Astucia de mujer (1953)

Notable film de bajo presupuesto de la MGM. Dirigido por John Sturges (1911-92) (“Conspiración de silencio”, 1955), se basa en un guión sencillo, de Mel Dinelli, que crea suspense, plantea cuestiones que convocan a la reflexión y compone un relato lleno de intensidad y emotividad. Desarrolla un argumento de Maurice Zimm, que explora con sutileza las relaciones familiares y algunos aspectos de la condición humana cuando se halla enfrentada a situaciones extremas. Se rueda en la localidad de Pionertown (CA), con pocos actores y un reducido equipo de filmación. Producido por Sol Baer Fielding y Charles Schnee (no acreditado), se estrena el 30-III-1953 (NYC, NY). La acción dramática tiene lugar a lo largo de una calurosa jornada estival (24 de agosto).

La obra constituye un ejemplo relevante de las películas de serie B que produjo la Metro. Sobresale por su correcta realización y por la interpretación de Barbara Stanwyck, que entrega un trabajo limpio y convincente. El film levanta emociones y trasmite tensión e incertidumbre a un público que se mete en el relato y le presta su complicidad. Barry Sullivan, a cargo de un papel de poco lucimiento, acompaña desde un segundo plano a Stanwyck, a la que deja brillar como centro de atención. Bobby, el hijo de la típica familia americana de clase media, aporta las dosis de inocencia y ternura que el espectador americano pide a las historias familiares. El papel de malvado corre a cargo de Ralph Meeker, que lo presenta dotado de las proporciones de rudeza y violencia suficientes para provocar inquietud sin sobrepasar los límites de lo tolerable.

Añade una magnífica banda sonora de carácter descriptivo, en la que Dimitri Tiomkin luce su habilidad como compositor de piezas que convierten en música los ecos de un mar embravecido y amenazante. Como contrapunto, la cinta adapta con gracia dos canciones tradicionales de ambientación mejicana, populares y festivas, “Cielito lindo” y “La cucaracha”.

Tiene interés la descripción del paisaje desolado y deshabitado de la península mejicana de Baja California. Su recreación aporta las condiciones adecuadas para generar sentimientos de aislamiento, soledad y desamparo. La historia está bien construida, se presenta bien hilvanada y resulta interesante y entretenida.

Y nunca mejor dicho, os lo aseguro: bajo presupuesto, corto metraje, sencillo guión… y ¡voilà! ¡héte aquí un peliculón como la copa de un pino! Tan pequeño en medios, duración y pretensiones como grande —inmenso, diría yo— desde un punto de vista eminentemente narrativo. El del cine como lenguaje. El del cine como inmejorable herramienta para contar historias. En este caso, el de un más que plausible incidente contado sin ninguna prisa y sin ninguna pausa y dotado, además, de unas dosis de intriga y suspense sencillamente acojonantes.

Ocho logradas estrellitas, pues, para una de esas semiolvidadas pelis que tanto apetece descubrir de vez en cuando y que viene a reforzar la teoría de que cualquiera de nosotros, en un momento dado, puede ser el inesperado protagonista de una dramática historia de incierto e imprevisible final. Como ésta, por ejemplo. “El gran carnaval”, de Wilder, pero al revés.