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Hasta el último aliento (1960)

Hasta el último aliento
90 min.
6,7
258
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Escena (INGLÉS)
Sinopsis
John Cummings es un agente de ventas cuya vida personal es un auténtico fracaso. Para colmo, el coche que se ha comprado para hacer su trabajo se lo roba una banda organizada, que se dedica a falsificar la documentación de los vehículos sustraídos para después venderlos. En vista de que, al denunciar el robo, le aseguran que será casi imposible encontrar su coche, decide investigar por su cuenta, aunque pronto descubrirá que tiene que enfrentarse a un siniestro y despiadado criminal, Lionel Meadows. (FILMAFFINITY)
Género
Cine negro Drama Thriller Crimen Mafia
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Reino Unido Reino Unido
Título original:
Never Let Go
Duración
90 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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7
EL VALOR DE CAMBIAR
John Cummings acaba de comprarse un coche para su trabajo como vendedor de cosméticos. A los pocos días, una banda de maleantes perfectamente organizada se lo roba. Desde ese momento una única obsesión cruzará por la mente de Cummings: recuperar su coche se enfrente a quien se enfrente.
Muy interesante película centrada, sobre todo, en el personaje de John Cummings magníficamente interpretado por Richard Todd. Con la cámara casi en el cogote de los actores Guillermin logra pasarnos a nosotros las angustias y desazones de Cummings. Es éste un personaje fascinante y, lo es, porque a pesar de su normalidad mantiene, sorprendentemente, dos valores esenciales para tirar hacia delante en la vida: ilusión y esperanza. Ilusión en el día a día -aunque sus cartas no sean buenas o sea él mismo el que juegue mal- y esperanza en el CAMBIO. En su cambio. Cualquier otra persona se acomoda en sus seguridades. Cummings decide que él no. Su mujer (espléndida Elizabeth Sellars) es un cielo, lo quiere un montón y lo anima y apoya. Pero comete un error puntual: le niega la esperanza del cambio. Desde ese momento Cummings va a luchar, a dejarse hasta el último aliento para conseguir su objetivo, para demostrar a su mujer no sólo que la quiere sino que además siempre debe haber motivo para la esperanza.
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17 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
HAGAMOS JUSTICIA A NEVER LET GO
Never let go de John Guillermin parece un cruce de distintas influencias cinematográficas y hasta de voluntades de aclimatar un género, el negro, en el cine británico. Esta es la primera voluntad, o influencia, del director y los productores, la de trasladar el cine negro norteamericano a una historia que se desarrolla en Gran Bretaña: un héroe común -un vendedor- se enfrenta a una organización hampona, y lo hace en solitario, y atropellando o impulsando -nunca se sabe muy bien- la acción de la policía.
Por otra parte, el móvil de la acción es el robo de un coche -como en De Sica lo es el robo de una bicicleta- a un entusiasta vendedor de productos de perfumería, padre de familia ejemplar. Estamos en 1960 y el retrato social corresponde al de una clase media capaz de adquirir un utilitario.
El robo de coche -y el vendedor hallará el hilo que le lleva a los ladrones- desencadenará, como en una tragedia, un conjunto de sucesos que constatan la fragilidad de todo lo humano: pérdida de clientes, degradación en el escalafón de la empresa, despido... Y a la vez, en el campo del hampa, diversos actos de violencia, incluido el asesinato.
El protagonista siente que el robo de su coche, mero instrumento de trabajo, rompe sus aspiraciones profesionales y sociales, y su ansia de justicia -conoce a los ladrones- le lanza a una persecución implacable, a pesar del peligro para su integridad física y la de su familia de tal empeño. Pero es que el coche no es un mero objeto, no asegurado para ahorrar, sino un trampolín hacia una vida mejor para su familia.
La película defiende el buen hacer de la policía para resolver un caso genérico de robo de coches, pero no para solucionar el caso concreto del vendedor de cosmética que precisa su vehículo para seguir trabajando. He ahí el conflicto: al vendedor la detención de la banda hampona no le resuelve su caso concreto. Por tanto el vendedor, como héroe solitario, debe solucionar su problema convirtiéndose, casi, en un "criminal".
A este asunto ético, fundamental en este film negro, se junta el dilema psicológico expresado con dureza y dulzura a la vez por la esposa del vendedor: su entusiasmo no es sólido; ha fracasado en todos sus trabajos y negocios por inconsciencia; ella le acepta como es, pero a la vez, él debe aceptarse como es: un tipo normal, que inclusive no necesita las gafas que lleva puestas para "aparentar". Mejor olvidarse del coche y seguir viviendo.
La interpretación de Richard Todd es convincente en su delirio persecutorio. Igual que la de Elizabeth Sellars como esposa.
Mención aparte merece la de Peter Sellers, que realiza una composición muy personal del jefe de hampones. Un "paleto" con maneras y vida de caballero que dirige un taller como tapadera y, a la vez, una banda de ladrones de coches. Implacable, pagado de sí mismo, proxeneta, verle en esta película es un gustazo pues muestra varias caras: el de seductor, el de enfermo de poder, el de viejo verde, el de despiadado...
La película, dentro del genero negro -alejado del cine de detectives típicamente británico- tiene escenas atroces: la destrucción de la pecera de un testigo y la pelea bestia entre el vendedor y el hampón. Y a la vez escenas de una gran intensidad erótica y cierto "destape" avant la lettre en la historia tangencial de la amante del gánster, enlazadas con la rebeldía juvenil de los sesenta.
Buen cine por tanto y exitoso intentó de aclimatar el genero negro en el cine británico. La música jazzística de John Barry, subraya la acción constantemente.
Quienes se animen a ver la película disfrutarán con ella.
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16 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
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