Siete ciudades de oro (1955)

Buena película centrada en la conquista de California por parte de la corona de España, centrándose en la figura de Fray Junipero Serra, misionero mallorquín que contribuyo a la civilización de las tribus indias.
Eminentemente es un film de aventuras, pero en el encontramos elementos de drama y de tragedia, ya que una de los diferentes hilos argumentales se centra en el romance entre un soldado español y una india, lo que da pie a que el director exponga temas como el racismo y la xenofobia.
El trío protagonista esta correcto en especial Richard Egan y Michael Rennie como el tenaz misionero, el que esta mas flojo tal vez sea Anthony Quinn en un papel muy alejado a su histrionismo habitual, todo lo contrario de lo que nos tiene acostumbrados. En cuanto a Jeffrey Hunter la verdad tiene a su cargo el papel de un orgulloso pero a la vez noble indígena, un papel que cualquier otro actor lo podría haber hecho con la misma solvencia.
Muy buena fotografía con una excelente utilización del formato Cinemascope, y una partitura musical que recuerda y de que manera al gran Miklos Rosza. Lastima que en algún momento decaiga, pero lo importante es que el film entretiene y da una visión bastante acertada de la conquista de América por parte de los españoles.

La primera escena es ya premonitoria de lo que vamos a ver a continuación. Estamos en Nueva España en 1769, un coche de caballos atraviesa un pueblo mexicano a gran velocidad atropellando a una india anciana que muere en el acto. Las autoridades españolas que viajan dentro, el capitán Gaspar de Pórtola (Quenn) y el teniente José Mendoza (Egan), piden disculpas y quieren resarcir el daño causado. No lo acepta el buen fraile franciscano del lugar, Fr. Junípero Serra (Rennie), que critica el descuidado comportamiento de los militares con los nativos.
Y precisamente será este buen fraile, como director espiritual, el encargado de acompañar a ambos soldados a la colonización y conquista de California. Al principio saltarán chispas pero, poco a poco, los militares comprenderán la eficacia de la táctica pacífica y evangelizadora del religioso para ganarse la voluntad de los indígenas.
No falta el "recadito" tradicional yanqui de la alusión a Hernán Cortés y a los "millones" de lingotes de oro y esclavos que hizo, así como a la sangrienta batalla de Cholula que critica el propio Fr. Junípero.
Cinta de aventuras muy bien ambientada, con paisajes grandiosos por donde cabalgan y caminan muchísimos extras bien dirigidos.
Buen guion con excelente factura de diálogos, música adecuada siempre a cada momento si exceptuamos las canciones inglesas que se entonan en el fuego de campamento de los españoles.
Correcta dirección, con un ritmo vivo que mantiene en todo momento la atención del espectador. Personajes interesantes, especialmente en el caso de Fr. Junípero que veremos aparte, como también el de Mendoza que experimenta un cambio profundo como resultado de su trato con el fraile, aunque la trama amorosa que mantiene con Ula (Moreno) es perfectamente prescindible. Pórtola sin embargo queda bastante eclipsado, no que no es nada frecuente en los papeles que interpreta Queen.
Destacadas interpretaciones en general.
También desde el punto de vista sanitario es rica la película pues aparecen casos interesantes. Para empezar la herida en la pierna que padece Fr. Junípero que va a obligarle a abandonar la expedición. A la desesperada un mulero le aplica una cataplasma que aplica en tales casos a sus bestias, se trata de brea caliente mezclada con trementina casi hirviendo. Al día siguiente la llaga está cicatrizando. Curiosamente es el tratamiento que médicos y cirujanos aplicaban a las heridas producidas por armas de fuego, siguiendo el criterio galenista de tratar con aceites hirvientes las heridas "envenenadas". Lo que ignoraba el buen mulero es que doscientos años antes el cirujano militar francés Ambroise Pare había ya descartado este cruento tratamiento. Todavía aplicarán un tratamiento similar en el caso de uno de los jefes indios Matuwir (Hunter). Cortan la hemorragia de la herida de arcabuz que padece con un torniquete y aplican a continuación aceite hirviente. Siempre con los mejores resultados.
Se cita al escorbuto que sufren los marinos al final de sus largas singladuras, vemos también a nuestro fraile herborizar y observar la fauna de los territorios que recorre como los grandes cronistas de Indias y, en fin, contemplaremos la modesta enfermería militar del Dr. ¿Peral?
Destacar por último que Fr. Junípero era doctor en filosofía y teología y que fundó en América nueve misiones en la Alta Californa, la mayor parte de las cuales se convertirán con el tiempo en las grandes ciudades de San Diego, San Carlos, San Antonio, San Gabriel (Los Ángeles), San Luis, San Juan y San Buenaventura, visitando además las de Santa Clara y San Francisco. Hoy auténticas nueve ciudades de oro, que no las siete legendarias del presunto oro material que da título a la cinta.
Recordar que las misiones se crearon para la evangelización de los nativos, integrarlos en la sociedad española y capacitarlos para asumir la propiedad y la gestión de la tierra. Para conseguirlo, los religiosos debieron enfrentarse a veces (como se aprecia en la cinta) con los militares que mandaban las guarniciones e, incluso, con las mismas autoridades civiles españolas.
Una película antigua, muy bien hecha que merece ser más conocida.