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El ojo mentiroso (1981)

El ojo mentiroso
102 min.
5,3
443
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Trailer (INGLÉS)
Sinopsis
El introvertido Darryl Deever (William Hurt) consigue un empleo de conserje en un bloque de edificios. Muy aficionado al vídeo, tiene por costumbre grabar las noticias de televisión en las que aparece Tony Sokolow (Sigourney Weaver), una bella reportera por la que siente una atracción irresistible. Cuando en el edificio donde trabaja es asesinado un individuo de nacionalidad vietnamita, ella acude a cubrir la noticia, y, para despertar su interés, Darrill le asegura que él lo ha visto todo, lo que tendrá pésimas consecuencias y pondrá en peligro el curso de la investigación. (FILMAFFINITY)
Género
Intriga Thriller Periodismo
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Eyewitness
Duración
102 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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8
El portero que no sabía bailar
Daryll Deever (William Hurt) es un ex combatiente del Vietnam que trabaja como conserje en un edificio. Una noche encuentra el cadáver asesinado de un poderoso hombre de negocios de origen vietnamita. La reportera Tony Sokolow (Sigourney Weaver) de la que Daryll está perdidamente enamorado, acude al edificio para cubrir la noticia y Daryll ve entonces una oportunidad para conocerla más allá de la pantalla de televisión. Para lograr la atención de la periodista, le asegura que ha sido testigo del crimen, del que su mejor amigo Aldo (James Woods) es el principal sospechoso. Darryl intenta mantener interesada a la reportera para poder estar con ella, mientras la trama de sospechas se cierne sobre él mismo. El teniente Black (Morgan Freeman) será el encargado de investigar el caso, misteriosamente relacionado con una intrigante trama de contrabando de judíos en la Unión Soviética, en el que Joseph (Christopher Plummer), el propio novio de la reportera, está involucrado.

Pese al aparente embrollo argumental, Peter Yates se desliza con habilidad entre las distintas tramas que, al final, confluyen en una emocionante historia de amor, engaños, asesinatos y peligrosos intereses. Desde el principio se van entrelazando las historias en un ejemplo de destreza en el montaje. William Hurt, a punto de saltar definitivamente a la fama junto a Kathleen Turner en la explosiva ‘Fuego en el Cuerpo’, demuestra su indiscutible talento al frente de personajes entrañablemente excéntricos, con los que conmueve, convence y embelesa al espectador inteligente. Sobre él recae todo el peso de la cinta, si bien le secunda con igual solvencia el resto del reparto.

Sigourney Weaver, siempre impactante, se muestra aquí mucho más delicada que en otros trabajos (aunque quizá ésta no sea la película más plausible de todas cuantas ha protagonizado). James Woods convence en el papel de un patético cobarde “con un montón de problemas”, como convence la formidable ambigüedad de Christopher Plummer. Por último, merece la pena destacar la insípida participación de Morgan Freeman, que parece más bien una pieza comodín para este complejo puzzle pero, aunque no es más que un desaborido agente sentado en un coche patrulla, resulta simpático después de todo. Para el título de la cinta estuvieron barajando “El portero que no sabía bailar”, ya que en una ocasión Daryll le confiesa a Tony que sabe hacer de todo “menos bailar”. Sea como fuere, se trata de un filme sorprendente que, visto más de dos décadas después, no desmerece un ápice.
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9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
El conserje que no sabía nada y la reportera a la que amó
De testigos y crímenes, una intriga de razones desconocidas sazonada con violencia y la sombra de la sospecha planeando sobre las cabezas de todos, pero también de amores y traiciones, una intriga de celos donde las apariencias pueden ser muy peligrosas...

En opinión de quien escribe, la última obra redonda y más completa de Peter Yates es "The Friends of Eddie Coyle", basada en la novela de George Higgins; y es de 1.973, cuando aún le quedaba una longeva carrera por delante. Sin embargo no es motivo de desprecio la muy galardonada y hoy entrañable "Breaking Away", con la cual pone fin a la década de los '70. De la manera que va a iniciar la siguiente ya deja claro que va a ser una etapa de carencias, decepciones y malas decisiones; "The Janitor can't Dance" era el título original del guión de su próximo proyecto.
Partiendo de la obsesión que mantuvo con una reportera de televisión, el ganador del Oscar Steve Tesich, en su segunda colaboración con el de Hampshire, no está muy convencido acerca de la idea de éste último de combinar en uno dos argumentos bastante incompatibles: por un lado una especie de drama romántico cuyo protagonista era un nada disimulado álter-ego; por otro un entramado de suspense político con crimen en medio. Gracias a Dios los de Fox les obligan a cambiar el título de la obra a "Eyewitness"; con ese conserje al que antes se hacía alusión empieza un film que ya desde el principio acumula cierta sospecha.

Con el rostro de un William Hurt un tanto más tedioso que de costumbre, Daryll no tiene muy claro las razones que llevaron a su jefe, el sr. Long, a despedir a su compañero y cuñado Alan, quien por la descripción que se nos da podemos intuir una sensación de rencor sin enterrar, y máxime cuando el tipo está encarnado por James Woods en un papel de patético perdedor sin escrúpulos (con el cual, curiosamente, se llega a simpatizar más que con el protagonista). La obsesión casi "depalmaniana" que mantiene aquél con una audaz periodista de clase alta llamada Antonia ya pone esas dos tramas sobre el tapete...
Que lleguen a compenetrarse eficazmente es el problema en esta variación de una situación clásica como la del mentecato inocente que está en el lugar menos oportuno al cometerse un asesinato y cree poder sacar cierto o ningún provecho de ello; el muerto es curiosamente el jefe de su empresa, recayendo las culpas sobre el otro pobre desgraciado Alan como piensan los dos policías asignados al caso (Steve Hill y un joven Morgan Freeman). Y si la reportera acaba en él es porque piensa que Daryll puede servirle de ayuda para una gran exclusiva; ése es uno de los mayores puntos de interés de "Eyewitness".

El hecho de que la acción se sitúe en lo que parece ser un pueblo norteamericano desencantado, arrastrando aún el peso de su derrota en guerras pasadas y su participación en desastrosos conflictos internacionales donde los nativos quedaron más afectados que esos aliados (y también enemigos) que poco a poco fueron invadiéndoles y medrando en su sociedad, donde la generación de los padres (el sr. Deever, el teniente Jacobs) se retuerce en sus lamentos y los hijos heredan el estigma del fracaso (Alan como mejor ejemplo). Este clima decadente genera una permanente desconfianza e hipocresía.
Pero sobre todo falta de dignidad, pues como vemos todos los personajes (excepto tal vez el protagonista, que es un romántico héroe de guerra) se sirven de la manipulación y la traición en un acto de mezquindad recíproco; así, la periodista usa al conserje para su interés, a la vez usado por Alan para acabar con sus problemas financieros (y recuperar algo de estabilidad emocional al obligarle a casarse con su hermana), quienes serán usados por los policías para llegar hasta el asesino (mero "macguffin" a estas alturas en torno al cual han ido evolucionando los personajes, auténtico objetivo de Tesich, quien admitió que nunca supo desarrollar bien sus intrigas, pero sí a los implicados en ellas...).

Y mientras el cerco se estrecha alrededor de esa dudosa pareja, se sigue profundizando en los remanentes de la guerra y de qué sucia y despreciable manera muchos se han beneficiado de ella o les sirve de excusa a su codicia personal; Long como inmigrante asiático personifica este grupo de seres, a la vez que ese Joseph (con la imponente presencia de Christopher Plummer) cuyo compromiso con la causa de liberación del pueblo judío se basa en aprovecharse de la fortuna familiar de Antonia (de hecho su preocupación al descubrir el romance furtivo entre ella y Daryll radica más en la pérdida del dinero que en la herida emocional y la infidelidad...).
El problema es que Yates parece no verse capaz de unir bien tantos personajes con sus propias subtramas, y, al igual que la pareja de policías, la historia divaga sin un rumbo fijo ni un género o tono concreto al que acogerse; llega cierto punto en que se puede afirmar que la trama es una excusa para el drama de los protagonistas. Con un J. Pakula, un Schlesinger o un Lumet en la silla de director la intriga habría adquirido mayor coherencia y peso, y no obstante quien la ocupó es el tipo que hizo "Bullitt" y adaptó a Westlake, demostrando también el suficiente oficio para manejar los giros dramáticos y los instantes de máximo suspense.

Su destreza para ello queda demostrada en escenas autónomas donde destaca el uso de escenarios interiores claustrofóbicos para acorralar a los personajes frente a una terrible amenaza (el clímax entre caballos desbocados, el asalto de Joseph en la oscuridad o, la más memorable, el ataque del perro a un Hurt que sufrió alguna que otra lesión debido a la furia improvisada del animal).
No obstante queda un poso amargo al terminar de ver "Eyewitness", y es esa desagradable sensación de que pudo haber sido algo más de lo que fue si se hubiese contado y filmado de la manera adecuada...
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