Secreto de estado (1950)

Estamos en un escenario imaginario, Vosnia, que no es Bosnia. Vosnia es un país enclavado en algún lugar de Europa liderado por el general Niva. Vemos que Vosnia es un país muy bonito, activo y dinámico. Diremos que parte de la película se rodó en Inglaterra y parte en Italia (es fácil que podamos reconocer un par de localizaciones por haberlas visto ya en otras películas).

A la capital llega invitado el doctor Marlowe, un prestigioso médico americano descubridor de un método muy eficaz contra la hipertensión portal. Douglas Fairbanks Jr., interpreta al famoso médico convirtiéndolo en un personaje que se gana todo nuestro interés y nuestra simpatía. Su físico aporta un acertado aire elegante, de médico de verdad diría, queda muy metido en su papel, resultando al mismo tiempo un tipo aventurero y simpático a pesar de los apuros por los que pasa. Para darle juego tenemos al inefable Jack Hawkins, ideal para el papel de ministro plenipotenciario cínico, fiel y eficaz para el poder. Impone.

El doctor Marlowe sufrirá un implacable cerco del que intentará escapar como sea. La acción es entretenida y sin ningún signo de exageración (algún lance oportuno es inevitable para seguir con la trama), muy creíble por tanto e interesante. Intriga y emoción en buenas dosis.

Lisa, la chica que surge sobre la marcha como una tabla de salvación de último momento, es Glynis Johns, una actriz a tener siempre en cuenta, en especial aquí forma una pareja perfecta con el Sr. Fairbanks. Seduce.

Buena compañía, sin lugar a dudas, para escapar de dónde sea y perderse allende los mares.

Sidney Giliat fue un probo guionista, director y productor británico todo terreno cuya carrera suele asociarse a la del también guionista, productor y director Frank Launder con quien rodó buena parte de su filmografía, salteada por títulos de variado interés.

Aquí Gilliat nos ofrece una curiosa película, suerte de parábola anticomunista, desarrollada en un imaginario país llamado Vosnia- sí, con uve-, donde un doctor es retenido varios días para operar al general y dictador Niva, que guarda un enorme parecido argumental con “Crisis”, una película realizada el mismo año 1950 por Richard Brooks.

Es una película no desprovista de atractivos: entretenida y emocionante, está dignamente servida mediante una modélica narración y una buena fotografía de Robert Krasker, con atrayentes detalles de estilo, como los subjetivos planos iniciales. Cuenta además con unos atractivos exteriores, la atmósfera y ambiente policial, de miedo, paranoia y desconfianza de una dictadura está muy conseguido y dispone de unos personajes principales en los que se combina con buen tino la juvenil frescura de Glynis Johns con la impasible elegancia de Douglas Fairbanks Jr., junto a la siempre admirable, si bien aquí no memorable, labor de Jack Hawkins.

Atractiva.