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Viva la vida (1984)

Viva la vida
106 min.
6,4
71
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Sinopsis
Ni Michel Perrin, un importante industrial, ni Sarah Gaucher, una prometedora actriz, tienen nada en común, pero ambos desaparecen el mismo día y a la misma hora y reaparecen tres días después. Lo que parece una extraña coincidencia esconde un fenómeno que viene ocurriendo desde hace tiempo. (FILMAFFINITY)
Género
Comedia Drama Intriga Ciencia ficción Thriller
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Francia Francia
Título original:
Viva la vie!
Duración
106 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
9
Cine = Ilusión
Imagina que un día te diriges a donde sea que hayas quedado con quien fuere y llegas media hora tarde. Supón que una vez allí la persona con la que has quedado te dice que no es que tardases media hora de más, sino que dónde has estado hasta ahora, que está feo aparecer tres días después de lo acordado y en ese lapso de tiempo no haber dado señales de vida. Ponte en la tesitura de tener a todo el mundo en contra tuya cuando quieres demostrar que tienes razón señalando sin parar tu reloj de pulsera, el cual evidencia que el retraso se ciñe escrupulosamente a los treinta minutos que dices. Deja de beber agua, que desde que intentas defender que tu versión es la correcta, en ese rato de nada, tus riñones han filtrado fácil no menos de cuatro litros. Quédate más tranquilo cuando sepas que hay otra persona en el mundo que no solo se encuentra en la misma situación que tú, que hay otra persona que ha vivido la misma secuencia de hechos en extrema sincronía. A esa persona no la conoces por ahora. Lo harás más adelante, tras tu segunda desaparición.

Si esta premisa te parece interesante, si la consideras propicia para que Damon Lindelof atrape tu atención durante seis temporadas de las de veinticuatro capítulos de cincuenta minutos cada una de ellas, si crees que es un buen comienzo, has de saber que es sólo el inicio de una película de poco más de hora y media de duración. Y encima de Claude Lelouch, un hombre de base incapacitado para urdir historias de este calibre, un señor que se ha dedicado durante cincuenta años a aburrir al aburrimiento con sus films, un especialista en la inducción de comas, un maestro de la modorra, el inventor del cine valeriana. Viva La Vida es un milagro por ser de la forma en la que es y logrando lo que logra, sí, pero igual casi más por venir de quién viene. Tanto es así que los primeros cinco minutos parecen transcurrir por la senda habitual de lo que es el cine de Lelouch, nada conduce a pensar que eso no acabará en una siesta de las de despertarse necesitando cirugía para despegar los párpados. Hasta que sucede algo. Algo tocho que te cagas, de haberlo visto ni en un gimmick de William Castle siquiera: llega la narración, que hasta entonces sólo se ocupaba del personaje de Michel Piccoli, y abre una vía paralela con el mismísimo Claude hablando en un programa radiofónico sobre que hay un tipo de cine que se ocupa de contar historias bien, otro que se encarga de hacer lo mismo sólo que mal y una tercera vía que se da cuando el cine se encarga de explicar sus mecanismos. Da a entender que esta película es las tres cosas a la vez y, ojo a esto, pide a los espectadores que no desvelen nada del final a otros espectadores potenciales. Lo hace de una manera que sólo se entenderá el porqué conforme la película avance con una maniobra, esa de abrir en canal el mecanismo de la película -evidenciando que precisamente es eso, una película, su película- que igual nunca se ha visto algo así en la historia del cine. Ese ”tú te vienes conmigo aunque me odies” que se saca con la chorra fuera (es tan extremo que conforme deja de hablar los locutores dan paso en el estudio a Didier Barbelivien, compositor de la banda sonora, anunciando precisamente que él es Didier Barbelivien y que va a tocar el tema principal de la banda sonora) resulta un ejercicio similar al que ejerció Godard con los créditos hablados y el sobreuso del score de Delerue para El Desprecio (sobreuso que también se acomete acá con el tema AEIOU), el resultado de saber que se tiene algo gordísimo entre manos y es ésta vez cuando uno se luce o nunca jamás en toda su filmografía.

Volvamos a Evelyne Bouix y Michel Piccoli, los dos protagonistas, los dos desaparecidos amnésicos. Sus respectivas parejas, luego de la segunda vez que no se sabe nada de ellos, contactan entre sí. El uno es profesor de teatro, lo que Lelouch usará para reflexionar sobre la necesidad del ser humano para recurrir a la actuación de contínuo en la vida aunque no pertenezca al gremio actoral, para inspirar con ello y no pocos planos de encuadres dentro de encuadres al primer Atom Egoyan; la otra pertenece a uno de los veinte emporios mediáticos más importantes a escala mundial, cosa que se aprovechará para hacer amagos de irse al thriller de la construcción de falsedades a escala global, de hiperrealidades con la forma y fondo del Fassbinder de El Mundo Conectado. Aquí ahora Viva La Vida adquiere la forma de un drama sentimental, pues las parejas de los desaparecidos creen que todo es una maniobra entrambos para ocultar una infidelidad. Pffff. No puede ser, ambos han tenido una pesadilla con el fin del mundo justo antes de escapar del hospital en el que reposaban sedados hasta las trancas y vigilados por estamentos policiales, se cae esa teoría. ”Qué tramas, Lelouch”. Que cuatro vueltas molan pero ocho son ya un Tiovivo C. 1950, dan grima y asco todo a la vez.
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9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
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