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El ojo en la oscuridad (1975)

El ojo en la oscuridad
92 min.
5,0
200
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Sinopsis
Un asesino con una capucha roja se dedica a matar turistas en Barcelona, a los que arranca los ojos. (FILMAFFINITY)
Género
Terror Intriga Giallo
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Italia Italia
Título original:
Gatti rossi in un labirinto di vetro (Eyeball)
Duración
92 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
4
Visita turística a la ciudad de los prodigios
¿Qué falta por decir ya de Umberto Lenzi? Sabemos que atormentó diversos géneros y subgéneros con la alegría homicida de un elefante en una cacharrería. El giallo no fue ajeno a sus desmanes. Recordemos Orgasmo, Una droga llamada Helen, Siete orquídeas manchadas de rojo... La magia del Blu Ray nos ofrece ahora esta lejana cinta rodada en Barcelona, mucho antes del '92, cuando era una ciudad briosa, cosmopolita y ajena a ramplonerías pueblerinas. Unos desnortados turistas estadounidenses llegan a la Ciudad Condal y las chicas comienzan a palmar, cuando un asesino provisto de un impermeable rojo, con su correspondiente capucha, se dedica a mutilarles el ojo izquierdo y a cortarlas en pedacitos. Todos los estilemas del giallo están presentes: guión confuso, cuando no espasmódico, asesino psicópata que maneja los cuchillos como un cirujano el bisturí, bonitas postales de los lugares de rodaje, músicas coloristas de cabaret barato, fotografía chillona, cámara algo mareante... Y señoras en pelotas, por supuesto. Aparecen y desaparecen los personajes sin ton ni son, deambulan como Pedro por su casa entre Sitges y Barcelona, cuando el comisario les ha ordenado quedar a su disposición, todo el mundo gasta miradas huidizas y frases ambiguas, para que vayamos sospechando de todos ellos, incluido el pastor protestante (inefable George Rigaud). Evidentemente, nada que ver con Bava, ni con el primer Argento, salvo la imitación apresurada, casi una parodia.
John Richardson está de pena. Este hombre se paseó por el cine europeo después de haber fracasado en sus Estados Unidos natales, y asomó su guapa jeta en unos cuantos subproductos, desde el spaghetti western al poliziesco. No es que los demás le superen por mucho, salvo quizá Andrés Mejuto, un curioso trasunto de Chistopher Plummer. Las chicas que se desnudan son, por orden de aparición en cueros, Mirta Miller, Ines Pellegrini y, cómo no, Martine Brochard, especialista en tan noble arte. Sólo senos, no hay culos ni felpudos. Los señores, abrigados hasta el cuello, para variar. Eso sí, Barcelona luce radiante y los exteriores están bien elegidos. ¡Si hasta sale la iglesia románica donde me casé por primera vez, el mismo año en que se produjo la película!
Para amantes y completistas del (sub)género.
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Giallo de manual
Umberto Lenzi era un buen artesano del exploit y hacía correctamente todo lo que le pedían: que lo mismo te hacía peplum (¡"El zorro vs. Maciste"!) (los signos de exclamación y el estupor son míos), como una de piratas con Sandokán, como el inefable y repugnante Mondo. Y con "El ojo en la oscuridad" tenemos un correcto giallo de manual, que reproduce punto por punto los latiguillos del género intentando conseguir el éxito taquillero por ósmosis: crímenes truculentos y pasados de rosca con extracciones oculares sin ánimo de lucro, ración doble de tetas y culos, morbo fácil, sexualidad provocativa para la época (Lenzi se adelantó varias décadas a Alan Ball con lo de la pareja homosexual interracial), más trampas que en una película de chinos, mogollón de sospechosos, explicaciones psicológicas y traumas mentales por un tubo. Pues lo dicho, Lenzi despliega todos estos elementos de forma correcta a lo largo del film, sin entusiasmar pero tampoco sin decepcionar consiguiendo un giallo decente y divertido (aunque la identidad del asesino es bastante evidente, aunque no su motivación para matar, lo cual supone una sorpresa bastante cutre, por otra parte). Entre las escenas más surrealistas del film está esa bailadora de flamenco de Sitges a la que continuamente se le ven las bragas, pero lo peor del film es ese final mojigato que condena el libertinaje y promueve el orden y las buenas costumbres. En fin, nadie es perfecto.
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3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
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