La caída de la casa Usher (C) (1928)

Libérrima adaptación -diremos subjetiva interpretación- de la famosa obra de E.A. Poe que pone de manifiesto las inquietudes surrealistas de los directores J.S. Watson y M. Webber.
Dan rienda suelta a su imaginación y presentan una película de original sentido estético en la que el ambiente cobra el mismo espíritu atormentado y opresivo que en la narración del autor de Boston pero con una iconografía vanguardista en la que son protagonistas las escenas inquietantes y oscuras.

Turbador y demoníaco, el corto brinda al espectador la invitación a rebuscar entre esos libros antiguos que enmohecen en las estanterías.
Porque releer a Poe es un ejercicio que siempre tiene recompensa.

Corto mudo experimental y surrealista, que adapta en unos 13 minutos el terrorífico relato de Poe, en clave de pesadilla. Un delirio visual que resulta complicado de seguir como no se tenga una idea de la historia, por no decir que sería ininteligible. Ahora bien, como complemento al relato me parece original e hipnotizador; recomendaría hacer doble sesión, leyendo primero la historia del autor (se hace en un momento), e inmediatamente después contemplar esta perturbadora visión del susodicho. Toda una experiencia.

Aunque no lo parezca es una adaptación muy fiel, la diferencia radica en el punto de vista; mientras Poe narra desde un observador externo (el amigo que llega a la casa), Watson y Webber se atreven a exponer el relato desde la perspectiva del propio Usher, de ahí que sea todo una fantasía perturbadora surrealista, la realidad tergiversada de un loco consumido por sus miedos, traumas y obsesiones.

Se usan continuas formas geométricas imposibles, tanto en el escenario como en las tomas de cámara; las escenas parecen grabadas a través de un caleidoscopio, consiguiendo con ello imágenes distorsionadas. También se utilizan constantes superposiciones. No hay carteles explicativos, en su lugar letras flotan por el escenario formando alguna palabra que da una pista vaga de lo que está ocurriendo.

Un placer para los sentidos. Recomendada a los amantes de las rarezas del cine mudo.