Grupos
Adaptaciones de Jim Thompson
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Premios
1979: Festival de Cannes: Nominada a la Palma de Oro (mejor película)
1979: Premios César: 5 nominaciones, incl. Mejor actor (Dewaere) y Mejor guion
"Sólida adaptación de la mejor novela de Thompson (Una mujer endemoniada)"
[Diccionario Espasa]
9
Dewaere.
Hacía tiempo que no me tocaba la bragueta, que no mojaba la florida funda de mi sofá, que no aplaudía de este modo en la soledad de mi comedor, tan a menudo similar a la del corredor de fondo, si hablamos de soledades. Conviene recordar de tanto en tanto que uno no está solo, que la demencia está ahí fuera, que las flores, la primavera y las fundas de los sofás se ríen de nosotros. Hacía bastante tiempo que andaba detrás de esta adaptación de la, dicen algunos, y yo no podría estar más en desacuerdo, mejor novela del gran Jim Thompson, ese coloso absoluto e infravalorado, por parte de Alain Corneau, un tipo al que le tenía cierto aprecio por los dos más que estimables polares que he visto de él: Police Python 357 y Le Choix Des Armes, ambos con Yves Montand y ambos imprescindibles si uno disfruta del hedor a brie en estos fregados. Pero con esta maravilla se ha ganado un rincón en el cielo a perpetuidad. Desde el inicio, con esa secuencia en la que se ponen todas las cartas boca arriba, y que me imantó al personaje y a la actuación de ese verdadero monstruo que responde al nombre de Patrick Dewaere, y hasta los créditos, cuando finalmente me soltó, zarandeado y feliz, esto no es una película, esto es tuttifrutti, que diría el gran calavera de Buñuel. Plagada de secuencias desquiciadas, enfermas y anárquicas, refleja y amplifica la insania cómica, el espíritu turbio del universo Thompson, que aquí es más grotesco que turbio. Pero repito, la actuación de Dewaere monopoliza la película de manera aplastante, amenazando con convertirla en un one man show, en el grand guignol noire que es, cosa que Corneau maneja con bastante tino. En este aspecto recuerda, como comenta de refilón otro camarada en la licorería, al Audiard de De Latir Mi Corazón Se Ha Parado y su buen hacer a la hora de poner en escena a Romain Duris, otro que se come la pantalla a bocados en la susodicha, sin permitir que devore la película. Aunque aquí Corneau da mucha más cuerda a un Dewaere desbocado y esquizofrénico que ofrece una verdadera bacanal para los amantes de las actuaciones histriónicas, watts y demás detractores del Pacino de Scarface abstenerse. A mí, que disfruto a rabiar con estos paquetes marcados cuando hay un talento detrás del exceso, se me agotaron anoche los calificativos. Memorable el momento, uno de tantos en realidad, en el que en uno de su soliloquios dislocados, le espeta a su mujer, sin venir a cuento para nada: " ¡¡Se quedan despiertos toda la noche ensayando métodos para mearme encima!!". Tremebundo, qué manera de apabullar. Dewaere for president, señores.
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37 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Espasmos en el estercolero
No me atrevería a decir que no me ha gustado la película, no sea que los psicópatas enganchados a ella pongan precio a mi cabeza. Pero vamos por partes. Serie negra se basa en una novela de Jim Thompson (otro que tal), gran plasmador de anormales de todo tipo, nada de extrañar con la infancia que padeció. Es una de esas películas que te dejan hecho escombros, babeante, necesitado de un subidón. No hay personaje positivo en toda la cinta, sólo basura humana en sus peores encarnaciones. Ni siquiera la dulce víctima es lo que parece... Un pringado de mucho cuidado, siempre caminando a dos centímetros del brote psicótico, vendedor a domicilio, se encapricha de una adolescente utilizada por la tía de la muchacha, y la relación dará lugar a una espiral de sangre, semen y sufrimientos. Las casas están sucias, los despachos están sucios, las calles están sucias, todo es suciamente depresivo. No existen los sentimientos, sólo la inmediatez del deseo, la codicia, la estulticia, el triste deambular de unos perros perdidos sin collar. Pero lo que realmente se te mete hasta lo más hondo de tu ser es la interpretación de Patrick Dewaere, suicida a los 34 años, aquejado de graves anomalías psíquicas, se retira del escenario de la vida tras haber triunfado en el cine, en el teatro y en la televisión, haber compuesto canciones para Françoise Hardy, escrito la banda sonora de un film... La interpretación de Dewaere es tan sentida, tan brutalmente íntima, que acaba de sacarte de quicio, toda su gestualidad, toda su exagerada expresividad denotan un dolor interno que nadie, jamás, podrá cambiar, salvo la llegada de la Parca. Hay momentos que provocan tanta angustia como ganas de borrar con un golpe de botón tanta necedad. Bernard Blier, sublime en su papel de avaro jefe de Dewaere, y mención especial para una tierna Marie Trintignant de 17 añitos, con matrícula de honor para su felpudo precioso, un perfecto triángulo negrísimo, poblado, presumiblemente ensortijado y suave como terciopelo. Lástima que la chica tampoco supiera gestionar su vida amorosa.
Un golpe en el bajo vientre que alarmará a más de uno. Y aun así hay que verla...
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11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
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