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Red Pier (1958)

Película completa (JAPONÉS con subtítulos en INGLÉS)
Sinopsis
Jiro es un joven cuya vida dedicada a la delincuencia le ha llevado a ejercer de yakuza y a ser uno de los más respetados de su clan. Tras verse exiliado de Tokyo a los puertos de Kobe su suerte no parece cambiar pues la policía le mantiene constantemente vigilado, además de pisarle los talones un misterioso asesino a sueldo. Todo se complicará aún más cuando se enamore de la inocente y dulce Keiko, hermana de un miembro de un clan rival cuyo asesinato fue responsabilidad suya.
Género
Drama Cine negro Thriller
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Japón Japón
Título original:
Akai hatoba
Duración
98 min.
Guion
Fotografía
Compañías
7
El camino de la redención o el de la perdición
Dos caminos a seguir para un joven cuya elección marcará su vida para siempre, y los corazones de dos mujeres en cada extremo; gángsters y policías a un lado, cortando las salidas.
¿Para alguien que sólo ha conocido el dolor, la soledad y la pobreza qué opción será la correcta?

Uno de los culpables del auge del cine negro en Japón fue sin duda Toshio Masuda, cuya obra se extiende sin descanso desde finales de los '50; ha hecho "Rusty Knife", donde aplica su sabiduría para la caracterización de personajes y manejar la dinámica de la acción y el suspense. Es importante por tratarse de la primera colaboración que realizó con Yujiro Ishihara, joven que entre el cine y la música se ganó poco a poco una enorme fama como ídolo de su generación, siendo uno de los actores mejor pagados de Nikkatsu.
Velve a contar con su presencia en "Akai Hatoba", escrita por él mismo e Ichiro Ikeda (guionista de "Mi Segundo Hermano" y "La Juventud de la Bestia"), y junto al héroe regresa la bellísima y competente Mie Kitahara, con quien formó una exitosa e inseparable pareja en el celuloide y más tarde en la vida real. La acción se desarrolla en las afueras de Kobe, ciudad natal de Ishihara, y alrededor de sus puertos; Masuda sabe captar la desnudez del escenario como otras veces, y su exposición de la violencia es cruda y directa, esencial durante esos primeros minutos donde somos testigos, como Jiro, del asesinato a sangre fría del traficante Sugitaya.

Éste es uno de los ejes principales de la trama, que se construye alrededor del anterior, una figura opuesta al Yukihiko de "Rusty Knife", quien pretendía abandonar su pasado para llevar una vida honesta y honrada; Jiro es su contrario, joven sin familia, criado en las calles y hecho a la vida del criminal que no planea abandonar, la única manera de sobrevivir en un mundo abundante de miseria, codicia y violencia; pero Masuda e Ikeda desarrollan poco a poco la personalidad e inquietudes de este personaje (un tanto estereotipado), quien primero se oculta mostrándose para luego mostrarse ocultándose.
De ahí la gran ambivalencia con la que hemos de lidiar (al principio nos repele su imagen de yakuza sibilino, cínico y sinvergüenza). La estructura es cómo él, compleja y confusa, quizás dividida en varios actos cuyo resorte de la acción corresponde a una situación violenta o a la decisión errónea de un personaje, cuyas consecuencias son fatales...o tal vez estas decisiones condicionan el cariz convulso al cual tienden a desarrollarse los hechos. En esta trama que remite al clásico "Pépé, le Moko", varios individuos giran alrededor del chico, reflejando a la perfección los dos lados de la sociedad, el de los inocentes y la ley y el de los delincuentes y el crimen.

Del primero aparecen un policía afable preocupado por él (Noro) y la hermana de Sugitaya (Keiko), de quien se enamora al instante; del segundo una bailarina que no quiere dejarle (Mami) y los miembros de su clan, además de su fiel amigo Teko. Destaca entre medias la presencia de un sicario que persigue a Jiro, lo que permite a Masuda manejar con habilidad el suspense y las atmósferas, propias del "noir" americano y cercanas en su estilizada belleza formal a las tendencias europeas. También, y a partir del amor imposible entre Keiko y Jiro, éste acaba romantizado convirtiéndose en un anti-héroe torturado por el cual hemos de sentir compasión.
Sobre todo porque no deja de ser un pobre idiota, demasiado leal e inocente, escudado en sus maneras de tipo duro, ignorante de la verdadera crueldad de los seres humanos; lo irá a descubrir gracias a su jefe Katsumata (su confrontación es una de las más memorables secuencias, donde Masuda, usando planos inclinados y aprovechando todo lo que le ofrece la fotografía de Shinsaku Himeda, deja claro su genio para desatar la tensión en espacios cerrados y crear un clima de puro desasosiego). Esta escalada de violencia ennegrece el tono del relato y se acrecienta el drama, sobre todo durante el tramo de la búsqueda y el deseo de huir.

Pero si el drama adquiere más peso es por la presencia de un trío femenino bien retratado (al igual que en "Rusty Knife"), cuyos actos, siempre por amor, impulsan la trama y la hacen funcionar, ya sean las dos mujeres alrededor de Jiro, la novia de Teko (Mitsuko) o la dueña del local del clan Matsuyama, que ejerce el rol de madre protectora para él. La angustia existencial y la difícil elección juegan un papel vital al final; el mar a un extremo, el hospital donde espera Keiko como trampa al otro. Los personajes de Masuda alcanzan la redención condenándose a sí mismos.
Y lo mismo sucede con Jiro, que prefiere permanecer en las tinieblas y no causar más daño a sus seres queridos (escenificado a lo largo de un clímax devastador que cualquiera envidiaría haber filmado). Entre las oscuras calles, los locales llenos de extranjeros y la neblina que cubre el mar (escenario propio de la fatalidad del "noir" clásico), el director no muestra compasión con los canallas, pero deja a los honestos la oportunidad de salvarse; Ishihara brilla como la estrella que es, y lo acompañan unos geniales Hideaki Nitani, Yukiko Todoroki y Shiro Osaka, soberbio como ese detective de buen corazón y maneras casi cómicas.

Sobresalen (más que el propio protagonista) ese trío femenino compuesto por Kitahara, Sanae Nakahara y en especial Mayumi Shimizu, quien ofrece una interpretación magistral (sin exagerar) en la escena clave de su venganza en el puerto, uno de los grandes momentos que Masuda nos regala y donde mejor hace gala de sus estilizadas técnicas y oficio tras la cámara, junto con la nombrada pelea en el hotel, el duelo entre Teko y el asesino (las influencias americanas más palpables que nunca) y el arresto final.
No será el más emblemático trabajo del cineasta e Ishihara, pero se mantiene notable dentro de su filmografía y de lo que dio el género en Japón en aquellos años; además arrasó en taquilla como todo lo que ambos hicieron.
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