Paraíso hawaiano (1966)

Como no hay nadie que se anime a realizar una crítica, allí voy yo para inaugurar el casillero de "Paraíso Hawaino". Claro que el motivo por el que se la da de lado es que sencillamente es mala. Como no podía ser otra forma, la película está realizada por y para Elvis Presley, así que si algún lector o lectora es un fan incondicional de este artista pues seguramente le encontrara algo de gracia. A los demás, entre los que me encuentro yo, nos parece excesivamente simple, diría que de argumento lineal, no porque sea previsible sino porque el guión contiene una única línea: un piloto monta una empresa con un amigo para llevar viajeros de un lado a otro de las islas Hawai.

Claro que entre viaje y viaje, aparecerán, por un lado las canciones y por el otro los amoríos. En el primer apartado siento decir que ningún tema te encandila, ni mucho menos. Si tuviera que elegir uno, diría que es que el canta a dúo con la niña en un helicóptero. En lo segundo, aparecen varias chicas que directamente acosan al protagonista, según la fórmula de que la más guapa es la más tonta, pero se ve venir que su corazón está destinado a la que sea americana pura y rubia. Y si no, ya veremos. El caso es que aunque es corta, 91 minutos, se hace un poco pesada. Eso sí, tiene una secuencia bastante graciosa con unos perros encerrados en la cabina del piloto.

Seamos claros, para ver esto mejor nos ponemos canciones de Elvis Presley y nos ahorras perder el tiempo entre tema y tema, porque en realidad la película no es más que eso. Realizada con el único propósito del lucimiento personal de Elvis, la historia es una mera excusa, un adorno añadido de nulo contenido y dudosa calidad.

Un piloto es despedido y decide montarse su propio negocio en las islas de Hawái, aunque en realidad pilotar pilota poco, al menos en el aire. Lo que hace mayormente es cantar, y ser acosado por chicas florero, las cuales caen todas rendidas a sus pies. Eso sí que lo pilota bien. Y… nada más, eso es todo. Parece increíble que logre durar 90 minutos.

Las canciones tienen ritmo y bonitas coreografías. Pero lo dicho, para eso no hace falta perder el tiempo con estúpidos diálogos entre una y otra, observando como decenas de modelos se derriten por el piloto cantarín.