Adiós, gringo (1965)

Digno spaguetti western, co-producido por no solo los dos países de rigor, como suelen ser España e Italia, sino, además, Francia.
Supongo que por ello tiene un mayor empaque técnico, con empleo a toda pantalla de una soberbia fotografía de Francisco Sempere, que realza los agrestes paisajes donde se desarrolla la acción.
Se pasa bien el rato, entretiene y aunque no deja mucha huella sí que resulta honesta por cuanto da lo que ofrece, sin rasgos tontos de humor.
Hay acción, tiros, peleas, persecuciones, atracción física (sin besos ni nada de eso...) entre la chica y el chico, y los diálogos no causan ni hilaridad ni vergüenza ajena.
Y es que el guión a cargo de ocho manos, adaptando la novela de Harry Whittington, tiene la suficiente pericia como que para el para mí desconocido Giorgio Stegani (no, ahora recuerdo que he visto también de él "Gentleman Jo"), logre al menos resultar en casi todo momento ameno.
Es irregular en su desarrollo, ritmo e interés, con un primer tercio feliz, interesante, la parte central mediocre y una parte final un tanto, tal y como van los acontecimientos, poco creíble... pero verosímil, lo de siempre.
Estimados intérpretes de carácter, tanto los españoles como el estupendo actor francés Pierre Cresoy, y la belleza sin igual de Ida Galli, internacionalmente conocida como Evelyn Stewart.
Al menos no aburre nada.

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"Ser un héroe es fácil, lo difícil es ser un hombre" Ahí queda eso.
"Ya sabes cómo es la gente..., sí..., lo sé... " Me sacas de una duda. Cosa mala.
"Quien encuentra un amigo, ha de merecérselo". Un tesoro.
Malísima pero simpática.
En los primeros cinco minutos hay como cincuenta despropósitos, y me quedo muy corto, y luego algo menos, baja un poco la vertiginosa media malsana anotadora.
- Le dice que tres dólares por cabeza y en cuestión de segundos le da un fajo de billetes de no te menees que ni ha mirado, a ojo de buen cubero (calcula las reses, muchas, y multiplica, todo ello a ciegas, a lo que salga, será por dinero, así somos los del oeste, europeo, francés, español e italiano), está claro que el protagonista (un Warren Beatty de rebajas o entretiempo, aperitivo) es un genio, también, de las matemáticas.
- Un tipejo le acusa de robarle el ganado y le descerraja varios tiros a medio metro y nada, ni una acierta, puntería rala, rompetechos. La jarana dura un buen rato y en ese mientras tanto la mujer del ya casi muerto le dice a su marido que tranquilo, que pare, que no es para tanto, que se larguen ambos con viento fresco, que cuidado, que no merece la pena, el protagonista lo mata en defensa propia y a continuación a ella, la recién viuda, le dan los siete males y le acusa rabiosa de ladrón y asesino a sangre fría y todo el pueblo inmediatamente la cree pese a lo que acababan de ver con sus propios ojos que no coincidía demasiado con la versión de ella, qué importa, al carajo. Al protagonista le rodean cientos de paisanos armados hasta los dientes con la intención harto probable de lincharle en un periquete, pues oye, el tipo que coge su pistola, les amenaza y en un ratico sale de ahí pitando y aquí no ha pasado nada, visto y no visto, tal cual, ni Houdini, silbando, jajaja, qué será, será, qué pasará, que misterio habrá, esta puede ser mi gran noche.
Ella es como Betty la fea que en eso que se cura se transforma en Susana York o Susana George, tanto monta, fría, pelirroja, hermosa, perfecta, amorosa.
Al Sheriff le lanzan una piedra como a Goliat le derrumbaba con la honda David, más vale maña que fuerza.
Lo mejor de la película es sin duda, mejorando lo presente, la dupla de actores españoles, el poli y el médico, las fuerzas vivas, el orden y el progreso, Puente y Camardiel, qué grande es el cine.
Es el pastiche remedo de un batiburrillo de millones de wésterns con el tema archirepetido y ya clásico del género del hombre rico hecho a sí mismo y sin demasiados escrúpulos que engendró a un siniestro mequetrefe botarate repugnante que anda por ahí cafremente asolando a todo el mundo a los inocentes por excesivamente haberlo mimado el padre en ausencia ominosa desgraciada de la madre seguramente prematuramente muerta.
"Dios sabe que lo daría o hubiera dado todo por pasar la vida entera a tu lado" y a mí se me abren las carnes y es que uno tiene su corazoncito (de miel).
Pasan miles de cosas en apenas hora y media, vamos con la lengua fuera, vivan los espaguetis con esa banda sonora tan Morricone padre padrone y ese villano que ríe tanto, signo inequívoco de perdición y funestas intenciones.
Esta película la hace Mann, palmo a palmo, plano a plano, y la canonizan, la sacan en volandas, a horcajadas, bajo palio, obra maestra absoluta, clasicazo instantáneo, que la sigan mamando.