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Azali (2018)

Azali
92 min.
5,6
68
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Trailer (V.O. CON SUBTÍTULOS EN INGLÉS)
Sinopsis
Habitante de Accra por distintas circunstancias, una adolescente de 14 años del norte de Ghana debe sobrevivir en los suburbios de la ciudad mientras trata de encontrar una forma de volver a casa. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Pobreza Prostitución Drama social
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Ghana Ghana
Título original:
Azali
Duración
92 min.
Guion
Música
Fotografía
Links
7
VIA CRUCIS AFRICANO EN 'AZALI'
Dentro del panorama fílmico africano actual no podemos ignorar la ghanesa Azali (2018), de Kwabena Gyansah, precandidata para los Oscar como Mejor película extranjera y una cinta donde su protagonista, una adolescente llamada Amina, interpretada por Asana Alhassan, es como una cámara imparcial que recorre gran parte de las lacras que azotan África. Todo arranca con una proposición de matrimonio concertado por parte de un amigo del abuelo, ya muerto, de Amina, que quiere convertirla en su cuarta esposa. A partir de ahí, la joven viaja desde Zebilla, una aldea en la frontera con Burkina Faso hasta Accra, pasando por Tamale, es decir, recorre Ghana de norte a sur, y será testigo de prácticamente todo: la venta de niños, el internamiento sin salida en centros de acogida, la explotación infantil en situaciones que tienen mucho de dickensianas, la prostitución, la violencia, las agresiones sexuales a mujeres, los embarazos no deseados. En resumen, toda una radiografía social de un país que, como tantos otros en África, ha sido condenado por el hombre blanco a la miseria.
Si nos centramos tan solo en una de esas lacras, las bodas impuestas, sin duda lo que más repugnancia inspira es la variante de los matrimonios infantiles, de los que se ocupa UNICEF en diferentes artículos e informes, como el titulado “El matrimonio infantil en el mundo”, donde ofrece estadísticas nítidas fechadas el 11 de febrero de 2019, y que enumeramos a continuación, referidas no solo a África:
Alrededor de un 21% de mujeres adolescentes se han casado antes de cumplir 18 años.
650 millones de niñas y mujeres que viven en el mundo se casaron siendo niñas.
12 millones de niñas menores de se casan cada año.
El matrimonio infantil prevalece en el África subsahariana, donde un 37% de las niñas se han casado durante su infancia. Ese porcentaje es estremecedor en países como Níger (76%), República Centroafricana (68%) y Chad (67%).
Sí es posible eliminarlo, pues durante la última década se han evitado 25 millones de matrimonios infantiles, sobre todo en Asia meridional.
No obstante, concluye UNICEF que es necesario acelerar el proceso, pues de aquí a 2030 podríamos tener más de 150 millones de niñas casadas antes de cumplir 18 años.
El comité español de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) también se ha manifestado al respecto mediante el artículo de enero de 2019 “El matrimonio forzado, una lacra en pleno siglo XXI”. Recuerda, por ejemplo que los últimos 100 años han supuesto un avance extraordinario en la extensión de los derechos humanos y, particularmente, en lo referente a la libertad de las mujeres en casi todo el planeta. Sin embargo, bien entrado el siglo XXI, sorprende ver la pervivencia de prácticas completamente contradictorias con el cumplimiento de los derechos más elementales, como el matrimonio forzado.
Aporta luego unas cifras muy similares a las que veremos luego al tratar los diferentes informes de UNICEF. 14,2 millones de niñas son obligadas anualmente a contraer matrimonio a temprana edad, 39.000 al día. Según, más de 140 millones de niñas menores de 18 años contraerán matrimonio entre 2011 y 2020. 50 millones de ellas tendrán menos de 15 años. Unos números alarmantes que muestran a simple vista la gravedad de una situación escasamente conocida por el gran público.
Dos ejemplos de agencias internacionales, entre otros muchos que podríamos aportar, que permiten comprender lo espantoso del problema.
De regreso a nuestro largometraje y en cuanto a la técnica cinematográfica de Azali, hemos de resaltar la gran belleza visual de las escenas rurales en claro contraste con la degradación que se muestra en la capital, las secuencias cortas, pues es mucho lo que se quiere mostrar y no hay demasiado tiempo para todo, o la escasa expresividad de Asana Alhassan, que quizá era lo que buscaba el director, que insiste una y otra vez en primeros planos de ojos inertes, para que así este personaje pueda cumplir fielmente su función de espejo social. Amina mira y padece situaciones de extrema injusticia, pero no juzga: eso queda al espectador. Sin embargo, hay en su actitud un aura de impotencia, que no nos resulta demasiado esperanzador.
El resultado final es una película con una gran carga emotiva. Una ficción con valor documental, algo, por cierto, bastante frecuente en el cine africano, que no pretende, sin embargo, recrearse en la dicotomía simplona de la bondad natural en la aldea frente a la perversión del artificio urbano, puesto que en el medio rural suceden cosas horribles, como los matrimonios concertados de viejos con niñas, la venta de niños o el rechazo de las madres solteras, pero del lirismo con que Gyansah ofrece las imágenes de la aldea, acompañadas por una impecable banda sonora, frente a la putrefacción moral en la ciudad, donde el hombre no es un lobo para el hombre, sino que el hombre ha dejado de ser hombre, el director de Azali pretende, a mi entender sintetizar la realidad del África subsahariana, una gigantesca región del mundo a la que los europeos desposeyeron de sus tradiciones, pero no las sustituyeron por otras nuevas, que dentro de lo malo, no hubiera sido lo peor, sino que los colonizadores dejaron detrás de sí la corrupción humana por los grandes vicios, como el alcohol, las drogas, la prostitución o la violencia, unos virus para los que las gentes de la metrópoli ya estaban inmunizados, pero no así las tribus africanas.
¿Y Amina? ¿Qué tipo de mujer representa Amina? En mi opinión, este personaje es como un lienzo donde se pintan todas las perversiones que lastran a la sociedad africana. Todo ese cúmulo de lacras que enumeramos antes (matrimonios concertados, prostitución, embarazo no deseado, etc.) pasan por su vida. Por eludir un matrimonio concertado, la madre la vende y a partir de ahí su vida es un rosario de desgracias. Una joven impotente ante tanto horror. Una infancia robada. Un chica, pues, a cuyos ojos, de tanto ver, ya solo le quedan lágrimas y a veces ni eso.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
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