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Una mujer singular (1979)

Una mujer singular
105 min.
6,2
175
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Sinopsis
Michel (Yves Montand) y Lydia (Romy Schneider) son dos extraños que se encuentran en la calle. Los dos, que están pasando por momentos terribles en sus vidas, deciden empezar una relación para ayudarse mutuamente. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Comedia negra
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Francia Francia
Título original:
Clair de femme
Duración
105 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Francia-Italia-Alemania del Oeste (RFA);
Grupos
Adaptaciones de Romain Gary
Links
Premios
1979: Premios César: Mejor sonido. 4 nominaciones incluyendo Película
10
“El amor es la única riqueza que crece cuando la prodigas”
El martes 2 de diciembre de 1980, después de un almuerzo con el editor Claude Gallimard, el escritor, Romain Gary, subió a su piso en la rue du Bac, de París. Su amante y su hijo se encontraban fuera, y él, entonces, hizo una llamada a una amiga pidiéndole que lo recogiera en el aeropuerto al día siguiente. Enseguida, entró en su habitación, cerró las cortinas y sacó de las maletas un revólver que conservaba desde hacía mucho tiempo. Lo dejó sobre el nochero, y mientras se ponía ropa de dormir y se acostaba en la cama poniendo una gruesa toalla bajo su cabeza, por su mente es posible que hayan pasado los años de guerra cuando, bombardeando a los alemanes, sintió que pudo haber matado a un Rilke, un Goethe o un Hölderling… De pronto, se acordó de Lesley Blanch, la primera esposa que casi lo dejó en la ruina tras un largo proceso de separación… Seguramente, rememoró a la que fuera su segunda esposa, la bella Jean Seberg, en sus eternas crisis y en su momento final tras una sobredosis de alcohol y barbitúricos… ¡Y vaya uno a saber sino es la vida entera la que, en un instante, pasa velozmente por nuestra memoria! Pero, en Gary, deben haber pesado más los momentos difíciles y frustrantes que los positivos y felices, porque ‘agotado hasta el fondo’, tomó el revólver… se llevó el cañón a la boca… y disparó.

En 1977, Romain Gary publicó una novela muy cargada de todo este sentir que, por razones que no siempre conseguimos explicarnos -o sí, pero las callamos-, no conseguimos en las librerías en nuestro idioma. La tituló "Clair de Femme" (Claro de mujer), quizás en alusión al nostálgico "Claro de Luna" de Ludwig van Beethoven, y en ella nos cuenta la historia de un hombre de mediana edad, en crisis en su matrimonio -acaba de separarse de su esposa que padece cáncer- y de una bella mujer que, seis meses atrás, perdió a su hija en un accidente y tiene a su esposo en un grave estado de trastorno mental, quizás porque se siente culpable de lo sucedido.

Eros y thanatos entran, entonces, en un tierno y dulce, pero a la vez amargo y difícil juego, y un gran cúmulo de sentimientos y emociones, de impulsos y represiones, comenzarán a aflorar en ese par de solitarios con los que podremos conectarnos profundamente. Cada frase de él, o de ella, busca despojar al alma de insuficiencia; cada decisión contiene los impulsos que reclaman afecto y comprensión sin mayores reticencias; y cada contacto con la sociedad que les rodea, les demuestra que no están viviendo en el mejor de los mundos.

Es una historia de una sola noche que se volverá eterna en nuestro corazón, especialmente cuando sintamos que hemos vivido cosas parecidas, y más aún, si logramos captar la inmensa ternura y la honda poesía que hay en cada personaje, en cada imagen y en cada palabra.

El director Costa-Gavras, nos sorprende al salirse, por esta vez, del cine abiertamente político que lo caracterizara, para forjar una historia romántica que es una definitiva obra de arte. La pulcritud de cada imagen, y ese logrado propósito de desnudar el alma humana sin la estafa de hacerla lucir inmaculada o empalagosa, lleva este filme a la trascendencia más relevante que pueda merecer la honestidad.

Ives Montand, maravilloso debatiéndose entre la esposa a la que aún valora, pero que lo sacó de su lado, y esa otra mujer que sabe que le necesita y a la que él necesita más todavía; y Romy Schneider, fascinante, y preparándose, premonitoriamente, para lo que llegaría a sentir en su propia vida, cuando, menos de dos años después, perdiese a su hijo, David, al caer ensartado sobre la verja de su casa. Un hecho del que nunca se recuperaría, y aunque no se comprobó porque se evitó hacerle la autopsia, es bien factible que también ella, como Jean Seberg, haya inducido una salida desesperada de este mundo.

Lydia y Michel, son de esos seres que nos envuelven con su incontenible deseo de amar. Al fin y al cabo, como dijera, Gary, en su novela: “El amor es la única riqueza que crece cuando la prodigas”.

Título para Latinoamérica: <<CLARO DE MUJER>>
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9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
El dolor duele
Después de ver la película, que me gustó aunque me dejó una sensación ambivalente, vuelvo aqui a ver los créditos, y descubro con estupor, primero, que es la adaptación de una novela, y segundo... que en el guión colaboró Milan Kundera!!!!!!! (Mi escritor favorito de hoy día junto con Paul Auster). Entonces entendí mejor. No he leido al autor de la obra (que manifestó por primera vez estar satisfecho con su adaptación), pero... esos dos seres que sufren, que se duelen, que se enredan en situaciones absurdas, ridículas, dubitativas, que se hieren, que se aman...son personajes que parecieran salidos de la propia pluma de Kundera. A muchos les parecerá curioso tal vez, Dustin Hoffman dijo que le pareció una de las historias de amor más hermosas que hubiera conocido. A Montand-Schneider no puedo juzgarlos objetivamente, siento un feeling muy especial por esa pareja, para mi, extraordinarios.
Pueden buscar la peli en mi blog: www.extranios-enelparaiso.blogspot.com
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6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
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