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Lejos de Praga (2017)

Lejos de Praga
111 min.
5,8
504
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Sinopsis
La historia de un niño pequeño que se ve obligado a mudarse durante la Segunda Guerra Mundial, de Praga a un pequeño pueblo de Slavonice, donde conoce al resto de su familia. Allí tendrá que hacer nuevos amigos y acostumbrarse a una nueva vida, que es inmensamente diferente de lo que estaba acostumbrado en la ciudad. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Comedia Infancia
Dirección
Reparto
Año / País:
/ República Checa República Checa
Título original:
Po strnisti bos
Duración
111 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
8
Crítica de Lejos de Praga por Cinemagavia
Eda ¿Poulain?

Lejos de Praga irrumpe en el cine bélico, en concreto, en la II Guerra Mundial. Un contexto histórico muy utilizado en el séptimo arte, hace que sea muy complicado realizar un film distinto. Sin embargo, Jan Sverák da una versión que se aleja de una visión dramática y desde el dolor, para llevar al espectador a un universo dibujado por la ingenuidad, la inocencia y la imaginación. El guion del propio realizador y Zdenek Sverák ponen el foco de la durísima situación de República Checa durante la ocupación nazi a través de los ojos de Eda. El pequeño niño debe mudarse de la gran ciudad al pueblo natal del padre y a partir de este momento se produce una aventura bucólica que guarda similitudes con la película francesa ‘Amélie’. Ese juego de niños permite sentir una emotividad infantil que llama al niño que todo espectador tiene dentro.

La manera con la que se empiezan a encadenar las sucesivas escenas que componen el film enganchan al espectador y se meten en sus entrañas. La ambientación de la guerra se convierte en un contexto que va más allá, se habla de sentimientos, de madurez, de los problemas intergeneracionales y del dolor inevitable de la pérdida. Se crean unos personajes muy humanos, huyendo del maniqueísmo. La lucha de la cruda realidad de la guerra se puede ver en personajes como el profesor, que es el mejor ejemplo de la metáfora del sufrimiento silencioso. Las pinceladas que se dan, le da ese golpe de efecto en el que queda patente la importancia del contexto histórico. Han sabido captar el equilibrio perfecto entre la verosimilitud dramática e histórico-social. El tono mágico con el que se conduce la escena crea una ambientación tierna y eleva las relaciones humanas de la cinta.

La joie de vivre checa

Las relaciones emocionales que se exponen en Lejos de Praga es lo que le otorga un nivel elevado cinematográfico. El guion explora la curiosidad y el amor desde diferentes prismas. El mejor ejemplo es la conexión que tiene El Lobo con el resto de personajes, lo que provoca un desarrollo delicado y bien bordado. Esa afabilidad y ese sentimiento consiguen atrapar al público. Es lo que consigue hacer que tenga humanidad y la película esté, literalmente, viva. El espectador no es un mero participante testigo, sino que la empatía creada, consigue integrarlo en la acción de forma activa. Sus protagonistas tienen una verdad, que es difícil de desarrollar, pero que inunda al público de joie de vivre. La joie de vivre es esas ganas de vivir, la exaltación del alma y este film cumple con ello en su totalidad. Una sensibilidad exquisita y sorprendente.

Por otro lado, hay que hablar sobre el grupo de niños que se convierten en una sátira de la realidad militar. Aunque puede parecer simple, detrás hay un desarrollo profundo y complejo que merece la pena ser meditado. Por esta razón, se puede ver que no es un film ligero y sin ganas de complicarse, sino que lo hace de una manera sobria y sin agarrarse al tremendismo del dolor. Lo hacen a través de sus conversaciones, recuerdos… Incluso de su manera de especificar quién es una “víctima de guerra”. Una afectividad perceptible que se da en pequeñas dosis para no caer en la trampa del sentimentalismo. Por último, el final es un resumen de esa vorágine del sentir: una montaña rusa agridulce que viene muy bien envuelta por la ternura y la piedad delicada. Un homenaje optimista a los caídos. El buen recuerdo. La candidez campestre de la inocencia.

Pequeños grandes artistas

Alois Grec es Lejos de Praga. El pequeño actor deja claro que tiene un gran potencial interpretativo. Tiene una sensibilidad a la hora de actuar. Es capaz de hacer reír, llorar y sin recurrir solo a su naturaleza de niño. Se puede ver un gran talento interpretativo, que brilla por encima del resto de actores. Un regalo para el cine. La otra parte del elenco infantil tampoco tiene desperdicio. La dirección actoral ha sido maravillosa y los pequeños consiguen elevar el film gracias a su trabajo interpretativo. Tienen un realismo en sus miradas, en la manera de jugar con la cámara que indiscutiblemente evoca a esa madurez necesaria actoral, incluso siendo niños. Un grupo tierno y con gran química que recuerda a otras pandillas como la de ‘Los Goonies’ o ‘Una pandilla de pillos’. Consiguen vencer la dificultad de estar en una ambientación tan cruda como la guerra.

El desarrollo del elenco más adulto es donde se ven algunas flaquezas, no a nivel interpretativo sino en su tratamiento narrativo. Algunos personajes tienen cierta planitud y son algo predecibles. Ondrej Vetchý, como el padre de Eda, le da personalidad pero su personaje no va más allá. Difiere con Tereza Voriskova, que está excelsa y una interpretación para aplaudir. Lo mismo pasa con Oldrich Kaiser, que presentándose como villano inicial, esa humanización del “demonio” aunque se podía vaticinar, le da su toque personal. No se puede negar que era predecible esta trama, pero por ello, era importante que su actor le diera personalidad y lo hace.

A nivel técnico hay una realización muy elevado de la cámara. La utilización de los espacios, la recreación de la guerra y la puesta en escena es preciosa. La música acompaña de una forma animada y al compás de las aventuras de Eda. Técnicamente atractiva.

Conclusión

Lejos de Praga es una película que recuerda la exaltación del alma y las ganas de vivir desde una visión ingenua y positiva. Cruda y realista por otro lado, encuentra su equilibrio al hacerlo desde una visión infantil. Unas interpretaciones a la altura de la complejidad de recrear el universo campestre mágico y de fábula. Una realización técnica muy trabajada. Una película tierna, que no deja de lado la dureza de la guerra, pero que homenajea a los caídos desde una perspectiva más tierna y desde la inocencia. Dulce y delicado, alegre y emotiva sin caer en sentimentalismo. El fantástico universo de Eda.

Escrito por Diego Da Costa
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9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Una película tranquila e inocente
Jan Sverák fue nominado en 1997 a un BAFTA a la mejor película de habla no inglesa por Kolja. Sus otros trabajos también han sido reconocidas con distintos premios y nominaciones en festivales por todo el mundo. Y con el mismo tirón, Barefoot ya está acumulando pequeños reconocimientos. En la obra se muestra, una vez más, que Sverák sabe manipular con cuidado la pieza que presenta.

El largometraje tiene el acierto de tratar un tema muy complejo de una manera simple. La cámara se posiciona sobre un crío y, desde su perspectiva, deja transcurrir el tiempo. Eda crece de manera inocente mientras a su alrededor se desarrollan los fenómenos que englobaron la compleja II Guerra Mundial. De vez en cuando, el guión se vuelve caprichoso y se acerca a los personajes secundarios para desarrollar la historia o decide volar con la imaginación del protagonista.

Muchas veces, nos vemos un film esperando que pase algo, que llegue un golpe en el guión o el clímax y, por culpa de esto, no disfrutamos de lo que tenemos delante. Por esto en Barefoot es mejor no caer en ese error y disfrutarla sin crearse grandes expectativas dramáticas. Entonces, los 111 minutos se vuelven lo suficientemente gustosos para saborear una película a la que no le falta ni le sobra nada.

www.contraste.info
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8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
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