Five Dances (2012)

Sin duda, la película es admirable por los números de danza, sublimes, de gran belleza y acompañados de una música muy hermosa; ciertamente, esto sería suficiente para ver la película -salvo que el arte de la danza no te diga nada, claro-, pero, hay más, hay una historia que nos muestra sutilmente el deseo de ser amado, de sentirse digno de ser querido, de ser aceptado, del pánico al rechazo, del desarraigo familiar, de la amistad, de la inmensa tristeza y la inmensa felicidad que sentimos cuando nos enamoramos y, todo ello, sin recurrir a frases hechas y tópicos, sino valiéndose de un gesto, una mirada, un movimiento.

Nuestro protagonista es un bailarín en la especialidad de danza moderna, o un gimnasta en la especialidad de gimnasia rítmica. En cualquier caso, es agradable a la vista, y al espíritu, ver sus evoluciones en la pantalla. Con otros bailarines, el contacto de los cuerpos es exacto, sincronizado y armónico para que de los movimientos conjuntos salga ese arte que es la danza. El contacto físico, íntimo en muchos casos no quiere decir que entre los bailarines haya una unión de cualquier tipo que no sea la profesional. De hecho, cuando el roce no se debe estrictamente a la danza, sus cuerpos lo notan y se produce el rechazo automático. Si además de ese roce físico y esa sincronización física existe una unión de sentimientos, de intimidad, de atracción de cuerpos y de mentes, pueden conseguir la felicidad deseada. La película expone cinco ensayos sobre cinco danzas en las que los cinco componentes del grupo se preparan a fondo hasta la extenuación. Cada una de las danzas empieza por los ensayos de movimientos rítmicos para terminar en un acontecimiento personal entre ellos. Toda la sensibilidad de la danza el director la traslada a las relaciones personales y consigue un hermoso efecto romántico.