La vida inmoral de la pareja ideal (2016)

Viernes 28 de octubre 3:30 pm Cinépolis Torres Lindavista. Con un cuarto largometraje Manolo Caro continúa su vigencia anual en las carteleras de la oferta de cine mexicano, y sin negar ese afìn estrecho con el show bussines, trae una nueva película que no es convincente debido a que el director parece más preocupado por los componentes de su película, que en el desarrollo de una trama mejor argumentada, con personajes que si bien no son nada carismáticos debió por lo menos encontrarles algo de interés.

Caro intenta hacer de sus vicios un sello, éstos lo sitúan por cuarta ocasión como una mala versión del español Pedro Almodovar, el español arriesga y en incontables ocasiones ha ganado, se perfila como controversial por temas que en su momento escandalizaron a las buenas consciencias. Sin embargo para el mexicano la cosa queda en intento, no escandaliza, se nota premeditado y algunas de sus películas se perciben más como videoclips. "La vida inmoral de la pareja ideal" es un ejemplo claro de ello y lo más atrevido de la historia queda en el título, no desacata y la torna hacia la irremediable comedia romántica con final feliz.

Cuando la banda sonora te fuga de la sala y queda en el aire la trama, quiere decir que la grandeza de la primera ha desarticulado el proyecto, mucha música para un guión de pequeños alcances. Cuando la española invitada en el elenco mexicano tampoco brilla, es claro ese pretexto por importar personalidades que le den notoriedad a cada entrega, por lo que las posibilidades de difusión van más por quien engalana, que por la propia historia.

Cinta de fórmula, tramposona, con intención para con el público, pero hoy no, conmigo no.

En su ya cuarto largometraje de ficción, el director Manolo Caro sigue con su cine lleno de guiños a la obra de Pedro Almodóvar, en un ejercicio que se torna repetitivo y evidencia la falta de originalidad de sus películas.

Ahora cuenta una historia de amor en dos tiempos, primero en los años 90, una pareja de adolescentes, Lucio y Martina (Sebastián Aguirre insufrible y una hermosa Ximena Romo mucho más parecida a Bárbara Mori y nunca a Cecilia Suárez), compañeros de preparatoria que viven un romance intenso que los lleva a explorar experiencias novedosas y arriesgadas, pero que terminan por separarlos.

Al paso de 25 años se reencuentran por casualidad (ahora interpretados por Manuel García-Rulfo y Cecilia Suárez), y ambos deciden inventarse una vida feliz para incomodar al otro, por lo que ambos buscarán un encuentro donde saldrán a la luz algunas cosas que nunca se dijeron.

Una comedia romántica que termina siendo más bien una simple comedia de enredos, donde la explotación de ciertos estereotipos en cada personaje es la única herramienta con la que se cuenta para buscar hacer reír, recurso que se repite durante todo el metraje y que termina por agotarse, y que es más visible en el personaje de la española que interpreta Paz Vega, quien incluye los obvios y esperados guiños al cine de Almodóvar, con una sobreactuación insostenible, algo recurrente en el cine de Caro, incapaz de dirigir a sus actores.

Caro sigue creando bajo la influyente sombra de Almodóvar pero sin conseguir nunca algún momento que se le acerque a la genialidad del manchego, con una ambientación noventera no del todo lograda y un inadecuado uso de la música, la cual no es más que una obvia selección de temas del famoso recopilatorio “Rock en tu idioma”, utilizada de manera torpe ya que ninguno de los momentos musicales logra conectarse con lo que vemos en la pantalla, con la excepción del tema de Los Prisioneros, “Estrechez de corazón’, tema que usado en dos momentos diferentes otorgan los dos únicos momentos para recordar de una comedia fallida con diálogos impostados, un casting fallido (es imposible establecer la relación entre los actores que hacen a los personajes jóvenes y los adultos), actuaciones disparejas y una pretendida atmósfera de intelectualidad hueca y banal .

Así, la nueva película de Manolo Caro es más de lo mismo respecto a sus películas anteriores, una fórmula que se agota ante la escasez de ideas propias, y para muestra el último acto de la película, donde la habitual y natural teatralidad de la dirección de Caro se impone en una secuencia que se sale de control ante la falta de rigor y la nula puesta en escena de un director al que le urge abandonar la imitación y buscar un estilo propio.


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