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También los ángeles comen judías (1973)

También los ángeles comen judías
118 min.
4,8
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Sinopsis
Años 30. Durante los duros años de la Gran Depresión, Sonny conoce a Charly, un campeón de lucha libre, al que apodan El Misterioso. Ambos traban amistad y son contratados como matones por Angelo, un importante gángster. (FILMAFFINITY)
Género
Acción Comedia
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Italia Italia
Título original:
Anche gli angeli mangiano fagioli
Duración
118 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Italia-Francia-España;
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6
Hombre misterioso
Después de leer la guarrada calenturienta con las que nos obsequia alguno, y hablando de la película, diremos que nos encontraremos a Giuliano Gemma como colega de Bud Spencer en una película muy a propósito para la presencia de Terence Hill, sencillamente porque es la típica comedia apropiada para la famosa pareja "Hill-Spencer", pero por lo que fuera, que no viene al caso, Terence Hill no está y su sustituto cumple con entusiasmo. Terence Hill, no obstante, aporta un lado canalla superior, pero eso va en gustos.

El elenco contrario es el apropiado para desarrollar la historia, Robert Middleton "El Sonrisas" es el perfecto contrapunto, un clásico irrepetible en estas películas como jefe mafioso; sin olvidarnos por supuesto al genial Ricardo Pizzuti, otro fijo a la hora de recibir tortazos por la famosa pareja (no olvidemos los dientes que escupía por cada bofetón que le endosaban).

La historia es divertida como se puede esperar, tortazos a mansalva, espectacular inicio en el ring (fijarse en el árbitro, un showman), buena puesta en escena y guion siempre presto a burlarse de una policía abusona, con diálogos sobre chantajes mafiosos en tiempo de la recesión económica en USA. Los aficionados a los mamporros de Bud Spencer podrán disfrutar con esta nueva propuesta.
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10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
El tormento y el éxtasis
Ante una noche de insomnio ¿quién no ha recurrido a esto? aunque no te apetezca, tienes que hacerlo porque esa sensación de plácido bienestar tras un frenético dale que te pego, te ayuda a dormir.

Pero es cierto, no apetece ponerse. Así que la sigues notando blandita a pesar de una inicial estimulación en forma de toma de contacto. Exploras tímidamente ciertas fantasías que sabes que funcionan y en casos en los que la predisposición es máxima lo levantan ellas solas. Y así, con unas leves caricias en zonas puntuales todo se va poniendo a punto para que la dureza sea tratada con un machaqueo constante e in crescendo.

En aumento, todo está encaminado hacia el punto de no retorno que despeje las dudas del objetivo final de la consumación. Ese punto llega y ya solo tienes que mantener un ritmo, hasta que colmes todas tus expectativas fantaseando en tal o cual aspecto y decidas dar el cambio de ritmo final que haga salir a chorro todas esas emociones que tenías guardadas. El tembleque final que te entra, las oleadas intensas de placer que alcanzas desde ese único punto acompañan a todo ese calor final que te deja plenamente satisfecho por fin.

Sí, "Los ángeles también comen judías" es como ese tipo de masturbaciones. No te apetece verla, pero como no tienes sueño lo haces. Empieza con imágenes impactantes, como ver a Bud vestido de luchador sobre un ring, pegando ostias pero solo a tres contrincantes. Así que se te va levantando el gusanillo a medida que avanza una trama por el medio de la extrema pobreza de la Gran Depresión, esperando unas hostias que no llegan más que a cuenta gotas porque hay una historia detrás que se nos está contando. Hay una violencia inusitada en una peli de Bud Spencer, con tiroteos, bombas y muertes violentas, en vez de los socorridos mamporros. Y también hay una voluntad cómica en el lenguaje, con diálogos de la más alta comedia, sobre todo con el personaje del inspector de policía y su soplón Judas:

" - Aquí tienes, Judas, los 30 dólares
- Teniente, ¿le importaría pagármelos en monedas de un dólar? es por una vieja costumbre familiar"

Así pues, esa tormenta de hostias no llega, pero la comicidad, los pequeños golpes y el retrato tremendista del hambre de aquella época, tratado al estilo de como lo haría Zucker unos años después, te causa ese placer de las grandes películas, pero al que le falta culminar...
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29 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
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