El hombre que no quiso hablar (1958)

"The Man Who Wouldn't Talk" es un film británico que mezcla el género de espías con el drama judicial. La trama consta de dos partes claramente diferenciada; una primera al más puro estilo del género de espionaje, en la que un virólogo estadounidense (Anthony Quayle) se hace pasar por un recién casado con una agente de la CIA (Zsa Zsa Gabor) para obtener información de un científico húngaro experto en los ataques bacteriológicos. Todo se complica cuando hay un asesinato y Quayle es acusado como principal sospechoso. A partir de ese momento da comienzo la segunda parte de la trama, en la que el film se convierte en un drama judicial con el científico estadounidense en el estrado, acusado de asesinato y negándose a declarar por un secreto de confidencialidad, y con una brillante abogada (Anna Neagle) encargándose de su defensa.

Lo mejor de "The Man Who Wouldn't Talk" sin duda es la trama judicial, bien desarrollada dentro de la sala del juicio y con una sólida actuación de Anna Neagle en el papel de la abogada que debe defender a un acusado que se declara inocente pero se niega a declarar por un tema de honor y fidelidad a una promesa hecha. Otra cosa bien diferente es la historia de espionaje propiamente dicha que resulta bastante confusa y con algunos personajes bastante mal definidos.

En resumen, un film entretenido pero con demasiado agujeros en el guion, especialmente en la trama de espías que no sólo resulta poco creíble sino que además cuenta con algunos personajes secundarios que no aportan nada y están mal desarrollados. Por suerte, en la parte judicial, la película levanta el vuelo y mejora considerablemente.